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José Alcalde y Pablo Tornil: «La gente con esclerosis múltiple sube montañas cada día»

Van a escalar el Everest por una causa solidaria en apoyo a los afectados por la enfermedad y a la investigación para hallar tratamientos eficaces.

José Alcalde y Pablo Tornil: «La gente con esclerosis múltiple sube montañas cada día»
José Alcalde y Pablo Tornil: «La gente con esclerosis múltiple sube montañas cada día»larazon

Van a escalar el Everest por una causa solidaria en apoyo a los afectados por la enfermedad y a la investigación para hallar tratamientos eficaces.

Uno, José, es piloto; el otro, Pablo, arquitecto. En una cena después de un momento delicado, se propusieron empezar a subir montañas para crecer por dentro y por fuera. Ana es su amiga y sufre esclerosis múltiple. Por ella y por todos los afectados por esta enfermedad va su nuevo reto, que empieza el 21 de abril: subir el Everest para recaudar, a través de una plataforma de crowdfunding (www.migranodearena.org), fondos que donarán a la Fundación GAEM, para contribuir a la investigación de la EM.

–¿Quién es Ana?

–José Alcalde: Es el alma de este reto solidario, ella fue quien nos impulsó a hacerlo, a través de su manera de ser, su fuerza, y su amor por la vida a pesar de la esclerosis múltiple.

–Pablo Tornil: Es un ejemplo a seguir como persona, una luchadora y su amor por vivir resulta tan grande que ha aceptado su enfermedad como una compañera de viaje en lugar de hundirse y maldecir su desgracia. Según ella, ahora vive más intensamente que antes y cuando su enfermedad le ofrece una tregua y no sufre brotes, lo exprime al máximo.

–¿Qué retos tiene que superar Ana en su día a día?

–J.A.: Algo tan sencillo para cualquiera de nosotros como levantarse de la cama cada mañana, vestirse y acompañar a tu hija al colegio, para ella o para cualquiera que sufra EM es tarea casi imposible, y eso sin contar el día que sufre un brote.

–P.T.: Después de cada brote debe superar los efectos secundarios, que pueden ir desde un malestar físico a perder la visión, movilidad y muchas cosas más...

–La lucha de Ana y el resto de personas que tienen EM es un ejemplo para todos...

–J.A.: Sin duda, ellos son ejemplos a seguir que día tras día tienen que superar montañas mucho más altas que el Everest. Vivimos en un mundo en el que prima la superficialidad y el «aquí y ahora», no tenemos tiempo para dedicarnos a nosotros mismos y darnos cuenta de lo afortunados que somos a pesar de los altibajos de la vida.

–P.T.: Como dice Ana: «Sólo cuando pierdes algo te das cuenta de lo importante que era y lo poco que lo valorabas». Ana ha llegado a perder la visión por completo y después recuperarla, perdió la movilidad en las piernas y con el tiempo volvió a caminar, perdió la sensibilidad del brazo derecho y nuevamente, gracias a su fuerza y actitud, recuperó la sensibilidad... Ahora, cuando Ana mira no sólo mira, observa y disfruta cada imagen como un regalo; cuando camina sólo da gracias por poderlo hacer y cuando toca no sólo toca, sino que acaricia, siente...

–¿Cómo surge la idea de subir al Everest?

–J.A.: Después de haber ascendido al Kilimanjaro como primera montaña y habiendo vivido una experiencia tan bonita, se nos pasó por la cabeza hacer las «Siete cumbres». Pero cuando de verdad surge la idea es a la vuelta del Montblanc.

–P.T.: Como de costumbre quedamos con Ana para explicarle nuestra aventura, lo que sentimos, lo que sufrimos, y una frase de ella lo cambió todo: «Gracias por llevarme en vuestros viajes a aquellos lugares a los que yo nunca podré llegar; me habéis llevado a la cima. Ahora que ya no lo necesitáis vosotros, ¿por qué no lo hacéis por alguien que lo pueda necesitar?» Y así empieza el reto solidario por la Esclerosis Múltiple de «One Step2 Everest», y con el lema: «Todos tenemos una “montaña” que superar y el primer paso es el camino hacia tu objetivo».

–¿Qué es lo más difícil de una escalada así?

–J.A.: La falta de oxígeno. Si el Everest fuera una montaña de 5.000 metros, salvo por el glaciar del Khumbu, no tendría demasiado interés a nivel alpinístico. Pero sus casi 9.000 lo cambian todo. Por encima de 7.300 la falta de oxígeno hace que el cuerpo empiece a morir a un ritmo lento (la famosa zona de las bandas amarillas del Everest).

–P.T.: Y a medida que seguimos subiendo esa falta de gases hacen que cada paso se a un mundo. Y a medida que vamos ascendiendo estamos más expuestos a los medios: frío, viento... Es lo más delicado del Everest.

–¿Qué le dice a la gente que pueda pensar que los montañeros están un poco «locos»?

–J.A.: Depende del punto de vista... ¡La locura puede ser quedarse en casa viendo pasar las horas y sin asumir riesgos! A nosotros dos no nos afecta, al contrario, nos da fuerzas para seguir con nuestro propósito, estamos encantados con nuestra «locura solidaria». Ojalá hubiera más iniciativas como ésta.

-P.T.: Además, estamos convencidos de que detrás de la palabra «loco» se esconden significados como: «¡Qué aventura tan increíble van a vivir, ojalá pudiera ir yo!» o «¡Qué envidia sana me dan!». Hace unos días, calificaron el reto como «locura solidaria». Y en verdad, ir un paso más lejos en nuestra sociedad es síntoma de locura (pero de la buena).