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Llorente y el VAR tumban al City (4-3)

Guardiola ya celebraba la remontada en el último minuto cuando el videorarbitraje anuló el tanto de Sterling. El Tottenham, clasificado para semifinales.

Llorente celebra el gol que acabaría clasificando al Tottenham para las semifinales de la Liga de Campeones
Llorente celebra el gol que acabaría clasificando al Tottenham para las semifinales de la Liga de Campeoneslarazon

Guardiola ya celebraba la remontada en el último minuto cuando el videorarbitraje anuló el tanto de Sterling. El Tottenham, clasificado para semifinales.

Guardiola saltaba por la banda para celebrar la victoria. Sin protocolo, sin área técnica que pudiera contenerlo. La emoción de clasificarse para las semifinales de la Liga de Campeones después de remontar tres veces la eliminatoria podía con todo. Pero las emociones también se congelan y las de Pep se quedaron heladas cuando el árbitro hizo el gesto de revisar la jugada en el VAR. Vio las imágenes y anuló el gol de Sterling, el tercero para él, el quinto para su equipo. La vida para todos. Ahora los que saltaban eran el Tottenham y Pochettino, que había sabido corregir los pequeños detalles que un entrenador puede controlar para llevarse la eliminatoria.

Cuando Sissoko se lesionó en el límite de la primera parte y Pochettino lo sustituyó por Llorente, el técnico del Tottenham probablemente no era consciente de que estaba haciendo un movimiento decisivo para el futuro de la eliminatoria. Era un cambio valiente, se marchaba un mediocentro defensivo y entraba un delantero centro. Quizá en ese momento el Tottenham no necesitaba ser valiente de manera urgente. Pochettino había renunciado a cubrir la ausencia de Kane con otro delantero centro, pero el comportamiento de la defensa del City animaba a molestarla con la presencia constante del español.

Lo demás ya fue cosa de la casualidad. La ciencia y el estudio no influyen en que un futbolista que ha destacado durante toda su carrera por su juego de cabeza remate un córner con la cadera y termine clasificando a su equipo para las semifinales de la Liga de Campeones.

De nada le servía ya al City haber remontado la eliminatoria en dos ocasiones, no haberse derrumbado cuando Son marcó dos goles en el comienzo del encuentro y haber conseguido llevar el juego al terreno que más le convenía. Con el paso de los minutos, el City consiguió ir arrinconando al Tottenham en su área. Así era el partido que se esperaba Guardiola y así se sentía más cómodo su equipo.

La diferencia antes del comienzo del partido era sólo de un gol, el que marcó Son en la ida. No necesitaba el City volverse loco para completar la remontada. Pero el partido se le fue de las manos por los pies de Laporte. A los cuatro minutos, Sterling ya había igualado la eliminatoria, pero no tardó demasiado Laporte en pasar el balón a Son en el borde del área para que el surcoreano igualara. Ederson tampoco hizo demasiado por evitarlo. Como si fuera una repetición del destino, el central por el que el City pagó 65 millones al Athletic perdió un balón fuera de su área que terminó su viaje en los pies de Son para que volviera a marcar. Pero sólo un minuto tardó en igualar Bernardo Silva. En once minutos se habían marcado cuatro goles. Sólo diez minutos después llegó el tercero del City, otra vez Sterling, que igualaba su particular pelea con Son. El partido estaba demasiado abierto para lo que buscaba el City, acostumbrado a encerrar a sus rivales en el área, a proteger con la pelota a sus centrales de las avalanchas de los rivales.

Y con esa paciencia y ese toque tan acostumbrados, el City terminó de construir su remontada con un gol de Agüero. Guardiola y su equipo eran felices, aunque sus venas sintieron el frío de la remontada del Tottenham con el gol de Llorente. Era un aviso antes de que se quedaran helados de manera definitiva cuando el árbitro anuló el tercer gol de Sterling.

El Tottenham ya había renunciado a jugar. Se trataba sólo de resistir. El gesto de Wanyama, que tiró fuera una pelota de manera deliberada para que diera tiempo a su equipo a reordenarse antes de que el City comenzara a jugar de nuevo, eran la mejor explicación para lo que sucedía en el campo. Eriksen quería jugar a la pelota, pero la perdió rodeado por tres jugadores del City. El balón llegó a Agüero y después a Sterling. Todo el estadio gritó el gol antes de que volviera el invierno.