
Polémica
Los padres de los niños acusados de acosar a un árbitra de 13 años estallan: "¿Quién escucha a nuestros hijos?"
Los padres de los niños de entre 6 y 7 años, denuncian que las acusaciones son falsas y nadie se ha preocupado por conocer su versión: "Incluso a los acusados de delitos graves se les presume inocentes..."

El pasado fin de semana el futbol se vio sobresaltado por la denuncia de un presunto caso de acoso a una árbitra menor de edad. Una madre denunciaba a través de su página de Facebook la lamentable situación que sufrió su hija adolescente mientras arbitraba un partido de Prebenjamines Segunda Fugal que enfrentó al Victoria y al Silva en los campos de futbol La Torre de A Coruña.
"Yo no me voy a callar porque es encubrir una acción y una actitud que muchas veces se oculta por vergüenza. Pero mientras no denunciemos estás cosas seguirán pasando y con total impunidad", explicaba Esther Rey, la madre de la árbitra de 13 años, en su cuenta de Facebook.
Las acusaciones de Esther Rey
Esther Rey relató que "el delegado del Victoria (uno de los equipos que disputaban el partido) fue un auténtico monstruo que se dedicó a discutir de manera reiterada todas y cada una de las decisiones de una niña que, al igual que los jugadores, está aprendiendo. Con mala educación, intimidándola con sus aspavientos, sus expresiones y su actitud corporal. Un auténtico gañán, un energúmeno que debería tener una orden de alejamiento de los campos de fútbol. Con su ejemplo desde la banda lo único que hace es crear monstruos a su imagen y semejanza. De hecho en un descanso un jugador de no más de siete años se acercó a mí hija, la árbitro, exigiéndole explicaciones por su manera de pitar las faltas. Cuando esté niño debería tener grabado a fuego que al árbitro no se le discute. Raquel, a pesar de su situación y nerviosismo, le perdonó e hizo oídos sordos".
"Con respecto al Silva, el otro equipo del partido, Raquel cometió el error de no comprobar en la alineación quienes eran los que estaban incluidos como técnicos de ese partido por parte del Silva. Y se encontró con un entrenador y tres jóvenes que, actuando en manada, sí en manada, acosaban a mí hija ante cualquier decisión arbitral. No se atrevía a acercarse a la banda porque les tenía miedo. Literalmente miedo, por sus expresiones y su actitud agresiva", denuncia Esther Rey.
"Raquel no hizo uso de todas las armas que el reglamento tiene habilitadas para estos casos, como activar el protocolo de violencia verbal, sacar tarjetas, expulsar a los tres sinvergüenzas que estaban en el banquillo del Silva... Sinvergüenzas me parece poco, repito manada, acosando a una niña menor de edad, con el brazalete que identificaba su edad, me parece denunciable", concluye.
"Manada, monstruos..."
Rápidamente los medios se hicieron eco del terrible suceso y los calificativos empleados para definir el ataque de los menores como "manada", "monstruos" o "desalmados" ha llevado a los padres de estos jugadores de entre 6 y 7 años a estallar contra lo que consideran una difamación y una infamia.
"A nosotros nadie nos ha preguntado por nuestra versión, pero en los medios ya se ha dado por hecho lo ocurrido basándose únicamente en el testimonio de una de las partes. Incluso a los acusados de delitos graves se les presume inocentes hasta que haya una sentencia, pero aquí se nos ha señalado sin permitirnos defendernos. Me llama la atención que en la entrevista las únicas víctimas del "terror" según el relato fueran madre e hija, cuando en el campo había niños de solo 6 y 7 años en ambos equipos, y esto ni siquiera se tuvo en cuenta. Soy madre de uno de los niños del Victoria y quiero expresar la indignación que sentimos los padres ante el tratamiento que han dado a este tema por todos los medios. A nosotros nadie nos ha preguntado por nuestra versión. Incluso a los acusados de delitos graves se les presume inocentes hasta que haya una sentencia, pero aquí se nos ha señalado sin permitirnos defendernos" denuncia una de la progenitoras.
Ante el revuelo causado los padres han decido publicar un comunicado conjunto para dar su versión de los hechos bajo el título "Deporte, niños y mentiras: cómo una historia manipulada nos ha señalado".
Comunicado íntegro
Ante las declaraciones realizadas en redes sociales por Esther Rey, madre de Raquel Rey, queremos expresar nuestra profunda preocupación por la manera en que esta situación ha sido tergiversada en medios de comunicación y plataformas digitales.
La información que está circulando en los medios no es del todo precisa. Se están haciendo interpretaciones exageradas sin conocer todos los detalles. Como padres y madres, estamos viendo cómo nuestras familias y, sobre todo, nuestros hijos de 7 años, están siendo injustamente señalados y juzgados. La versión presentada no refleja con exactitud lo ocurrido en el partido y, lejos de buscar una solución adecuada, se ha generado un clima de confrontación que afecta negativamente a los niños, quienes solo desean disfrutar del deporte.
Si realmente lo que se menciona en los medios hubiera sido cierto, como madre, no me habría quedado de brazos cruzados y habría tomado las medidas necesarias en el momento, incluyendo contactar a la policía en caso de ser necesario. Sin embargo, parece
que se ha priorizado la difusión en redes sociales antes que una resolución formal de la situación. El uso de un lenguaje inapropiado y acusaciones infundadas. Consideramos preocupante el tono y las expresiones empleadas en las publicaciones de la señora Rey, en las que ha utilizado términos como “monstruo”, “manada”, “energúmenos” o “auténtico gañán” para referirse a niños de 7 años y a los miembros del equipo. Estas palabras no solo resultan ofensivas e injustas, sino que también han distorsionado la percepción de lo ocurrido, contribuyendo a la amplificación del conflicto. Asimismo, tal como se pide respeto hacia su hija, solicitamos el mismo respeto hacia nuestros hijos y hacia nosotros como padres. Todos merecemos ser tratados con consideración y empatía.
Aún más preocupante es la forma en que expuso públicamente a su propia hija con frases que consideramos inadecuadas para referirse a una menor, tales como:
• “Raquelita, saca las uñas y enseña los dientes, en el fútbol y en la vida, porque, por desgracia, los hijos de puta huelen la sangre. Y hay muchos y están por todas partes, no solo en los campos de fútbol.”
• “Quiero verla sonreír cuando saca una tarjeta roja igual que cuando se alegra porque un equipo que está arbitrando marca un gol y se revuelcan como cachorritos por el suelo.”
Creemos firmemente que este tipo de mensajes no contribuyen a la educación en valores de los menores ni a la promoción de un entorno deportivo sano y respetuoso.
Tanto nuestros hijos, como nosotros los padres y el entrenador del equipo, nos veremos afectados por las declaraciones de Esther Rey, que no reflejan con exactitud lo ocurrido. En lugar de buscar una solución adecuada, parece que ha preferido buscar protagonismo, sin tener en cuenta las consecuencias que esto pueda generar para los demás. Esta situación está afectando negativamente al equipo, especialmente a los niños de 7 años, que jugaban con ilusión. A partir de ahora, cuando vuelvan a jugar, se verán señalados y juzgados, lo cual repercutirá en su disfrute y desarrollo dentro del deporte. Lo más importante es que los niños puedan seguir jugando sin que estos conflictos interfieran en su experiencia.
Falsas acusaciones y daño a la comunidad deportiva
Nos parece grave que se utilicen acusaciones tan serias, ya que en ningún momento se ha faltado al respeto a la joven árbitra y las afirmaciones vertidas no se ajustan a lo sucedido en el campo. Asegurar que “la mitad del campo la insultaba” es falso, y señalar a niños de tan solo 7 años como responsables de un problema inexistente solo contribuye a alimentar una narrativa errónea.
Queremos enfatizar que condenamos cualquier tipo de violencia, tanto dentro como fuera del terreno de juego. Siempre hemos defendido el juego limpio y el respeto en todos los ámbitos de la vida, valores que consideramos fundamentales en la formación de nuestros hijos. Por ello, hacemos un llamado a la responsabilidad en la difusión de información, evitando la propagación de versiones distorsionadas que solo generan conflictos innecesarios.
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