Real Madrid
«¿Tú jugaste con el Buitre?»
Hoy se cumplen 30 años de la aparición de la Quinta del Buitre en el Real Madrid. Sanchís y Martín Vázquez fueron los pioneros con su debut en Murcia
Hoy se cumplen 30 años de la aparición de la Quinta del Buitre en el Real Madrid
MADRID- La carrera deportiva profesional de Juan Antonio de Felipe Gallego tiene tres grandes contradicciones: se llamaba Juanito, pero no era Juan Gómez, Juanito; jugó en el Real Madrid, pero no jugó en el Madrid; y fue parte de la Quinta del Buitre, pero no fue parte de la Quinta del Buitre. Juanito fue el futbolista que más minutos disputó en el Castilla de la temporada 1983-84, cuando ganó el título de Segunda División, el año en el que comienzan a subir los futbolistas de la Quinta al primer equipo. Juanito, un lateral derecho con calidad para llegar lejos, estuvo en los dos mejores Castillas que han existido: el finalista de la Copa del Rey y el campeón de Segunda. Las dos veces se le escapó el tren para hacerse grande en el Bernabéu.
Después de perder la final de Copa contra el primer equipo, el Castilla, sí un filial, disputó la Recopa de Europa, la segunda competición continental. Para competir, algunos futbolistas, en vez de ascender al primer equipo, se quedaron en el filial. En el primer partido, contra el West Ham, Juanito se rompió. «Era un miércoles, el domingo hubiese jugado con el Real Madrid contra el Sevilla», dice desde su despacho en el Hospital Fremap de Majadahonda, al lado de Madrid. Es el minuto 63 de partido. Quien le sustituye es Chendo.
Juanito se marcha al Oviedo y el Castilla le repesca al año siguiente. Se encuentra en el equipo con unos jóvenes prodigiosos. «Eran muy inquietos, les preocupaba su futuro». Pardeza estaba con sus libros; Sanchís y Butragueño, entre otros, estudiaban, como el propio Juanito, como Pérez Durán, que sacó Químicas primero y después Educación Física. «Me puse con Químicas, por valentía, y después la saqué», cuenta ahora el encargado de la Agrupación Deportiva del Colegio Nuestra Señora de las Nieves, en la calle Alcalá, en Madrid. Un proyecto fantástico en el que más de 250 alumnos juegan al voleibol o al fútbol con unos resultados espectaculares. Pérez Durán les enseña los «valores» que dice que aprendió en el Real Madrid. Bueno, en el Castilla. Como Juanito, a Pérez Durán la fortuna se la jugó en forma de lesión: «Jugué los primeros 18 partidos ese año, pero me rompí la rodilla. Ligamento interno». Ya no vuelve hasta final de temporada.
Todos recuerdan ese Castilla como un equipo magnífico, llevado por la experta mano de Amancio. «Éramos como un grupo de amigos del colegio, como amigos del barrio que juegan juntos en un equipo de fútbol. Jugábamos al parchís en los viajes –explica Juanito en su despacho, con dos huesos en una estantería. Terminó Medicina y se especializó en Traumatología–. Esas partidas de parchís eran entre Míchel, Butragueño, Juliá y yo. El que ganaba era Emilio y el que no perdía nunca era Míchel».
Ganaban al parchís y luego se marchaban al primer equipo. «Miras para atrás y dices: era como ellos, yo podía estar allí», asegura De las Heras, que jugaba en el ataque con el Buitre y Pardeza. Los dos subieron, De las Heras aguanta unos años más en el Castilla y se marcha al Málaga, a Segunda División. Al final, consigue ascender y en toda su carrera juega un partido en Primera. Desde hace nueve años es entrenador de la Fundación del Real Madrid y enseña a los presos en cárceles de Madrid.
«El fútbol es incierto, inseguro; o lo era en aquella época», recuerda Juanito. Tras el Castilla, se marcha de nuevo al Oviedo. Acaba en el Rayo, donde no le pagan.
«Acabas tu carrera futbolística con treinta y pocos años y muchos se sienten inútiles –asegura Pérez Durán–. Yo era químico y ex futbolista. Nadie me daba trabajo de químico». En 1984, Pérez Durán vuelve a jugar al final de temporada, pero en el Madrid ya lo ven como un lesionado y es imposible que dé el salto al primer equipo. Se marcha a hacer carrera por Segunda. Se retira en el Racing de Santander, sin jugar en Primera. Encontró trabajo de profesor: «Llevo 22 años en el colegio, me ha dado la felicidad que me dio el fútbol», dice. No mira con nostalgia atrás, sino con alegría. «Siempre piensas qué hubiera pasado –añade Juanito–, pero también pienso que ahora no sería médico y traumatólogo».
Los abuelos de los niños a veces reconocen a Pérez Durán o a Juanito, por su inconfundible bigote. A De las Heras, en Aranjuez, donde vive, a veces alguien se le queda mirando, le para por la calle, se fija detenidamente en él y hace el gesto en la cara que hacemos todos cuando revisamos en nuestros recuerdos y aparece una imagen en nuestro disco duro. Esa cara me suena, de algo, de un famoso, ¿no? De haberle visto en algún sitio. Por fin se atreven a preguntarle: «Tú jugaste con el Buitre, ¿verdad?».