Atlético de Madrid
Hasta pronto, Fernando
Torres se despide del Atlético marcando dos goles al Eibar y con la emoción del homenaje que le dieron el club y la afición
Torres se despide del Atlético marcando dos goles al Eibar y con la emoción del homenaje que le dieron el club y la afición
Fernando Torres daba la vuelta al campo acompañado de sus tres hijos y de sus compañeros mientras el resto de la familia -Olalla, su mujer, su hermana y sus padres- miraba el espectáculo desde el centro del campo. Discretos, en segundo plano, sabiendo que el protagonista era Fernando. Tratando de asimilar que ya no habrá más tardes como ésta, que el “9” del Atlético ya no significará lo mismo. Hasta que todos lo dejaron solo con los niños y los cuatro se fueron a agradecer a la afición sus últimos gritos de ánimo mientras Fernando se secaba las lágrimas. Las mismas que le habían respetado lo justo para que terminara su discurso de agradecimiento. A su madre, que lo acompañaba todos los días a entrenar desde Fuenlabrada. A su padre, por dejarle “elegir, equivocarse y así aprender”. A sus hermanos, que se gastaban los ahorros en comprarle botas nuevas. A su abuelo, que le hizo “el mejor regalo del mundo”, hacerle del Atleti. Y a Olalla, su mujer. “Me ha dado paz y equilibrio”, decía, “y sobre todo a estos tres niños”, que no se separaban de él.
No había faltado nada en el homenaje. Ni los regalos ni los goles de Fernando, que saltó al campo con el «9», el brazalete y el alma rojiblanca. Como la última vez que se fue. La diferencia es que ahora se va para siempre, al menos desde el campo. Se acabaron los gritos de «Torres» cuando por megafonía se anuncia el nombre de Fernando en la alineaciones. O cuando marca un gol, uno de tantos. Pero quedará para siempre ese «lolololololó» que acompaña los gritos de ánimo a Fernando Torres y que no dejó de oírse durante toda la parte.
Da igual que el Atlético no ganara -esas cosas pasan-, da igual que le sacaran una tarjeta porque fue por ir a abrazar a su afición después del segundo gol. Da igual porque se trataba de que Fernando fuera feliz, como si no hubiera pasado el tiempo. Como si siguiera siendo el adolescente pecoso que se estrenó en Segunda División y se echó el equipo y el club a la espalda cuando el escudo todavía pesaba más que él. En la fachada del estadio Metropolitano se podía leer «Fernando Torres, de niño a leyenda». Lo mismo que en la pancarta que cubría uno de los laterales de la grada con el escudo del «Atleti» y un 9 en el medio. Igual que en la camiseta que lucían los jugadores rojiblancos para enfrentarse al Eibar. Pero la frase es mentira. Por mucho que el apodo le haya perseguido hasta el final de su carrera en el Atlético, Fernando nunca fue un niño cuando se ponía la camiseta ni cuando le tocaba representar a su equipo ante la prensa. Fernando era un adulto. De 17 años o de 34.
“Nunca necesité títulos para sentirme el jugador más querido del mundo”, decía en su discurso. Quizá porque nunca le pidió nada a esa afición. Quizá porque defendió el escudo hasta el último momento. Hasta ese partido contra el Éibar, ese equipo que sin proponérselo ha sido tan importante en la segunda etapa de Fernando como rojiblanco -contra él marcó el gol 100 como rojiblanco y contra él se despide- y que no quiso participar en el homenaje. Marcó dos goles que le dieron el empate, el segundo un golazo de Rubén Peña, pero lo importante era lo que había sucedido antes. Los dos goles de Fernando. El primero en un contraataque perfecto que comenzó Oblak con la mano y terminó Correa regalando el gol al “9”. El segundo, en un mano a mano con el portero, que resolvió como siempre.
Después llegaron los regalos, la camiseta firmada por sus compañeros, la insignia de oro y brillantes, su primera ficha como jugador del Atlético o la placa conmemorativa de sus 404 partidos como rojiblanco que desde el final del partido luce en el paseo de las leyendas. Y el silencio cuando acabó el festejo y en el centro del campo sólo quedaba una enorme camiseta firmada por 400 socios y un globo con la leyenda “Hasta pronto, Fernando” y un enorme “9” y el nombre de Torres que seguirá en el Metropolitano para siempre.
- Ficha técnica:
2 - Atlético de Madrid: Oblak; Juanfran, Savic, Lucas, Filipe; Koke (Griezmann, m. 58), Gabi, Saúl, Vitolo (Giménez, m. 65); Correa (Diego Costa, m. 58) y Fernando Torres.
2 - Eibar: Dmitrovic; Rubén Peña, Paulo Oliveira, Lombán (Arbilla, m. 66), Cote; Dani García, Escalante; Alejo (Charles, m. 79), Jordán, Orellana; y Kike García (Xesc, m. 90).
Goles: 0-1, m. 35: Kike García se adelanta en el remate a la salida de Oblak y bate al portero con un tiro raso. 1-1, m. 42: Fernando Torres, a pase de Correa. 2-1, m. 60: Fernando Torres supera a Dmitrovic asistido por Diego Costa. 2-2, m. 70: Rubén Peña, con un derechazo desde fuera del área.
Árbitro: Álvarez Izquierdo (C. Catalán). Expulsó por doble amarilla a Lucas, del Atlético de Madrid (m. 64). Amonestó a los locales Filipe Luis (m. 22), Fernando Torres (m. 60) y Diego Costa (m. 70) y a los visitantes Dani García (m. 56) y Paulo Olivera (m. 65).
Incidencias: partido correspondiente a la última jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Vicente Calderón ante 63.229 espectadores. El Eibar hizo pasillo al Atlético como campeón de la Liga Europa
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