Mónaco

El hombre que compró la isla de Skorpios

Rybolovlev, el propietario del Mónaco, se la regaló a su hija

El millonario ruso Rybolovlev se exalta y grita en el palco del Mónaco mientras el príncipe Alberto se lleva las manos a la cabeza
El millonario ruso Rybolovlev se exalta y grita en el palco del Mónaco mientras el príncipe Alberto se lleva las manos a la cabezalarazon

Cuenta el millonario Dmitry Rybolovlev que su pasión futbolera nació en las gradas de Stamford Bridge, camuflado entre los aficionados del Chelsea. El siguiente paso era comprarse un club. Lo intentó con el Manchester United, al que observaba desde su palco Vip de Old Trafford, y terminó en Mónaco, pagando 100 millones al príncipe Alberto por el 66 por ciento del club.

Después de dos veranos negociando con Daniel Levy los traspasos de Modric y Bale, el Real Madrid ya se ha acostumbrado al trato con millonarios. Levy, con una fortuna que ronda los 2.600 millones de euros, tiene fama de ser el negociador más pesado del mundo del fútbol. «Es la negociación más dura que he vivido en 25 años como presidente», dijo Jean Michel Aulas, presidente del Lyon, del trato para la venta del portero Hugo Lloris al Tottenham. Y Aulas no destaca por ser fácil de convencer cuando se trata de vender jugadores.

Rybolovlev reparte sus gastos ahora entre su divorcio, el más caro de la historia, y el fútbol. Los siete millones de euros que ha pagado para cambiar el inquilino del banquillo –4,5 millones por despedir a Ranieri y 3 por sacar a Leonardo Jardim del Sporting de Portugal, además de la ficha de ambos– se quedan en nada al lado de los 3.200 millones que tuvo que abonar a su ex esposa Elena por el divorcio. O los más de 100 millones de euros que pagó por comprar la isla de Skorpios, la misma en la que está enterrado Aristotheles Onassis y en la que se casó con Jacqueline Kennedy. La isla se la regaló a su hija Ekatherina.

Pero no ha sido sencilla la vida de Rybolovlev, a pesar de lo que dicen los números. A finales de los años 90 pasó once meses en prisión como instigador de un asesinato del que después fue absuelto. «El primer mes fue muy difícil», afirma. Luego aprovechó su condición de médico para pasar consulta al resto de sus reclusos. En prisión prefería mantener oculto el dato de que era el propietario de una de las empresas más importantes del mundo dedicadas a la producción y distribución de fertilizantes, Uralkalia. Años después, tuvo que desprenderse de ella por las presiones que recibía del presidente Putin y su entorno. La vendió por 5.000 millones y se instaló en Suiza, junto a su mujer, en una mansión que compró a cambio de 232 millones de euros. Fue allí donde comenzó su colección de arte al ver la que tenía el anterior propietario de su casa. Pero la mansión suiza se le hizo demasiado pequeña para él y para su mujer. A él le gustaba más Mónaco y se gastó 300 millones en su residencia. Algo menos le costó la casa de Hawaii que le vendió Will Smith y en la que aprovecha para practicar surf.

De este hombre depende el fichaje de James por el Madrid. Un fichaje que debería agradecer a su ex esposa y a los 3.200 millones que se llevó por el divorcio.