Opinión

Mucho más que una remontada, algo más que una final

Las tres gestas del Madrid en la Champions han multiplicado exponencialmente la no precisamente menor mística de la entidad más laureada desde que los ingleses inventaron el fútbol hace siglo y medio

Carlo Ancelotti, después de clasificarse para la final de la Liga de Campeones
Carlo Ancelotti, después de clasificarse para la final de la Liga de CampeonesAFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

Superar una eliminatoria de Champions en la que llevas dos goles de desventaja no es tarea sencilla. Pero hacerlo en los minutos 90 y 91 se antoja misión cuasiimposible. Estadísticamente estamos hablando de porcentajes del 1% o el 2% como muchísimo. El tamaño de la gesta del Real Madrid es gigantesco, aunque todavía un pelín por debajo de la protagonizada por Sergio Ramos con ese testarazo en el 93 en Lisboa que batió a Thibaut Courtois. Más que nada, porque el cabezazo a los pies del mejor portero del mundo transportó la ansiada Décima a las vitrinas del Santiago Bernabéu sorteando in extremis la tragedia que hubiera supuesto la victoria de uno de los eternos rivales. El eterno 4 merengue evitó un sorpasso histórico que habría colocado al Atlético de Madrid, siquiera momentáneamente, por encima del mejor equipo de la historia.

Hablando el otro día con un miembro de la cúpula de la Casa Blanca nos preguntábamos si las remontadas de este año son cualitativamente -cuantitativamente por ahí andan- más importantes que las de esa Quinta del Buitre que dio la vuelta a eliminatorias imposibles, caso del Anderlecht, el Borussia Mönchengladbach o el Inter. Ambos llegamos a la conclusión de que éstas son infinitamente más relevantes por el perogrullesco hecho de que aquéllas condujeron a la consecución de dos copas de la UEFA, el antecedente de la Europa League, y las de nuestro tiempo están permitiendo levantar el trofeo de clubes más preciado del mundo, la Copa de Europa.

Veinticuatro horas antes del encuentro, la gente se interesaba por mis presagios, como si un servidor dispusiera de una varita mágica en esta inexacta ciencia que es el fútbol. Mi respuesta fue sarcásticamente idéntica: “El City es un equipo superior, pero no podemos olvidar la flor que tiene en salve sea la parte Carlo Ancelotti”. Fui profundamente injusto. Cuando gozas de suerte una vez puedes pensar que Dios o el destino ha estado a tu lado, pero cuando se pone de tu lado en tres ocasiones, frente a PSG, Chelsea y City ni más ni menos, hay que pensar que el asunto es algo más que una cuestión de baraka. Uno de los presidentes fundadores de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, esbozó la que tal vez es la mejor frase sobre la materia: “Yo creo bastante en la suerte y he constatado que cuanto más duro trabajo, más suerte tengo”. Pues eso: que el conjunto de Ancelotti está muy currado tácticamente y no digamos ya físicamente. Por algo el míster de Reggiolo es el preparador que más Champions-Copas de Europa acumula ex aequo con otro que tal baila, Zinedine Zidane, y con el genio del mejor Liverpool, Bob Paisley. Dentro de tres sábados se puede coronar como el indiscutible número 1 de la historia. Ancelotti ha demostrado que es un genio en la más difícil de las dos cosas que tiene que dominar un entrenador de postín: los cambios, la otra obviamente son las alineaciones.

La moraleja de lo que aconteció el miércoles en el que va a ser también el mejor estadio del planeta va más allá de una mera remontada, del pase a la final e incluso si me apuran de la segura victoria el sábado 28 en el Stade de France -el Madrid no ha perdido una sola de las siete finales de la era moderna-. Las tres gestas merengues han multiplicado exponencialmente la no precisamente menor mística de la entidad más laureada desde que los ingleses inventaron el fútbol hace siglo y medio. Otra consecuencia no precisamente menor es que el miedo escénico que de por sí ya infunden el Real Madrid y el Bernabéu se ha disparado hasta el infinito. Debe ser un auténtico infierno pensar que hagas lo que hagas, los blancos siempre te van a doblar el pulso. Hay quien ha parafraseado el aserto que se empleaba con Alemania: “El fútbol es un deporte en el que juegan 11 contra 11 y al final siempre gana el Real Madrid”. Pues eso: que Ancelotti ha cambiado la historia, ha situado a los suyos en un escalón que nadie alcanzará al menos en este siglo y, sobre todo y por encima de todo, ha pulverizado psicológicamente a todos y cada uno de sus adversarios.

PD: otro de los culpables del pase a la finalísima de París es José Luis Martínez-Almeida, el talismán oculto del Real Madrid. Cada vez que se planta en el palco del Bernabéu, el equipo local se lleva la victoria. Su índice de acierto es del 100%. Una bendición para el madridismo, un putadón para él que es del Atleti. La maldición colchonera tiene estas cosas...