Real Madrid

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Las 10 Copas de Europa del Madrid, con LA RAZÓN

LA RAZÓN regala a sus lectores los pósteres de las diez finales ganadas por el Real Madrid, que le han convertido en un club de leyenda. Imágenes de gran tamaño y alta calidad para guardar y coleccionar, desde 1956 hasta la última contra el Atlético. Un recorrido por la gran historia blanca, la gran historia del fútbol

Este lunes, primer póster de 68x56
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► LA RAZÓN regala a sus lectores las láminas de las diez finales ganadas por el Real Madrid, que le han convertido en un club de leyenda

Los más veteranos hablan de aquel día de la primera final, la de 1956 o de la del Bernabéu del año siguiente o del partido mítico que dio la Quinta frente al Eintracht. Los que ya tienen unos años repiten de memoria la alineación de 1966, contra el Partizán, con Gento aún corriendo la banda. Los que vislumbran los cuarenta tienen fresco el gol de Mijatovic en Amsterdam y ese ciclo de años pares, con la carrera de Raúl y la volea de Zidane, que fue un verso inesperado. Los más jóvenes se agarran al salto de Ramos cuando todo parecía perdido. Todo, menos la fe. Generaciones unidas por la misma felicidad. Ahora, camino a la «Undécima», LA RAZÓN regala los pósteres de esos partidos, los mejores recuerdos compartidos, instantes de pura felicidad.

La primera: 1955-1956. Real Madrid-Stade de Reims

4-3. El primer paso de la leyenda

«L’Equipe» se inventó la Copa de Europa para que se enfrentasen los mejores equipos del continente. En su primera participación, el Real Madrid de Villalonga y que comandaba Di Stéfano eliminó al Servette, Partizán y al Milan para cruzarse en la final con el Stade de Reims francés, donde mandaba Kopa, un jugador excepcional, que luego ficharía por el Madrid. En París el equipo francés se adelantó con dos tantos antes del minuto 10. Pero era demasiado pronto como para dar el encuentro por perdido. Di Stéfano y Rial empataron y antes del descanso, Gento mandó un balón al palo. Sin embargo, todo pareció hundirse cuando Hidalgo volvió a adelantar al rival. Marquitos, en cuatro minutos empató el encuentro y Rial hizo el cuarto, el que dio la primera Copa de Europa.

La segunda: 1956-1957. Real Madrid-Fiorentina

2-0. Fiesta en el Bernabéu

125.000 personas presenciaron la coronación del Madrid como mejor equipo de Europa sin discusión. El rival más duro había tocado en semifinales, cuando se enfrentó al Manchester United. Ganó 3-1 en casa y empató a dos en el campo inglés. La final fue contra la Fiorentina italiana, en un partido mucho menos vistoso que la final del año anterior. El Madrid llevó el dominio del encuentro, mientras que los italianos esperaban atrás, bien ordenados y encerrados. Le costó al equipo de Villalonga abrir el marcador: lo hizo en el minuto 71, cuando Alfredo di Stéfano marcó un penalti que le habían hecho a Marquitos. Con el tanto en contra el rival se quedó sin argumentos. Ocho minutos después, Gento hacía el segundo y la grada enloquecía.

La tercera: 1957-1958. Real Madrid-Milan

3-2. Dos remontadas y una prórroga

Lo que luego sería un clásico del fútbol europeo se vivió en la tercera final: el Milan de Grillo y Schiaffino medía al Madrid. Y lo midió bien, lo agotó, lo puso contra las cuerdas, pero no pudo vencerle. Aunque hubo momentos que parecía que sí. La primera parte pasó sin mucha historia, con los dos equipos jugando con mucho cuidado para no equivocarse. El Milan, más replegado el Madrid, con el balón, pero sin profundidad. Todo cambió tras el descanso; el conjunto italiano se atrevió a ir hacia adelante y en el minuto 59, Schiaffino adelantaba al Milan. Di Stéfano, cómo no, igualaba en el 74. Pero Grillo, tres minutos después, borraba la alegría. No era el Madrid un equipo débil ni temeroso ni fácil de hundir. Enseguida empató Rial y ya en la prórroga, Gento dio la victoria.

La cuarta: 1958-1959. Real Madrid-Stade de Reims

2-0. Bernabéu: «Sois cojonudos»

Se repetía la final de la primera edición, en la que el Stade de Reims perdió con la impresión de que podía haber ganado. Había cierta precaución en el Madrid por el recuerdo de ese encuentro. Sin embargo, el equipo que entonces entrenaba Carniglia jugó uno de sus partidos más sencillos, pese a que disputó el final de la primera parte y toda la segunda con uno menos. Dio igual. En el minuto 1 Mateos había adelantado a los blancos, que adoptaron una actitud más conservadora, controlando la situación, pero sin el ansia goleadora de otros días. Mateos falló un penalti que le pidió permiso a Di Stéfano para tirar. Fue Alfredo, al comienzo de la segunda parte, el que marcó el gol definitivo. Al final, Bernabéu les dio la prima por ganar y exclamó: «Sois cojonudos».

La quinta: 1959-1960. Real Madrid- Eintracht

7-3. El mejor partido de la historia

Puskas era un futbolista húngaro y mayor que pedía el balón al pie y que lucía una considerable barriga. Pero, sobre todo, Puskas era un goleador, un jugador con una pierna izquierda maravillosa, que demostró que para jugar a este deporte lo único que hacía falta era talento. Y a él le sobraba. Fue en la quinta final de la Copa de Europa cuando, junto con Di Stéfano, se desató. Puskas hizo cuatro goles, Alfredo marcó tres y el Madrid protagonizó contra el Eintracht un partido histórico, inolvidable para quien lo vio. En semifinales, el Madrid había echado al Barcelona y en la final, el Eintracht se adelantó. No debió hacerlo: enfadó a las estrellas. Cuando el rival hizo el segundo, el Madrid ya había marcado seis tantos. Di Stéfano hizo el séptimo. Un día de leyenda.

La sexta: 1965-1966. Real Madrid-Partizán

2-1. El triunfo «ye-ye»

Habían pasado seis años desde el último triunfo, dos finales perdidas, y un cambio generacional. Sólo Gento aguantaba de la época gloriosa. Era la época de los Beatles y los jóvenes se hicieron una foto junto al veterano Gento, con pelucas. Una foto que pasó a la historia y que sirvió para denominar «ye-ye» al Madrid campeón de Europa. Pasaban los años, cambiaban las formas de vivir, de vestir o de ver el mundo, pero el conjunto blanco, con Gento a la cabeza, seguía ganando. Fue contra el Partizán, que se adelantó en la segunda mitad. No estaban los más grandes, pero su carácter ya era un legado que se conserva hasta ahora. Amancio hizo el empate y poco después Serena daba la victoria al conjutno que entrenaba Miguel Muñoz, el ex futbolista.

La sétima: 1997-1998. Real Madrid-Juventus

1-0. La vuelta a la gloria

Tras la victoria en 1966 nadie esperaba que fuesen a pasar tantos años para volver a ganar una competición que se había hecho tan familiar. En 1981, el Madrid de los García perdió la final contra el Liverpool y este año, el equipo que entrena Heynckes, muy irregular en la Liga, no era favorito frente a la Juve de Zinedine Zidane. En el camino se había caído una portería en la semifinal contra el Borussia Dortmund. El Madrid triste de la Liga fue muy firme en Europa y esa imagen dio en la final. La Juve asustó al principio, pero el equipo blanco jugó con el peso de la historia, con solidez, dominando la situación. Fue Mijatovic quien recogió un balón en el área pequeña y lo levantó suavemente para acabar con la travesía en el desierto, para volver a hacer al Madrid grande de Europa.

La octava: 1999-2000. Real Madrid-Valencia

3-0. Tres defensas y la carrera de Raúl

Un Madrid poco fiable en Liga se transformaba cuando llegaban los partidos europeos. Del Bosque se había hecho con el equipo a mitad de temporada y para darle fiabilidad a un grupo inseguro, jugó con una defensa de tres y dos laterales largos como eran Michel Salgado y Roberto Carlos. En la final, en París, esperaba el Valencia de Cúper, que parecía favorito tras haber derrotado al Barcelona en semifinales. Con Mendieta, Gerard o Piojo López era un equipo temible. Pero en la Copa de Europa, el temible es el Madrid. Redondo había eliminado al Manchester de un taconazo y en la final McManaman hizo su mejor partido blanco. Morientes hizo el primero, el inglés el segundo y Raúl, en una memorable carrera al contraataque, registró su historia con el tercero.

La novena: 2001-2002. Real Madrid-Bayer L.

2-1. Y Zidane hizo un milagro

Tras una pared con Solari por la banda izquierda, Roberto Carlos mandó un balón al cielo para que cayese en el pico del área. Ahí, donde estaba Zidane; ahí, donde dibujó una de las jugadas más memorables de la historia del fútbol. Levantó la pierna y antes de que la pelota tocara la hierba se inventó una volea que colocó el balón en la escuadra. Fue mágico, casi increíble. Fue el 2-1. Antes había marcado Raúl, tras un saque de banda y después había empatado el conjunto alemán. Tras el gol del Zizou, con Casillas en la portería tras lesionarse César, el partido se convirtió en un ejercicio de supervivencia del equipo de Del Bosque, con Casillas volando de palo a palo, en una de sus noches milagrosas para aguantar el empuje y la presión del equipo alemán.

La décima: 2013-2014. Real Madrid-Atlético

4-1. El inolvidable minuto 93

Los cronistas ya estaban elogiando al Atlético, la policía en Madrid ya se iba colocando en torno a Neptuno y la UEFA iba cogiendo las cajas de champán para dárselas a los miembros de la expedición rojiblanca. El Atlético ganaba el derbi más importante casi sin tirar a puerta, con un cabezazo de Godín que no supo medir Casillas, en un error que nunca olvidará. Después, el conjunto rojiblanco resistió. Noventa minutos resistiendo. Pero en el último minuto, en el descuento, en el 93, Modric sacó un córner y Ramos voló para cambiar la historia. En la prórroga Bale remató una jugada de Di María, Marcelo marcó el tercero y Ronaldo, de penalti, hizo el cuarto contra un desfondado Atlético. Había estado cerca, pero el Madrid tuvo la fe suficiente para creer cuando lo fácil era rendirse.