David Villa
Villa no se rinde
El asturiano pide paso en el once del Barcelona ante la visita del Madrid
A David Villa nadie le tiene que explicar lo que significa luchar. Es algo inherente a su carácter desde que metía goles en los campos de Mareo. Rendirse es un concepto que no existe en su diccionario. El «Guaje» presenta batalla hasta en los momentos más complicados. Villa es un delantero excepcional y un goleador sin igual. Nadie, ni siquiera el Barcelona actual, puede permitirse prescindir de sus servicios. Cuando se rompió la tibia en diciembre de 2011, se le cayó el cielo encima. Pero rápidamente se levantó y comenzó a trabajar intensamente para volver a jugar a lo que más le gusta. Un año de trabajo, infinitas horas de gimnasio sin la luz de los focos, de subidas a la montaña para fortalecer la pierna. Pero cuando estuvo listo para volver a los terrenos de juego, se encontró con que Tito Vilanova se lo quiso tomar con calma y no precipitar su regreso. Así que su reincorporación al equipo ha sido mucho más lenta de lo esperado, para desesperación del Camp Nou, volcado con Villa cada vez que tiene una oportunidad.
Pero los argumentos que ha utilizado el cuerpo técnico para frenar su vuelta al once ya han dejado de ser válidos. La no presencia de Villa en un once a partir de ahora sólo se deberá a motivos técnicos. Porque el «Guaje» vuelve a ser el «Guaje», el mejor goleador que tiene el Barcelona más allá de esa criatura de otro planeta que se llama Leo Messi. Villa lleva metiendo goles desde que abandonó el vientre de su madre y no se le ha olvidado. Eso es algo que no se aprende. Se tiene o no se tiene. Y hay pocos que tengan tanto gol como el asturiano, el mejor goleador en la historia de la Selección, entre otros muchos méritos. En 25 jornadas de Liga, apenas ha sido titular en nueve y no suma ni 800 minutos de juego en total. Pero han sido suficientes para que Villa sea ya el segundo máximo goleador azulgrana del campeonato, con siete goles. El último lo marcó el sábado y fue el que inició la remontada ante el Sevilla. Un gol de área. Un gol que tuvieron otros y no marcaron. Fallaron, se resbalaron, perdieron la batalla con el defensor... Pero Villa no falla.
Además de todas sus cualidades, Villa ha demostrado siempre ser un jugador que antepone el equipo a su rendimiento personal. Cuando fichó por el Barcelona no lo hizo para ser el delantero centro del equipo. Guardiola le pidió que se pegara a la banda izquierda para abrir el campo y reventar a las defensas contrarias con sus diagonales. Y lo hizo a la perfección, culminando su primera temporada con un gol en la final de la «Champions» en Wembley que nunca olvidará. Esta temporada no ha tenido una palabra más alta que otra a pesar de sufrir un ostracismo poco entendible ante su eficacia goleadora. Pero Villa ya ha sido titular en tres de los últimos cinco partidos, marcando en dos de ellos, y la tendencia es que vaya todavía a más.
A Tito Vilanova se le presenta un reto interesante ante una de las semanas más importantes de la temporada, con dos clásicos en cinco días. Como antaño, el técnico había formado un once que la afición se empezaba a saber de memoria. Pero la irrupción de Villa puede ser una de las sorpresas que se esconda en la manga. Mañana se juega en el Camp Nou el primer partido decisivo de la temporada ante el Real Madrid y Villa pide paso. En Central Park tienen que tomar una decisión.
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