Fútbol

Regreso al Bernabéu: “Toda la vida he ido con mi padre... Es jodido”

Lorenzo Sanz recuerda los lazos que creó con su padre, fallecido por covid, yendo al Santiago Bernabéu, que en el partido contra el Celta reabre sus puertas con público después de la pandemia y de un año y medio en silencio

«Toda la vida he ido con mi padre», dice. Y ahora que lo dice, que se oye decirlo, que se le quiebra un poquito la voz, repite: «Es jodido». Y al oírse, Lorenzo Sanz hijo se adelanta y se visualiza esta noche caminando, con hijos, familiares y amigos, el recorrido que se sabe de memoria hacia el Santiago Bernabéu, que ha hecho infinidad de veces, casi siempre ilusionado, a veces cabreado, otras aburrido, y se ve haciéndolo el domingo 12 de septiembre, año y medio después,con todos los que le importan en esta vida. Con todos, menos con su padre.

Lorenzo Sanz Junior, con una imagen de su padre, ex presidente blanco, de fondo con la Champions
Lorenzo Sanz Junior, con una imagen de su padre, ex presidente blanco, de fondo con la ChampionsJesus G. FeriaLa Razón

«Ha pasado mucho tiempo sin ti, amigo mío /pero nos pondremos al día cuando te visite otra vez», empezaba el vídeo institucional de la última y telemática Asamblea del Real Madrid, en septiembre de 2020. La canción «See you again» sonaba en inglés original con subtítulos en castellano mientras se veían imágenes del Santiago Bernabéu ruidoso y lleno y en el siguiente plano, vacío y silencioso.

La pandemia obligó a cerrar España en marzo de 2020 y acabó con la normalidad y las rutinas. Para los socios madridistas no había rutina más sagrada que ir al fútbol, más o menos, cada dos fines de semana, con frío, calor, lluvia, con fiestas familiares a las que faltar o vacaciones que había que adecuar al calendario de LaLiga. Se cambia de casa y de escritores favoritos, uno cambia de amigos y gustos culinarios, ya no lees los periódicos que leías ni te gusta la ropa que vestías. Pero más o menos, cada dos fines de semana, se iba al fútbol. «Soy socio desde que tengo 4 años, ni recuerdo mi primer partido. Como yo soy el mayor de mis hermanos –sigue contando Lorenzo Sanz– mi padre me hizo socio cuando se hacía él. Volvía, porque cuando era joven ya lo había sido, pero como no tenía posibles, lo dejó y después, cuando pudo permitírselo, nos hizo socios a ambos. Los abonos estaban en Tribuna, como a la izquierda del palco de autoridades. Teníamos, –continúa hablando en pasado–números correlativos».

Y desde entonces, ahora tiene 50 años, no ha dejado de ir al Santiago Bernabéu. Va con sus hijos, a los que hizo socios nada más nacer, por el Real Madrid, claro, pero también por todo lo que significa ir al fútbol: «Mi padre trabajaba mucho, de sombra a sombra y yo no le veía durante toda la semana. Cuando iba al colegio por la mañana ya no estaba y al volver, todavía no había llegado. Ir al Bernabéu con mis padres era hacer familia».

Y ve en uno de sus hijos, el más apasionado, el que no puede aguantar los gritos y los gestos, el que no puede explicar que el Madrid le haga sentir eso, en ése, se ve él cuando iba con su padre: «Los primeros partidos que tengo en mente son las remontadas de la UEFA, aquello fue la hostia. Era muy pequeño y son partidos que marcan mucho cuando eres niño y más cuando el equipo remonta las goleadas que se había llevado en la ida y pasa. Te entra el Real Madrid en vena. Sentía mucho los colores, yo pegaba más gritos y mi padre no. Ahora lo veo: al ser padre eres más pausado. Mi hijo es un hooligan y yo me lo tomo más con calma».

Así avanzan las obras del espectacular nuevo Bernabéu
Así avanzan las obras del espectacular nuevo BernabéuAntonio Cruz

Lorenzo Sanz padre fue aficionado, socio, directivo y presidente del Real Madrid. Con él llegó, 32 años después, la inolvidable séptima Copa de Europa, la del gol de Mijatovic, y dos años después la Octava, en París, contra el Valencia, con la también inolvidable carrera de Raúl. Fueron tiempos turbulentos, de preglobalización, pero el recuerdo de esos años de Sanz como presidente perduran aún en el madridismo: «Hay muchísimo cariño y añoranza de mi padre. Fue un ejemplo y un visionario. Cuando iba al Bernabéu los aficionados le paraban y le pedían fotos con mucho cariño», rememora ahora su hijo mayor.

Lorenzo Sanz padre entró en el hospital en plena pandemia y, como miles de víctimas, no salió. Su historia es la que aún recuerdan en la piel familias y familias en España. Un adiós sin despedidas, sin poder ir a visitarlo, como si lo que le estuviera pasando no fuera cierto, si ayer estaba como nunca. Descubrieron que los ritos tras la muerte que, por el coronavirus no se pudieron realizar, existen para que el futuro no duela.

«Mi padre había visto jugar a Di Stéfano y decía que era de él, pero también de Gento, de Amancio. Yo era de Santillana y después, de Butragueño», cuenta Lorenzo Sanz, porque las diferencias generacionales en familias futbolísticas se ven en los jugadores que han poblado la infancia futbolística de cada uno.

Dice Lorenzo que a su padre le encantaba ir al Bernabéu y que en los últimos años, cuando iba al palco, ya no le acompañaba ninguno de sus hijos, sino alguno de sus nietos. Era el abuelo haciendo con ellos lo mismo que hizo con sus hijos. Eso que vuelve al fútbol tan importante: crear recuerdos.

Pero todo se paró: «Cada vez que juega el Real Madrid fuera del estadio tengo la tradición de que venga un grupo de amigos a casa y también, sobre todo en los partidos gordos, se apuntaba mi padre. Estaba aquí, sentado con nosotros. Ahora, con el Santiago Bernabéu cerrado, nos hemos reunido también para ver los encuentros de casa. Se echa de menos tener a mi padre al lado».

No estuvieron juntos en las finales en las que iba al palco, pero sí que se sentaron al lado en la de Lisboa y cuando Sergio Ramos marcó el gol en el minuto 93: «Nos abrazamos y nos caímos en la grada hacia abajo, encima de él», contaba estos días con una sonrisa que se intuía, Lorenzo hijo.

«Hemos recorrido un largo camino desde que todo empezó», sigue la canción de ese vídeo de la Asamblea extraordinaria blanca, «y te lo contaré todo cuando nos volvamos a ver.

Cuando nos volvamos a ver».