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Rayo Vallecano - Real Madrid (1-1): El Rayo frena al Madrid

El Real Madrid empata en Vallecas en un partido que comenzó dominando y con un gol de Joselu, pero en el que se fue apagando

Rayo Vallecano - Real Madrid @Gonzalo Pérez Mata
Rayo Vallecano - Real Madrid Gonzalo Pérez Mata Fotógrafos

LaLiga es un camino muy largo en el que pasa de todo y las emociones cambian de un día para otro. Así, el Real Madrid que iba como una bala se paró un poquito en Vallecas, el campo del Rayo, que llegaba con entrenador nuevo, con problemas acerca de su juego y con una movilización general a favor del estadio, que es, en realidad, una manera de vivir más importante que las cuentas inmobiliarias.

En un vídeo esta semana en las redes sociales, la afición del Rayo pedía que no se abandonara la tristeza. Que se puede perder o ganar, descender incluso, pero que no se dejasen llevar por la tristeza. Y contra el líder de la competición y el equipo más en forma, dejaron atrás la tristeza y sumaron un puntito que no salva nada, pero esquiva la tristeza durante unos días en Vallecas.

El empate al Madrid le sirve para hacerse a la idea de que la competición se va a tener que pelear todavía en todos los campos y para los aficionados madridstas es un importante toque de atención para darse cuenta que una cosa es el futuro y los sueños con Mbappé y otra lo que sucede en el presente, en el día a día, en campos pequeños como el de este barrio de Madrid, donde es complicado jugar por el rival y por las dimensiones y porque hay días que no. Y no.

En Vallecas fue un día que no, gris, pese al sol de mediodía de febrero en Madrid. Y eso que apuntaba a bueno para el líder de LaLiga con unos primeros veinte minutos largos en los que el equipo de Ancelotti estuvo muy feliz en el campo y sumó un gol de ventaja. De Joselu, ese delantero que llegaba para ser de segunda fila y no perdona un día. Esta vez no fue con la cabeza: fue un remate tirándose al suelo tras un pase Valverde, a quien había encontrado Brahim a la carrera. El gol puso tan de cara el partido para el equipo de Ancelotti, se encontraba tan bien en el campo, que se equivocó, que lo vio casi hecho y se dejó ir de una manera que luego no encontró el camino de vuelta.

No supo o no quiso ir por el partido y la acabó pagando. Le costó casi todo el equipo blanco, peor según pasaban los minutos, sin profundidad, porque Vinicius estuvo demasiado vigilado y no encontró la manera de ser decisivo. Brahim tuvo sus momentos, pero no se impuso en el choque y los cambios de Ancelotti, cada vez más ofensivos tampocos ofrecieron soluciones: acabó con Joselu, Rodrygo, Vinicius y Güler. Ninguno dio claridad al Real Madrid, más pesado que otras veces. Ni siquiera terminó el encuentro agobiando al rival con jugadas de peligro y ese merodeo constante con los que los contrarios suelen elegir muerte a susto. El partido casi acabó con una segunda amarilla roja a Carvajal por un golpe con la cabeza al rival. El equipo de Ancelotti terminó con diez y las ideas muy poco claras.

Todo lo cambión in tanto de estos tan habituales en el fútbol moderno, un penalti que tanto les cuesta comprender a los futbolistas, pero que cada vez se pitan. La mano en el área, tras un tiro del Rayo fue de Camavinga. Fue mano y es penalti, otra cosa es que tenga sentido que eso sea penalti o que se pite todas las veces que suceda. Lunin, titular ya definitivamente, sin que nadie dude de que se lo ha ganado, no pudo hacer nada ante el tanto de Raúl de Tomás. El canterano del Real Madrid siempre da la impresión de estar un punto por debajo de lo que podría ser. Un futbolista con cualidades y que pocas veces ha estado a la altura de lo prometido.

El empate a mitad del primer tiempo dio otro aire al encuentro, un aire que el Real Madrid no supo manejar. En las redes sociales, Bellingham había celebrado el tanto de Joselu, quizá pensando que no se le echa de menos, pero sí se le echa, porque su presencia en el campo pesa mucho más que el resto de futbolistas. Tampoco Camavinga, Valverde ni Modric fueron capaces de imitar la luz que viene dando Kroos, y que en la segunda parte, ya sacaría al campo Ancelotti, aunque no fuese suficiente.

El partido fue intenso, pero feote, inesperadamente igualado para las diferencias de los dos equipos y sin ocasiones claras para ningún. Las llegadas fueron embarullasdas y el partido, espeso, acabó en un empate que ni alegra ni molesta.