Juegos Olímpicos
La luz de Lydia Valentín
Es la vigente oro olímpico en 75 kilos y ha dejado de ganar más de 300.000 euros por las tramposas
La halterofilia no es un deporte de brutos; ¿de forzudos? Sí. Y no es un deporte tan sucio como indica el podio de los Juegos de Londres en la categoría femenina de 75 kilos. Las tres primeras, dopadas; la cuarta, la leonesa Lydia Valentín, limpia como una patena. «Se puede levantar peso sin necesidad de doparse», asegura la campeona de Europa, y vigente campeona olímpica sin reconocimiento aún.
Hoy, en el Pabellón2 de Riocentro, tiene una cita con la historia y una cuenta pendiente. «No he venido a Río para recoger el premio de Londres, he venido a recoger la medalla que quiero ganar aquí», reflexiona. Hicieron trampas y la vencieron... Svetlana Podobedova, de Kazajistán, levantó 291 kilogramos en los Juegos de 2012 y se proclamó campeona olímpica. Subió al podio, escuchó el himno de su país y mordió la medalla de oro que le colgaron del cuello. Se emocionó. Natalya Zabolotnaya, rusa, también alcanzó los 291 kilos, pero más tarde que la campeona. Subió a por la plata con una sonrisa de oreja a oreja, como la bielorrusa Iryna Kulesha, tercer cajón, bronce con 269 kilos, sólo cuatro más que la cuarta, Lydia Valentín, que ya entonces sospechaba que aquella fotografía no era trigo limpio: «Me quedé sin medalla, pero me enfadé más porque sabía bien lo que estaba pasando».
Lo que ella sospechaba fue oficial cuatro años más tarde. Las tres levantadoras que ocuparon ese podio habían hecho trampas, utilizaron anabolizantes para tener más fuerza y más músculo. Hicieron pipí y con los medios de entonces pasaron la criba; pero el COI ordenó congelar las muestras, como en Pekín. En 2016, los nuevos análisis han dado sendos positivos. Ahora el COI dispone de hasta diez años para descubrir a los bandidos. El cerco al tramposo cada vez es más cerrado. Pero no estaría mal destapar mucho antes a quienes utilizan el camino más corto para ganar y privan a quienes van limpios de ese momento inolvidable en unos Juegos Olímpicos. «Me arrebataron la emoción de escuchar el himno de mi país desde lo más alto». Y le quitaron mucho más.
Con aquella medalla de oro colgada en su cuello, no en el de Podobedova, que ya había dado positivo en 2005 y cuatro años después la permitieron competir otra vez, Lydia hubiese cobrado 96.000 euros del ADO, y habría disfrutado de una beca superior los dos años siguientes, y habría acudido a certámenes de halterofilia con el caché de la campeona olímpica, y habría sido imagen de diversas marcas –ahora sólo lo es en España de Bridgestone–, y así sucesivamente. Y siendo campeona olímpica habría conseguido apuntalar su futuro, empresa harto difícil en un deporte que no es de masas, sino de músculos.
Lydia es guapa, una mujerona, y su atractivo, lejos de algunas colegas que se dopan «y por eso pinchan», apunta alguien, lo utiliza la Federación Internacional de Halterofilia en sus campañas de captación. Pero a Lydia le arrebataron aquel momento y todas esas posibilidades enunciadas, lo que supone que ha dejado de ingresar más de 300.000 euros porque las tres que la precedieron iban «hasta arriba». «Ahora –dice un experto–, no estaría mal que quienes hicieron trampas devolvieran no sólo las medallas, sino todo lo que ganaron, y alguien se hiciera cargo del lucro cesante». Va ser complicado, pero se estudia y el COI, que corre con tantísimos gastos de Río que no le corresponden, para que la rueda gire, no haría nada extraordinario si compensara a los deportistas limpios, y campeones olímpicos a plazos, como se merecen.
Valentín es la baza española en halterofilia. También apuntaba a medalla Josué Brachi, subcampeón de Europa en 56 kilos, pero falló en los tres intentos, porque era el último levantador y los hizo seguidos. «Hubiese necesitado dos cachetes para desbloquearle y subirle la adrenalina cuando falló el segundo intento, pero estaban allí las cámaras». En la sala de calentamiento alzó 118; no pudo levantar 120 correctamente. Se bloqueó. De Lydia Valentín, sin rusas y sin otras dopadas, se espera una medalla, de oro incluso, sin decirlo, y que el COI rectifique y le entregue la de Londres.
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