Adiós al «Sabio de Hortaleza»
Convencidos de que íbamos a ser campeones
Guardo un gran recuerdo de mi paso por la selección española, a la que tuve el honor de dirigir como máximo responsable técnico desde 2004 hasta 2008. Y es en 2008 cuando se produce un punto de inflexión. Es cuando se rompe con muchos estereotipos sobre la «Roja». Porque, es verdad que en el Mundial de Alemania de 2006 se hizo un buen fútbol, pero caímos en los octavos de final ante Francia con una gran dosis de mala suerte. Es a partir de entonces cuando inicio una renovación en el equipo. Introduzco gente joven y voy haciendo poco a poco algunos cambios que considero necesarios. Había algunas cosas que no eran beneficiosas para el equipo y me puse manos a la obra. Todos lo aceptaron muy bien, los jóvenes y los veteranos. El grupo asumió que lo importante era el conjunto, que no había que ser egoístas, que había que darlo todo por el equipo. Así empezó la transformación de España, la permuta de la manida «furia» por el juego de toque. El dueño del balón es el dueño de juego y está claro que teníamos hombres para dotar a la selección de un estilo que nada tenía que ver con lo vivido anteriormente. Se trabajó también el aspecto psicológico. Se convenció a la plantilla de que podíamos e íbamos a ser campeones de la Eurocopa 2008. Desde la Eurocopa de 1964, España no había ganado nada y se necesitaba un cambio de mentalidad. Con esa idea afrontamos la fase de clasificación y viajamos a Neustiff (Austria) el 5 de junio de 2008. En la localidad tirolesa nos tributaron un emotivo recibimiento. Allí establecimos nuestro cuartel general con la única idea de conquistar la Eurocopa. Estábamos convencidos de podíamos hacerlo. Por eso fuimos superando los obstáculos hasta que nos plantamos en cuartos de final contra Italia. En ese cruce se rompe con la mala suerte. Pasamos en la tanda de penaltis y ya no hay quien nos pare. En semifinales nos tocó Rusia, una gran escuadra a la que teníamos mucho respeto, pero hicimos el mejor partido del torneo y vencimos 3-0. Y en la final atrapamos el título al derrotar a Alemania con el histórico gol de Fernando Torres. Es verdad que España, a lo largo de la historia, ha tenido magníficas selecciones y que se completaron grandes partidos en los Mundiales de Estados Unidos y Corea, por ejemplo, pero es en la Eurocopa de 2008, tanto en el período de clasificación como en la fase final, cuando se produce una honda transformación. En ese tiempo germina una forma de jugar interesante, que aún perdura. Había que tener la posesión de balón y buscar la portería contraria lo más rápido posible. En ese torneo se convenció psicológicamente al jugador de que se iba a ser campeón y, para lograrlo, el primero que tiene que estar seguro de ello es el seleccionador. Desde que me hice cargo del puesto, la asignatura mental fue fundamental. No tuve problemas, porque me encontré con una gran generación de jugadores que aceptaron lo que había que realizar y los cambios que había que introducir. Teníamos la certeza de que se podía alcanzar el éxito y, en el camino, la estimulación a los futbolistas fue constante. Había que prepararles psicológicamente para lo que llegaba. Se cambió el fútbol español en cuanto a resultados y en cuanto a forma de jugar, y no faltó para ello la cuota de fortuna en los penaltis, ante Italia. Mi sucesor, Vicente del Bosque, supo ser inteligente y no cambió nada. Cuando las cosas funcionan bien no hay motivo para modificarlas, y la selección tiene un presente y un futuro extraordinario. Lograr Eurocopa, Mundial y Eurocopa de forma consecutiva es algo fabuloso que no ha conseguido nadie, sólo España. Todo empezó en Austria en 2008, pero el camino continúa. Desde estas líneas, mis deseos de que la gloria persista.
*Artículo escrito para EFE por Luis Aragonés con motivo del 75 aniversario de la Agencia
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