Baloncesto
Garbajosa no es Rubiales
La buena relación entre el presidente y Scariolo, el diálogo permanente entre ambos y el apoyo de los jugadores evitaron que en el baloncesto se repitiera un «caso Lopetegui»
La buena relación entre el presidente y Scariolo, el diálogo permanente entre ambos y el apoyo de los jugadores evitaron que en el baloncesto se repitiera un «caso Lopetegui».
La exitosa etapa de Scariolo al frente de la Selección –tres metales olímpicos, dos platas y un bronce, y tres títulos de campeón de Europa– ha estado más cerca de lo que parece de cerrarse abruptamente. El fichaje del técnico como entrenador ayudante de los Toronto Raptors situó a la FEB y al italiano en un escenario desconocido. Con tres fechas de las famosas «ventanas FIBA» por delante (septiembre, noviembre-diciembre y febrero) ambas partes buscaban que Scariolo pudiera compatibilizar su nuevo destino en la NBA sin desatender sus obligaciones como seleccionador.
El punto de partida para evitar un nuevo «caso Lopetegui» era que ambos bandos querían mantener el contrato que les une hasta 2020 adaptándose al nuevo escenario. Había muchas aristas, pero el objetivo era común. Ésa es la primera diferencia con la tajante resolución adoptada por parte de Luis Rubiales a dos días del arranque del Mundial de Rusia. Pero hay mucho más. La buena sintonía entre el presidente de la FEB, Jorge Garbajosa, y el seleccionador; el diálogo constante, incluso diario, entre las partes; las reuniones entre el Gabinete Técnico de la FEB y el técnico; un encuentro cara a cara entre Garbajosa y Scariolo, que fue decisivo; el apoyo de los jugadores a la continuidad del entrenador y además, tampoco había una alternativa fiable para reemplazar al italiano.
La relación entre Garbajosa y Scariolo viene de lejos. Han compartido equipos (Baskonia, donde la relación no acabó precisamente bien, Unicaja, Khimki y Selección) y desde julio de 2016, ya en la que es su segunda etapa como seleccionador, el exjugador es su jefe en la Federación. Precisamente en el arranque de esa nueva etapa, en 2015, el técnico confesó a LA RAZÓN que había descubierto en Garbajosa a un «ex jugador que puede ser un magnífico directivo». Y este directivo lo tenía claro desde que empezaron los contactos entre los Raptors y el de Brescia. «Queremos que continúe. Él ha introducido una variante nueva por un deseo personal que es legítimo y entendemos, pero ahora hay que buscar la fórmula para compatibilizarlo. Queremos que él sea feliz y el rendimiento de la Selección esté salvaguardado», declaró públicamente.
El interés de Scariolo por entrenar a un club y a la vez seguir siendo seleccionador viene de lejos. En numerosas reuniones ha insistido en que la norma que se inventó la ACB en 2002, cuando el entonces entrenador del equipo nacional, Javier Imbroda, fichó por el Madrid, prohibiendo que se pudiera compaginar el cargo de seleccionador con el de técnico de un club, está «desfasada». Y ha animado a que la abolición de esa norma sea uno de los legados de Garbajosa. Scariolo ya compaginó la dirección de un club con la Selección: en 2009 fue campeón de Europa después de dirigir esa temporada al Khimki y en 2012 fue plata olímpica después de entrenar al Milán. Más razones para evitar un «caso Lopetegui».
Desde la propia Federación se tenía asumido hace tiempo que, tarde o temprano, una situación como ésta, que el seleccionador dirigiera a un club no español, iba a llegar. Por eso el contrato de su segunda etapa no contemplaba la dedicación exclusiva y sus emolumentos eran inferiores, aunque siga siendo con diferencia el empleado mejor pagado de la FEB. La búsqueda del objetivo común incluye que ambas partes han entendido que Scariolo no puede seguir siendo Coordinador Técnico de las selecciones masculinas.
Con la clasificación para el Mundial 2019 encarrilada queda certificarla en la segunda fase. Los primeros partidos serán el 14 de septiembre ante Ucrania y el 17 en Madrid ante Letonia. El 29 de noviembre la Selección visita Turquía y el 2 de diciembre recibe a Ucrania. La clasificación se cierra el 22 de febrero con un Letonia-España y tres días después con el España-Turquía. Y todos con Scariolo y habiendo evitado otro «caso Lopetegui».
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