Natación

Única en el mundo

La nadadora estadounidense Katie Ledecki.
La nadadora estadounidense Katie Ledecki.larazon

Hubo quien lo intentó y quien estuvo cerca. Por ejemplo, el mítico Grant Hackett, australiano, en dos ocasiones. El reto era ganar todas las pruebas de natación que no son velocidad pura en estilo libre: los 200 metros, 400, 800 y 1.500. Hackett, a la primera, en el Mundial de Barcelona 2003, fue bronce en los 200, plata en los 400 (las pruebas más rápidas) y oro en las distancias largas. Dos años después, en Montreal, en 2005, ganó un oro más, el de los ocho largos, pero en el doble hectómetro «sólo» pudo ser plata. En Kazán, el chino Sun Yang lo ha intentado, pero otra vez «tropezó» en el mismo sitio. Siempre el 200 como gran obstáculo, impidiendo la proeza... hasta que Katie Ledecky lo consiguió. La joven estadounidense, de 18 años, rostro pálido y amplia sonrisa que muestra con cada victoria, ha llegado donde ningún hombre ni ninguna mujer lo había hecho antes, añadiendo a los cuatro oros individuales uno más en el relevo 4x200. Cinco medallas del metal más preciado para redondear una actuación mayúscula.

La guinda a su increíble semana la puso con el triunfo en los 800. El miércoles había podido con el muro de los 200 y para ayer la única duda era si sus 183 centímetros aguantarían el cansancio acumulado. «Es una medalla muy especial por la fatiga que tenía. Demostré que puedo manejar mi calendario», aseguró la nadadora que reside en Bethesda, Maryland. Si tenía fatiga, no se notó. Igual que en los 1.500, no hay nadie capaz de aguantar su infernal ritmo. En realidad, ella es su única rival. Seguirla es imposible y quien lo intenta corre el riesgo de acabar desfondada. Para Katie no hay más estrategia que la de tirar hacia adelante hasta que se acabe la prueba. Las dieciséis veces que hay que tocar la pared en los ocho hectómetros, lo hizo la primera, siempre con un tiempo constante, unos treinta segundos y medio en cada largo, y con fuerzas para que el último fuera el más rápido. Las piernas aceleraron para que esa piscina final la hiciera en 28.41, para pulverizar el récord del mundo que ella misma tenía y rebajarlo en casi cuatro segundos (8:07.39). Esta vez sí, cuando vio lo que había logrado, su marca, su quinto oro, lo celebró con rabia, dando puñetazos al agua. Otros días no tenía tiempo ni para eso. Cuando se impuso en el 1.500 apenas levantó un poco el puño y salió de la pileta corriendo porque media hora después tenía que volver para competir en las semifinales de los 200.

El mérito de Ledecky es su capacidad para vencer en pruebas tan diferentes, la forma de adaptarse de alguien que se ha hecho a sí misma. Según su entrenador, Bruce Gemmel, no es una nadadora con un don especial. No se la ve extraordinariamente musculada ni tiene pies enormes que actúen como turbinas. Una técnica depurada y mejorada, copiada de la que utiliza Michael Phelps, y un método de entrenamiento basado en la calidad y no en la cantidad han dado origen a la que puede ser la mejor nadadora de siempre. «No pienso en la historia cuando compito, pero ahora voy a disfrutar», admitió.