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Entrevista

Iraola: “No tenía claro que fuera a ser entrenador”

En Vallecas ha encontrado su casa. Ha llevado al Rayo a la segunda semifinal de Copa del Rey de su historia. Es su torneo y hoy disputa el primer asalto contra el Betis en Vallecas

Andoni Iraola JuanJo MartínEFE

Andoni Iraola (Usurbil, 1982) dudaba de si el banquillo era su destino hasta que su primera experiencia en el AEK Larnaka chipriota le convenció de que era su sitio. Subió al Rayo a Primera y ahora lo ha clasificado para la semifinal de Copa por segunda vez en su historia. La primera, hace cuarenta años, antes de que él naciera. La Copa parece su torneo. Ya llevó a semifinales al Mirandés y, como jugador, disputó tres finales con el Athletic.

¿Qué tiene la Copa de especial para usted?

Yo creo que es la opción para casi todos los equipos de poder jugar una final o de disputar un título. Ganar una Liga prácticamente está a alcance de sólo dos o tres equipos. Es la competición que te permite soñar con hacer algo grande.

¿Imaginaba llegar hasta aquí después de tener que llegar a los penaltis contra el Guijuelo en la primera eliminatoria?

Lo he hablado siempre, en la Copa –por ahora sólo he podido jugar tres–, se trata de pasar dos o tres rondas contra equipos de inferior categoría y luego el premio te llega rápido. Esa selección natural hace que si no apuestas del todo por la Copa es muy fácil dejarte ir o abandonar la competición, pero a los equipos que apuestan por ella yo creo que les acaba llegando el premio, como nos ha sucedido este año a nosotros.

¿Ha insistido mucho en eso a los futbolistas?

El hecho de haberlo experimentado como entrenador con el Mirandés me ha hecho a mí mismo ver que no es tan imposible. De alguna forma seguro que eso acaba llegando a los futbolistas, lo acaban entendiendo. Este año, y también el año pasado, que al final nos eliminó el Barça en octavos de final. No pudimos pasar de ahí, pero también hicimos esa apuesta por la Copa del Rey.

¿Qué tienen Vallecas y el Rayo que les hace diferentes?

No diría que me ha sorprendido porque yo había venido a jugar como visitante muchas veces, me había tocado vivir ese ambiente aunque lo tuviera en contra y era conocedor de la pasión de la gente del Rayo, de la cercanía con el jugador, con el club. Y ahora que lo disfrutamos a favor es muy de agradecer y nos da mucho.

¿Se parecen en eso el Rayo y el Athletic?

Sí. Hay un sentido de pertenencia muy marcado en el aficionado del Athletic y en el aficionado del Rayo. Son clubes muy diferenciados con respecto al resto, cada uno con sus características, pero les da identidad y yo creo que eso es muy valioso como club, tener una identidad muy clara y que todo el mundo te la reconozca.

¿Eso cómo se traslada al campo, a los jugadores?

El jugador sabe que aquí está obligado a trabajar mucho, a dejarse todo por el Rayo Vallecano, por la gente que le va a animar, y a cambio van a estar contigo aunque no vayan las cosas fenomenal, aunque el resultado no sea el que todos quieren. Aquí se valora mucho el esfuerzo, el no dejarte llevar, el apretar, y durante el partido se ve que te premian igual una presión en la que consigues un saque de banda que una jugada con balón y eso el jugador lo percibe.

¿Piensa mucho en el rival a la hora de preparar los partidos?

Sí, yo creo que es fundamental. Si fuéramos buenísimos, el mejor equipo y pudiéramos hacer siempre lo que queremos y que diera igual porque ganábamos a todos, pero yo creo que incluso el Manchester City o el Bayern de Múnich ajustan cosas dependiendo del rival que tienen delante. Los equipos no tenemos una forma de jugar absoluta. En función de lo que te hagan hay que hacer otras cosas e incluso en el mismo partido hay que ir adaptándose, cuántos te mandan a la presión, cuántos mando yo, esas cosas hay que ir ajustándolas.

Lo que no cambia es que el Rayo intenta aprovechar la velocidad de sus extremos, de Isi y de Álvaro García.

Nosotros intentamos siempre que la primera idea sea ganar profundidad, intentamos jugar mucho al espacio, porque eso te da jugar más cerca de la portería rival, que es lo que queremos todos los equipos. Una vez que estás cerca del área es el momento de tener un poco más de paciencia para encontrar el hueco adecuado. Pero sin profundidad, por muy buen nivel técnico que tengas es difícil someter al contrario a no ser que seas muy muy superior.

¿Qué importancia tiene Trejo en la búsqueda de esa profundidad y para dar esa paciencia al borde del área?

Óscar entiende muy bien el juego, tanto con balón como sin balón. Sabe muy bien diferenciar cuándo es momento de arriesgar en el pase largo o profundo para hacer daño de forma más vertical y cuándo tenemos que ser un poquito más pacientes, cuando tenemos más tiempo, el rival ya está plantado y en espacios reducidos en un ataque organizado es el que nos suele desatascar jugadas que no están claras.

¿Qué les ha dado Falcao?

Radamel nos da muchas cosas. Como definidor sigue teniendo un nivel muy alto, es alguien muy implicado, es el primero que cuando tenemos que presionar va a presionar, cuando tiene que fajarse con los centrales, bajar balones, nos ayuda mucho y es una alternativa distinta a Sergi Guardiola, a Randy Nteka y a Sylla, que ha venido ahora.

Usted lo sufrió como jugador.

Sí. Contra nosotros no jugó muchas veces, pero sobre todo esos dos goles de la final europea todo el mundo nos lo recuerda. En su caso para bien y en el mío para mal. Hemos hablado de ello, hay conversaciones de partidos que salen de manera natural, no hay nada especial.

¿No hay vaciles?

No. Tiene que haber ese punto de distancia entre entrenador y jugador, que muchas veces como persona no te apetece y te acercarías mucho más a los jugadores, pero para el funcionamiento del grupo no está mal que exista esa línea.

¿Marca distancias con los futbolistas desde el principio?

Yo diferencio mucho lo que ha sido mi etapa como jugador de lo que es mi etapa como entrenador. De hecho no les suelo hablar, o intento no hacerlo, de cuando yo jugaba. Porque ellos me tienen que ver como un entrenador, y creo que me viene bien y les viene bien a ellos que sea así.

Bielsa lo entrenó en el Athletic. ¿Cómo era trabajar con él?

Marcelo, por su forma de entrenar y su forma de jugar, que se basa mucho en marcajes al hombre, duelos individuales, mucho ritmo de partido, es un entrenador que se diferencia mucho del resto. Es completamente diferente y estoy muy contento de haberlo podido disfrutar durante dos temporadas. Era exigente, pero yo no conozco entrenadores que no sean exigentes, es la única forma de mejorar y de buscar los límites de los equipos y me alegro de que le estén yendo bien las cosas en la Premier League.

En la “guerra” entre Xavi y Simeone, ¿dónde se sitúa?

Son estilos antagónicos, casi llevado al extremo. Yo no estaría ni en un bando ni en otro. Uno lo ha demostrado durante muchísimos años que es un entrenador de máximo nivel y Xavi tiene toda la pinta de que va a ser otro entrenador de primer nivel, que acaba de empezar, como estamos otros, pero tiene la pinta de que va a estar muchos años siendo un entrenador de élite. No creo que nadie que haya jugado cinco minutos con Xavi no esperara que se convirtiera en entrenador. Su fortaleza como jugador era cómo entendía el juego, parecía que estaba jugando con la playstation, que veía el juego desde arriba y sabía dónde estaban los huecos en cada momento y eso lo traslada perfecto para ser entrenador.

¿Cómo fue empezar su carrera como entrenador en Chipre?

Como siempre pasa, alguien que conoce a alguien, te surge una oportunidad y yo quería probarme porque no tenía claro que me fuera a dedicar a esto de entrenar, porque es una profesión que tiene muchos contras, tiene también muchos pros porque si no, no lo haríamos, pero quería probarlo y casi que me daba igual dónde y con quién. Quería ver si yo era capaz de verme en el otro lado. Fue en Chipre y estuve encantado.

Acabó su carrera en la MLS, en el New York City. ¿Cómo fue la experiencia?

Fue una decisión muy acertada que tomé. Antes de empezar a ser un estorbo casi para el Athletic preferí acabar en una experiencia distinta como Nueva York, muy enriquecedora a nivel familiar, a nivel personal. Coincidí con jugadores como Lampard y Pirlo, con un entrenador como Patrick Vieira, que me dio otra forma de ver el fútbol, venía de la escuela del City, con un fútbol muy posicional, de tener mucho el balón, que a mí me dio otros recursos. Quizá no tenía las piernas suficientes para destacar tanto en el césped, pero es una etapa en la que aprendí mucho.

En Estados Unidos se aficionó al fútbol americano. ¿Tácticamente ha trasladado algo al fútbol?

No. Sería mentir decir que veo el fútbol americano y estoy viendo cómo puedo implantar algo en el fútbol. Son deportes totalmente distintos. Sí hay cosas de la metodología del fútbol americano que son interesantes para el fútbol, cómo entrenan tantas jugadas ensayadas, con oposición, sin oposición, estrategias de bloqueo, las rutas de los corredores en profundidad para luego aprovechar entre líneas. Pero no llego a ese nivel de poder trasladar demasiado de un deporte a otro.

¿Se ha hecho más físico el fútbol desde que se retiró?

Yo creo que sí. Ahora las demandas de la competición son mayores en sentido físico, ahora a todos los jugadores los involucramos en defensa y en ataque. El tradicional número 10 si no es capaz de presionar prácticamente a los equipos no les sirve. La exigencia física de todas las posiciones para mí ha ido en aumento. Con esta edad lo que está haciendo, por ejemplo, Dani Alves es de privilegiados. No tiene las piernas de hace unos años pero a nivel de comprensión de juego, de alternativas con balón, que puede jugar casi como un medio centro, pero eso son casos extraordinarios.