Real Madrid Baloncesto

Puntual a su cita

Cristiano volvió a sumar. Welbeck hizo de Van Persie y Rooney

La Razón
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No era Mestalla, enfrente no estaba Pinto y el que le marcaba no era Adriano, pero Cristiano hizo memoria. Se acordó del gol con el que sentenció la final de la Copa del Rey de 2011 e igualó el partido que había desequilibrado Welbeck.

No era Mestalla, enfrente no estaba Pinto y el que le marcaba no era Adriano, pero Cristiano hizo memoria. Se acordó del gol con el que sentenció la final de la Copa del Rey de 2011 e igualó el partido que había desequilibrado Welbeck. Ronaldo fue fiel a su cita con un majestuoso remate de cabeza en una suspensión eterna ante la que Evra sólo pudo arrodillarse. El balón de Di María, como aquella noche en Valencia ante el Barcelona, era perfecto, y «CR7» hizo el resto. Hace tiempo que lleva al equipo a sus espaldas y, de momento, sus piernas no acusan el peso. Son 180 partidos vestido de blanco, y 183 goles, una media de más de un tanto por encuentro, unos datos imposibles para todos los delanteros que en más de 100 años ha aplaudido el Bernabéu. Sólo los números de Puskas (0,93 goles cada 90 minutos) se acercan a los de el portugués, que no quiso ensañarse demasiado en la celebración: «Estuve allí seis años, llegué cuando era un niño y debía tener respeto con ellos, aunque yo lo que siempre quiero es ganar», decía nada más acabar el choque a las cámaras de Digital+.

No fue el partido más brillante de Cristiano, pero sí que lo entendió perfectamente, colaborando más que de costumbre sin balón y ofreciéndose siempre para el desmarque. Probó siempre desde lejos y no le ayudó que Özil tuviera un poco desajustado el punto de mira a la hora del último pase.

Un remate a la media vuelta en la segunda parte fue lo más cerca que estuvo del doblete, aunque no necesitó más para ser el delantero blanco más activo. Di María y Coentrao fueron los otros rematadores, sobre todo el lateral, que estuvo más cerca que ningún otro de un gol que evitó De Gea con la ayuda del palo.

El duelo de goleadores que se anunciaba como ingrediente estrella del partido lo ganó Cristiano, porque Rooney y Van Persie se dedicaron más a otras cosas que la definición. El inglés se ha acostumbrado a jugar unos metros más lejos de la portería, como último centrocampista y más involucrado en la elaboración que en su juventud. No probó a Diego López y no se le cayeron los anillos para echar una mano cerca de su área. Van Persie sí que exigió una buena parada al meta madridista casi al final, después de estar toda la noche más preocupado de iniciar las jugadas ofensivas que de acabarlas. Ninguno presumió de la pólvora de la que vive el United, para dejar que Welbeck fuera la sorpresa positiva para los ingleses que cantaban desde la grada alta del fondo norte. El extremo se coló en la fiesta de superestrellas con el cabezazo que abrió el partido y con otra acción que no fue gol de puro milagro. Se esperaba a Rooney o Van Persie y apareció Welbeck; y se esperaba a Cristiano y apareció Cristiano, porque el portugués siempre está. Su equipo lo necesita en dos semanas en el Camp Nou y dentro de tres, en el «Teatro de los Sueños».