Mundial 2014

El momento de Cesc

Cesc, durante el entrenamiento de España en Maracaná
Cesc, durante el entrenamiento de España en Maracanálarazon

Empujado a marcharse por la puerta de atrás del equipo de su corazón, a enterrar tres años en los que el sueño de regresar a casa acabó tornándose en relación tormentosa con una afición que nunca le midió como al resto, Cesc decidió hace meses irse del Barcelona. Y en esa tesitura se incorporó a la concentración de la Selección española, lugar donde sí se siente importante. Lo consiguió con Vicente del Bosque gracias a su facilidad para interpretar el fútbol y a su capacidad de adaptación. El que se perfilaba como heredero de Xavi Hernández fue empujado hacia otras posiciones por cohabitar con el futbolista sobre el que se construye todo. Así Fàbregas se acopló mejor de lo que nunca pensó a interpretar el fútbol de espaldas cuando había nacido viendo todo de cara. Como «falso nueve» fue elemento al que siempre recurrió Del Bosque, complemento perfecto a una manera de entender el fútbol de toque con un jugador que lee espacios como pocos. El deseo de Cesc antes de aterrizar en Brasil fue zanjar su futuro. En su carrera se ha repetido la incertidumbre de vivir las largas horas libres de las concentraciones pendiente de una llamada que confirmase un traspaso. Así vivió la Copa Confederaciones de Suráfrica, un máster avanzado para su temprana madurez. Y se repitió en el Mundial 2010, con el Real Madrid llamando insistentemente a su puerta y él pidiendo tiempo mientras agotaba la opción de regresar al Barcelona. Decidió apurar un año más en el Arsenal y meses después ya había cerrado en la mesa de un restaurante junto a Pep Guardiola la vuelta a casa. En ese dibujo que le hizo el técnico de Santpedor nunca encontró un sitio fijo. Ahora es capítulo cerrado. Su relación con Daniella y el nacimiento de su hija Lia le dieron la paz necesaria para no convertir lo vivido los últimos meses en un inicio de depresión. No hay en el planeta un futbolista que de más vueltas a la cabeza que Cesc, pero en su mente, antes del regreso al Londres que tanto quiere, y de comenzar a jugar con el equipo que más interés ha mostrado, el Chelsea, está volver a ser pieza clave con la Roja. Frente a Chile llega su momento esperado. En su tercer Mundial, tras ser el jugador que asistió a Iniesta en Johannesburgo para desatar el momento más bonito de la historia del fútbol español. Todos le esperaban ante Holanda, pero la defensa de cinco del rival invitó a Del Bosque a meter una referencia fija en punta como Diego Costa. En Maracaná Fàbregas volverá a explotar las virtudes que le aportó el fútbol inglés. Le convirtió en un jugador de ida y vuelta, que lo mismo aparece para dar calidad en la construcción que para asomar por el área rival y estar cerca del gol chutando o asistiendo. Lo que ha hecho este año en el Barcelona sin ser valorado, el centrocampista que más marcó (13 tantos) y que más asistió (22 pases de gol), pero con una libertad que le concederá el seleccionador para dar ritmo al juego de la Roja y convertir el toque en una forma de ataque con mayor verticalidad. De su fútbol dependerá buena parte de la reacción el día en que, previsiblemente, Xavi pasará a un segundo plano.