Literatura

España

Madrilenisches Blut (sangre madridista)

El Madrid juega mañana por primera vez en Gelsenkirchen. Los nietos de los emigrantes españoles de los años sesenta, que ya son alemanes, van a poder ver por fin a su equipo

Manuel Martínez y su hijo Mikel. Él es hijo de una pareja española que se fue a Gelsenkirchen a ganarse la vida.
Manuel Martínez y su hijo Mikel. Él es hijo de una pareja española que se fue a Gelsenkirchen a ganarse la vida.larazon

«Mi padre –cuenta Paco Cabezas– iba a los escaparates de las tiendas de los televisores para ver los partidos del Madrid, cuando echaban alguno aquí en Alemania». A finales de los sesenta, los padres de Paco, como muchos otros, se fueron en busca de un trabajo para sobrevivir. Gelsenkirchen, una ciudad industrial, ofrecía empleo y no eran tiempos para exquisiteces. Emigraron cuando las comunicaciones hacían las distancias más largas, cuando había que esperar hasta las tantas para coger una línea de teléfono «con la que hablar con los abuelos», cuenta Manuel Martínez, que en 1965 nació en Gelsenkirchen: «Lo que hacíamos era grabar el mensaje en una cinta de magnetofón y lo mandábamos para que nos escuchasen ellos en España con más tranquilidad».

Era difícil comunicarse y mantener los lazos familiares y sentimentales. El fútbol, el Madrid, por ejemplo, era una forma de estar en contacto con lo que pasaba en su tierra, de no perder las raíces. Sus hijos les veían esperar a que dijesen el resultado en la radio o buscar una televisión o llamarse entre la colonia de españoles, a ver si alguno se había enterado de cómo había terminado el partido. El hermano de Manuel, Eloy, también nació en Genselkirchen: «Siempre esperábamos los resultados del Madrid», cuenta. Ayer en su Facebook colgó la clasificación actual de la Liga española, con una carita sonriente y una frase: «Me siento feliz».

Eloy, el padre de Eloy y Manuel llegó en 1962, con un contrato de la Thyssen. Como muchos ahora, se fue solo y dos años después le acompañó su mujer. «Se apañaron con un intérprete: Juan Tamayo», cuenta Manuel. Había más españoles, que trabajaban en la Thyssen como él, o en la cercana fábrica de Opel o donde pudieran. «Mi padre –continúa Manuel– hacía turno de noche porque pagaban mejor las horas». Los mandaba al colegio alemán por la mañana y al español por la tarde. Eran unos niños que no entendían por qué tanto esfuerzo «De crío –continúa Manuel– nos encorajinaba mucho: los alemanes se iban a jugar, a la piscina y nos preguntaban si queríamos ir. Hoy en día le damos las gracias mis padres», dice Manuel, bilingüe. Sus padres les obligaron a vivir con dos culturas, a apreciar lo español, el fútbol español como el Madrid. Paco Cabezas recuerda que su padre le hablaba del Real Madrid de Di Stéfano, de Gento, de Puskas. Recuerda vivir intensa y lejanamente, de adolescente, las remontadas de los ochenta. Era más fácil seguir al equipo de la ciudad.«Yo me he criado con el Schalke 04», asegura Manuel. Trabajó de traductor cuando llegaba algún jugador de lengua castellana. A Raúl le ayudó en alguna entrevista. No niega que el Schalke le tira un poco. Se ha pasado su vida allí. Pero ni él ni su hermano Eloy han olvidado de dónde vienen. «Mi hijo es del Madrid. Parece que ha nacido allí. Le encantaba Raúl cuando estaba aquí. Ahora es de Cristiano». El padre de Manuel nunca fue alemán, Manuel sigue siendo español, su hijo, que sí es alemán, se llama Mikel. «Le queríamos llamar Mike, pero en el consulado español nos dijeron que no era nombre español. Buscaron el más parecido y era Mikel. Hoy ya está nervioso: mañana, por primera vez, va a ver a su equipo en directo y en el campo, allí en Gelsenkirchen.