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Tokio 2020

El año que Héctor Cabrera recordará siempre, pase lo que pase

El atleta paralímpico, tras posponerse la cita de Tokio se rompió la rodilla, pero ahora sueña con una medalla. En su libro, “Un extraordinario don”, quiere inspirar a los padres de niños con discapacidad

Héctor Cabrera, en el podio
Héctor Cabrera, en el podioHéctor Cabrera

No es capaz de atisbar el atleta paralímpico Héctor Cabrera si 2021 es un año malo o extraordinario. Convencido de ser uno de los favoritos a medalla en Rio 2016, no fue capaz de superar el diploma olímpico, pero posteriormente se rehizo con un campeonato de Europa y un récord del Mundo. Y cuando Tokio 2020 aparecía en el horizonte, en el que sin duda era su mejor momento, los Juegos se pospusieron por la pandemia de coronavirus.

Aquello, que le daba un año más para seguir evolucionando, en realidad le obligó a volver a conseguir una marca mínima que ya había obtenido con anterioridad. Y, un lanzamiento después de certificarla y ya sin presión alguna, su rodilla sufrió un mal apoyo y acabó condenándole a nueve meses de rehabilitación al sufrir la tan temida triada.

Sin embargo, ese tránsito permitió al deportista nacido en Oliva graduarse en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, presentar un Trabajo de Fin de Grado que orientará a muchos de los entrenadores que en el futuro trabajen con lanzadores ciegos o con discapacidad visual. Y, además, le convirtió en el primer atleta con discapacidad en contar su historia a través de un libro ilustrado.

“Un extraordinario don” es un proyecto al que junto al nacido en Oliva han dado forma el periodista David Blay y la ilustradora Mamen Marcén. Un álbum vitalista protagonizado por Héctor, un niño a quien diagnostican “Síndrome de Stargardt” (degeneración visual progresiva) y que cuenta la historia de cómo este decide que ese pequeño obstáculo no va a impedirle seguir adelante con sus ilusiones y sueños.

Su valor estriba en el hecho de que, siendo todavía un niño, pidiera a sus padres que no siguieran buscando remedios médicos que no existían para vivir su infancia y adolescencia integrado socialmente al cien por cien. Haciendo deporte con sus compañeros de clase, montando en bicicleta o estudiando al mismo ritmo que el resto de sus amigos.

De este modo, el pequeño acabaría jugando, cayéndose, divirtiéndose y llegando a la edad adulta como deportista de élite. Su historia nos enseña que aunque seas pequeño también puedes tomar tus propias decisiones y que siempre hay caminos abiertos para cualquier persona.

Su intención, alejada de cualquier publicación similar hasta la fecha, se enfoca a inspirar a la gente joven, pero también en educar a los padres para normalizar al máximo la situación de sus hijos con discapacidad. Tanto que busca inculcar valores y al tiempo ofrecer un arma a la comunidad educativa para hablar de integración social.