Copa del Rey
Vallecas no es suficiente para el Rayo
El Betis remonta y toma ventaja en la semifinal. El gol de Álvaro García llegó demasiado pronto. Borja Iglesias y William Carvalho remataron el triunfo verdiblanco
El Rayo pedía un partido más para soñar, noventa minutos, como el que apaga el despertador y pide cinco más antes de ir a trabajar y se da otra vuelta en la cama. Sólo pedía llegar con vida a la vuelta para ilusionarse con la posibilidad de jugar la primera final de Copa de su historia. Pero William Carvalho lo despertó de repente con un golazo que ponía por delante al Betis. Un toque sutil al borde del área para hacerle un caño a Catena y un remate suave para poner la pelota lejos de las manos de Dimitrevski.
Se hizo el silencio en Vallecas, que se había preparado para un día grande, uno de esos que sólo suceden cada cuarenta años. Los que han pasado desde la única vez que el Rayo había pisado las semifinales de la Copa. La mayoría de los que estaban en la grada no habían nacido y otros muchos no se acuerdan.
Vallecas disfrutaba del acontecimiento, lleno hasta donde permite la ley y feliz después del gol de Álvaro García. Una carrera de Baillu por la derecha encontró al extremo del otro lado preparado para rematar de cabeza la pelota que no habían podido despejar los centrales verdiblancos.
El Rayo ya tenía el ambiente perfecto y el marcador a favor, pero el Betis no se asusta. Se fue a buscar al Rayo en la salida del balón y a los de Iraola no les quedaba más remedio que lanzar pelotazos por mucho que los centrales se abrieran a los costados para sacar la pelota jugada.
Trejo era la única salida que encontraba para jugar la pelota sin necesidad de regalársela al Betis para que volviera a intentarlo. Los verdiblancos encerraron al Rayo en su campo y no paró hasta que encontró el gol en un remate de Borja Iglesias desde fuera del área. Nadie le molestó y pudo elegir la esquina de la portería a la que mandar la pelota.
Pero Vallecas no se rinde. Ni el estadio ni el barrio. Desde la grada se escucharon gritos a favor de la sanidad pública, más necesaria que nunca. El Rayo no se dejó ir después del primero y tampoco después del segundo gol del Betis. El tanto de Álvaro García había llegado demasiado pronto para la tranquilidad de los aficionados vallecanos, pero eso no impedía a su equipo buscar otro. Y su afición no lo deja caer.
Iraola ya había mandado a Falcao al césped antes de que marcara William Carvalho. Más tarde lo acompañaron Bebé y Nteka y entre los dos fabricaron la jugada que más cerca estuvo de igualar el partido. Pero Rui Silva acertó en el despeje del delantero rayista. Después fue un disparo de Bebé el que hizo trabajar al guardameta del Betis.
Pero no había nada que hacer. El partido era del Betis, que había sabido elegir los momentos, apretar cuando lo necesitaba y contener al Rayo cuando la franja se animaba.
«Sí se puede», gritaba Vallecas después de la derrota que le complica la vida. Pero los goles fuera de casa ya no valen más y cualquier victoria le permite igualar la eliminatoria. Los jugadores se fueron hacia el fondo para devolver un poco de cariño a la afición antes de meterse en el vestuario.
La semifinal de Copa llega a Vallecas cada cuarenta años y no es cuestión de dejarla pasar. Aunque el resultado no haya sido el que Vallecas soñaba. Pero el equipo y el barrio no quieren dejar de soñar. Les queda una vida.
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