Gimnasia
Ray Zapata y el nuevo elemento que ha inventado para los Juegos: “Yo lo llamo ‘la hostia’”
Lleva su nombre y lo mostrará en el ejercicio de suelo. Con él pretende dar el salto a las medallas. Habla con el alma, se define como «un poco liante» y acaba de ser padre de Olimpia
«Al Zapata II yo lo llamo “la hostia”». Y con esa claridad y entusiasmo define Ray Zapata el nuevo elemento que ha inventado y que quiere utilizar en el programa de suelo de gimnasia en los Juegos. Con esa energía habla también de su afán por crear y ejecutar algo que nadie ha hecho, como pasó con su primer Zapata, que fue homologado y también lo utilizó uno de sus rivales, el israelí Dolgopyat. Pero este nuevo, sólo él, como el ruso Nagornyy, que también tiene un elemento con su nombre. «Pero a mí no me asusta su triple mortal en carpa de máxima dificultad, porque yo tengo el mío y voy a por todas», asegura Ray. «No existe un doble mortal extendido hacia adelante en gimnasia, es impensable, no hay cómo hacerlo, te fastidiarías al caer, entonces lo que yo hago es un doble mortal en plancha con un giro y medio», destripa técnicamente su Zapata II. Y admite que cuando levanta la mano para empezar el ejercicio siente miedo, porque se puede hacer daño, pero que lo va a intentar meter en su programa para aumentar la dificultad. «Ahora estoy el cuarto y quiero estar entre los tres mejores de dificultad para empezar. Esa décima es un margen pequeño, pero es lo que te puede hacer pelear por las medallas», explica.
También afirma que cuando estaba creándolo oía «cuchicheos y risas» cuando se caía, pero eso no es nada nuevo para él. «Hoy hay gente que sigue diciendo que ya no valgo. Al principio decían que no iba a poder hacer gimnasia porque tenía muchas carencias, que era mayor, que me faltaba técnica... Pero eso con trabajo se logra. Luego, que si no iba a clasificarme o a conseguir hacer el elemento, que estábamos locos... Pero yo creo elementos porque soy capaz. Los que me lo dicen es porque no les entra en la cabeza que se pueda hacer y no van a saber cómo enseñarlo», describe. «No vale la pena decir quién es. El bofetón se lo han llevado. Yo lo que hago no es por eso, es por mí», insiste.
Bueno, por él y también un poco por Gervasio Deferr y Víctor Cano, que son como sus padrinos. «Cuando todos decían que yo no valía, ellos decían que sí», revela. Siguen manteniendo contacto y fueron de los primeros a los que les mostró su elemento.
Pero mirando un poco más atrás también se ve una vida dura en Ray Zapata. «Llego a Lanzarote con diez años. Mi madre buscaba una calidad de vida mejor para nosotros, ella vino primero, ahorró y trajo a la familia entera», recuerda el gimnasta, aunque reconoce que al principio quería marcharse. «Cuando vivía en República Dominicana era muy, muy liante. Me subía a los árboles, a los tejados de las casas, que no son como aquí, están juntas con un pequeño patio entre medias, me iba de una a otra, comía mucha fruta. Era más libre en cuanto a la seguridad, porque aquí se protege más al niño: está en casa, en la urbanización», continúa. Ahora da gracias por haberse quedado y por empezar con la gimnasia, que se lo ha «dado todo». «Todavía soy un poco liante, cuando me aburro empiezo a molestar a todo el mundo y luego tengo que pedir perdón», confiesa.
El camino a Tokio comenzó con una grave lesión en el tendón de Aquiles. Después llegó la tortuosa clasificación para los Juegos, algo que le llevó a obsesionarse y que le quitaba hasta el sueño, y para colmo la pandemia, aunque el parón no le fue mal para calmarse. «Me dolía todo... Volví a incorporarme, entrené fuerte con ese elemento nuevo en la cabeza y antes de hacerlo en pista me operé, que fue nada, en dos meses estaba ya saltando», narra. Ha sido padre y el llanto de Olimpia, la pequeña, se mete un par de veces en la conversación. «Pero no llora mucho», cuenta. Este mes es para los Juegos y su pareja y las familias cargan con casi todo el peso. «Pero luego yo soy un flipao de mi hija. Yo ya no he dormido por unos Juegos, si no duermo por mi hija no pasa nada. Además, después de los juegos ya se le podrá dar biberones», añade. En la capital de Japón espera ser fiel a uno de sus lemas: «Lo que le decía Víctor Cano a Gervi: “Tú tienes que hacer que en cada serie la gente haga, ‘¡guau!’. Es lo que he perseguido siempre y este es un elemento ‘¡guau!’». Y después, volver a España y quizá prepararse para entrar en la policía, porque lo de bombero parece más duro, y seguramente seguir unos años haciendo gimnasia si el doctor Leyes, que es el que le ha operado del Aquiles y de todo, le dice que está bien. Es el médico quien devuelve al Ray cachondo: «El doctor Leyes es el que me arregla los muelles».
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