Atlético de Madrid
Un gol para la historia atlética
El francés desatascó un partido en el que el Atlético sufrió para imponerse a un Málaga muy cerrado y que se estrelló en Oblak.
El francés desatascó un partido en el que el Atlético sufrió para imponerse a un Málaga muy cerrado y que se estrelló en Oblak.
No es canterano, es francés y el año que viene, seguramente, no estará en el Wanda. Antoine Griezmann ya tiene un hueco en la historia del Atlético. Marcó el primer gol del nuevo estadio. Una jugada que inició Juanfran, continúo Correa y remató el galo. Se había cumplido la hora de partido y los rojiblancos no habían sido capaces de hincar el diente a un ordenado Málaga, que llegó con la consigna de defender y de contratacar y que demostró, de ahí sus males, que la definición es su asignatura pendiente. Al Atlético tampoco le sobra dinamita y le bastó el tanto de su estrella para sumar los tres puntos.
Tácticamente el partido no ofreció grandes novedades. Simeone y Míchel se lo saben casi todo. Están curtidos en todo tipo de batallas y una vez que se aparcaron las emociones del estreno, el Atlético y el Málaga pusieron las cartas sobre la mesa. No había lugar a ningún comodín, a la sorpresa. Jugaba Simeone con cuatro centrocampistas –Saúl y Koke en las bandas y Thomas y Gabi en el doble pivote– y dos avanzados, Griezmann y Correa. Se trataba de tener movilidad, de buscar espacios y filtrar un pase para el remate. Sin embargo, Míchel lo tenía claro. Dos líneas de cuatro, perfectas basculaciones y cerrar el centro para que el Atlético jugase por fuera. Y el protagonismo por las bandas de Juanfran y Filipe no tuvo consecuencias hasta la jugada del gol. Borja Bastón, ex canterano rojiblanco, era la referencia ofensiva a la que trataban de alimentar Adrián, Rolón y el joven Mula. Borja tuvo la gran ocasión del Málaga, pero Oblak evitó el tanto con un paradón. Lo mismo que hizo en el último minuto a un tremendo disparo de Rolan.
Dos ocasiones muy claras del Málaga, insuficientes para voltear el Wanda. En el Atlético también hubo algún acercamiento a Roberto. Fue Koke el que le dio trabajo en un remate cercano que el meta sacó con diligencia, pero el gol , a excepción del partido de Las Palmas, no llega. Ayer lo hizo Griezmann, que volvía al equipo tras los dos encuentros de sanción en una de las pocas acciones en donde ganó la espalda a Diego González y Luis Hernández. Desequilibró el choque la calidad del francés, que no ha arrancado bien el curso, en un partido en el que hubo igualdad y en el que el Atlético no fue feliz con la pelota. No estuvo cómodo cuando le tocó llevar la iniciativa porque Saúl y Koke aportaron poco al juego ofensivo. Faltó capacidad para que las transiciones fueran rápidas y con peligro. Al Málaga le fue suficiente con colocarse bien, con ordenarse en el centro y con ajustar su defensa porque las llegadas de Correa, con ese fútbol de potrero argentino, y de Griezmann no tuvieron eficacia. Los dos, muy bien controlados aportaron poco en los últimos metros.
En un Atlético fiel a su idea no hubo muchos sobresaltos en defensa. Lucas se comportó bien y Godín trató de empujar al equipo. Los laterales estuvieron correctos y el portero, espléndido. Un equipo bastante previsible el del Cholo, que se encuentra mejor sin la pelota, con los espacios para defender y para contragolpear. La presencia de Carrasco para dotarle de más capacidad ofensiva tampoco tuvo respuesta. El belga hizo un par de cosas bien y se apagó. Torres tampoco pudo correr como a él le gusta en ese tramo de partido en el que el Málaga no se atrevía a dar el paso definitivo y el Atlético se refugiaba en su campo. Ahí se siente fuerte, convencido de que arropado, con las líneas juntitas, no sufre.
Lo de tener la pelota es otro cantar. Ayer, estaba obligado por la presión ambiental y porque el Málaga no quiso a llevar la iniciativa. Y no fue el mejor Atlético. El equipo no se pareció al de Roma, ni en ocasiones ni en juego. Vio la luz en un chispazo de Griezmann para que el fin de fiesta fuera completo en el Wanda.
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