Eibar, entusiasmo desbordado

Ángel Zapico está pegando los números en las camisetas con la nueva publicidad que hoy va a llevar el Eibar. Con 17 años, en 1969 llegó desde Langreo. Era armero y le ofrecían trabajo. Cuenta que llegó en febrero y que en abril ya estaba ayudando en el club vasco. Se ha pasado allí la vida entera, siendo delegado o entrenador de los conjuntos filiales o segundo técnico del primer equipo. Salía de su trabajo y se pasaba por el club para ayudar en lo que hiciera falta. Era una pasión amateur, sin nada a cambio, que también le ocupaba los fines de semana. «Eras feliz, trabajando un montón, pero había que pasar por ello. Era un fútbol de más fuerza, los campos no reunían las condiciones que hay ahora».

Recuerda cómo, en otros tiempos más difíciles, el campo era de hierba a principio de temporada, pero según iba avanzando el año, desaparecía y, de césped, al final, sólo quedaban las esquinas y las zonas menos pisadas. Zapico vivió de todo en el Éibar; desde los malos momentos hasta el ascenso a Segunda, que ya parecía un logro increíble; desde entrenamientos sólo tres veces a la semana hasta dirigentes que hacían de todo para sacar adelante al club.

Llegó un momento que, por motivos de trabajo, tuvo que dejarlo. Pero hace cinco años se quedó en paro y el club le contrató como utillero. Y han sido cinco años increíbles, sobre todo este último cuando Ángel Zapico permite a los jugadores que cambien la camiseta con los contrarios, aunque luego tengan que pagar una parte. Hace años, no podían cambiarla. Hace apenas unas meses, el Eibar nunca había estado en Primera. «Este salto –dice– ha desbordado a la ciudad». Es una locura. Han estado en el Calderón, en el Camp Nou, en La Catedral. Antes, jugar con un «primera» en Copa era un acontecimiento. Hoy llega el Madrid y Zapico sabe que la semana que viene le espera mucho trabajo: «Van a cambiar todas las camisetas y la semana que viene tendré que pegar otra vez todos los números».