Boxeo
Samuel se queda en la orilla
Carmona, el boxeador español del peso minimosca, perdió en los cuartos de final con el colombiano Yuberjen Martínez y se tendrá que conformar con el diploma olímpico
Samuel Carmona tenía la esperanza de volver a encontrarse con Joahnys Argilagos. El cubano, campeón del mundo, fue el que le dejó fuera del último mundial y era el rival que esperaba en semifinales. No había perdido aún ningún asalto y sólo contra el experimentado irlandés Barnes, ganador de los dos últimos bronces olímpicos, había igualado el segundo. Pero Samuel no llegó a la lucha por las medallas. Se encontró con el colombiano Yuberjen Herney Martínez, que lo apartó del camino. Sólo necesitaba ganar ayer para asegurarse su presencia en el podio. El boxeo no castiga a los perdedores de las semifinales con otro combate más para decidir el bronce. Pero el colombiano dominó el combate en todo momento, incluso cuando el español lo llevaba a las cuerdas. La guardia de Martínez evitaba que recibiera golpes y en la contra solía encontrar la cara del español. «Hice lo que sé, tirar golpes», confesaba después.
Dice Rafa Lozano, el seleccionador español, que Carmona no tiene miedo a nada. Ésa es su virtud, aunque a veces se le vuelve en contra. Siempre quiere ir a por el rival y eso hizo ayer, aunque sintiera con demasiada frecuencia las manos del colombiano.
El canario intentaba mover a Martínez, hacerle correr y no dejarle tomar el centro del cuadrilátero, pero el colombiano mandaba dejando llevar la iniciativa a Carmona. El español perdió los dos primeros asaltos sin eludir nunca el intercambio de golpes que tan poco le beneficiaba. Tampoco perdía el optimismo y levantaba la mano al final de cada asalto como si fuera el ganador.
Martínez, en silencio, iba sumando puntos. Impasible, esperando el error de Samuel para meterle una mano cuando descuidaba la guardia. El boxeador español, de apenas veinte años y menos de uno compitiendo en el equipo nacional, no destaca por la paciencia. Todavía no ha aprendido a esperar, tiene prisa por llegar y de eso se aprovechaba el colombiano.
En el tercero salió sin miedo, como siempre. Ahora sí tenía que acudir al intercambio de golpes a la espera de que una mano salvadora le llevara hasta las semifinales. Martínez, entonces, decidió corretear por el ring para demostrar su superioridad. Y ahí, cuando no tenía ya nada que perder, fue cuando más efectivos fueron los golpes del español. Es mejor cuando libera sin medida las ganas que le nacen de dentro. Los jueces le dieron ganador del último asalto. Una pequeña alegría para despedirse, consciente de que su carrera es larga. «Como boxeador, hoy dejó de ser niño y se ha hecho hombre contra un rival todoterreno. Si no se le suben los pajaritos a la cabeza, tiraremos con todo hacia adelante», decía tras la pelea su preparador, Rafa Lozano. «Es un diamante en bruto, pero en un año hicimos poco por falta de tiempo. Le queda mejorar la técnica, la táctica de combate, la estrategia, y es lo que vamos a hacer», añadió.
Y Samuel, todavía dolorido después de la derrota, mira al futuro con optimismo. «Esto acaba de empezar. Me voy a hacer tres olimpiadas mínimo», decía con su eterna sonrisa.
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