Motociclismo
El dios de la lluvia
Rossi aprovecha el asfalto mojado de Silverstone para dar una lección y ser líder
Rossi aprovecha el asfalto mojado de Silverstone para dar una lección y ser líder
«Es la pasión, me gusta ser piloto», dice Valentino cuando le preguntan de dónde viene la energía que le permite ser tan competitivo a los 36 años. El otro ingrediente, que él no menciona, es el talento, imprescindible para hacer 20 vueltas (118 kilómetros) sin un solo error sobre el empapado asfalto británico. Asegura el italiano que cuando se despertó por la mañana escuchó la lluvia caer y pensó: «¿Será bueno o malo?». Buenísima fue para él la aparición de este factor habitual en Inglaterra y que le permitió cambiar la inercia de un Mundial que se le había complicado últimamente. Había perdido el liderato en Brno y tanto allí como en todo el fin de semana de Silverstone se sentía inferior en velocidad a Lorenzo y Márquez. Ambos tenían mejor ritmo y con sol en el cielo y el alquitrán seco, los dos hubieran terminado por delante de él y su compañero de equipo se habría ido a casa con varios puntos de ventaja en la lucha por el campeonato del mundo.
Pero la magia de Rossi es infinita y llovió justo cuando él lo necesitaba. Ya en el «warm up» de la mañana fue el más rápido, algo que repitió por la tarde, porque las nubes descargaron justo a la hora en la que estaba previsto que se apagara el semáforo. Hubo que entrar en «boxes» antes de la salida y retrasarla veinte minutos para poner las ruedas y los reglajes de mojado. La superioridad de los dos españoles se diluyó en los charcos de la pista y los planes de Valentino empezaban a cuadrar.
Los primeros giros fueron casi como siempre, con Jorge lanzado desde el minuto uno. El problema para el balear es que sólo fue una ilusión, porque no se sentía muy seguro ni podía ir tan rápido como sus dos principales rivales. No fue su día en ningún sentido. Para empezar, porque estuvo dos veces muy cerca del suelo, el único destino que no podía permitirse. En la cuarta vuelta Pol Espargaró le puso la rueda delantera literalmente encima y no lo derribó de milagro. «Es de la misma fábrica, quizá se lo tendría que haber pensado un poco más. Faltaba mucho», censuraba después del dorsal 99. Más tarde sintió de cerca la caída de Miller y Crutchlow, que se deslizaron justo detrás de donde marchaba Jorge. Dos sustos que no fueron los últimos, ya que en las últimas vueltas, cuando podía haber aspirado al tercer cajón del podio, la visera de su casco se empañó (ver apoyo a la derecha).
No era su día, aunque trató de buscarle el lado positivo, si es que lo tiene, a estar de nuevo a doce puntos del liderato. «Podía ser peor, mira Márquez, que ya acumula cuatro ceros», advertía refiriéndose a la caída de Marc cuando iba segundo, que le anulaba definitivamente como contendiente para el título. Rodó por el suelo junto a sus esperanzas de triplete, mientras Rossi lo veía por las pantallas y bajaba el ritmo. Descartaba a un enemigo y al otro lo iba a dejar sin liderato y un poco más lejos en la clasificación. Se relajó y Petrucci amenazó con acercarse. Habitualmente actor secundario, la lluvia le otorgó su momento de gloria, subiendo al podio justo por detrás del mito. Valentino no se dejó arrebatar la cuarta victoria del curso, que le devolvía la sonrisa y la iniciativa. Su pasión, ésa que le mantiene en la élite a los 36 años, le dice que su décima corona es más posible.
El casco vuelve a fallarle a Lorenzo
En Qatar fue la espuma que recubre el interior la que empezó a desintegrarse y caer en los ojos de Lorenzo. Ayer, fue la visera, que se empañó en las últimas vueltas y le impidió alcanzar el podio. «Sólo ha sido en ese momento en el que ha empezado a llover más. Con mi respiración y la bajada de la temperatura se me ha empañado y no he podido llegar el tercer lugar, que era el real para mí», lamentaba el piloto que, de momento, reconoce no haber decidido un cambio de marca (HJC). «Fue la lluvia la que nos ha impedido ser líderes, en seco teníamos ventaja», lamentaba Lorenzo, que vuelve a ver a Rossi desde atrás justo cuando había anulado la desventaja acumulada al principio y tenía muy preocupado a Valentino. «Somos pilotos y tenemos que afrontar todas las circunstancias», decía Jorge, mientras Rossi admitía que no ha ganado ninguna guerra psicológica: «Él es de piedra, nunca se viene abajo, así que en este sentido esta victoria no significa nada».
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