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Río 2016. Y después, ¿qué?

Alejandro Blanco habla del presente, de los Juegos del próximo año, en los que espera tener a Nadal como abanderado, y de su preocupación por el futuro: «Hay que cambiar la estructura del deporte español»

De izqda. a dcha.: Rafa Fernández («Onda Cero»), Juan Ignacio Gallardo («Marca»), Juan Mora («As»), Natalia Arriaga («Efe»), Julián Redondo (LA RAZÓN), Alejandro Blanco (presidente del COE), Jesús Álvarez (TVE), Francisco Martínez (LA RAZÓN), José María Bellón (director de comunicación del COE) y Ricardo Leiva (director de deportes del COE)
De izqda. a dcha.: Rafa Fernández («Onda Cero»), Juan Ignacio Gallardo («Marca»), Juan Mora («As»), Natalia Arriaga («Efe»), Julián Redondo (LA RAZÓN), Alejandro Blanco (presidente del COE), Jesús Álvarez (TVE), Francisco Martínez (LA RAZÓN), José María Bellón (director de comunicación del COE) y Ricardo Leiva (director de deportes del COE)larazon

Alejandro Blanco habla del presente, de los Juegos del próximo año, en los que espera tener a Nadal como abanderado, y de su preocupación por el futuro: «Hay que cambiar la estructura del deporte español»

Quedan poco menos de un año y tres meses para los Juegos de Río de Janeiro, y LA RAZÓN, en su Ciclo de Tertulias de San Isidro, ha reunido a Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español (COE), y a varios periodistas para hablar de lo que espera en la cita brasileña y de mucho más, porque, como en toda buena conversación, fueron saliendo «afluentes». Hay mucho que decir de Río, unos Juegos cuya celebración hace no tanto se temía que estuviera en peligro. Incluso miembros del Comité Olímpico Internacional (COI), que eligieron a la emblemática ciudad, llegaron a plantearse si había sido un error la elección al ver sobre el terreno que las obras no iban como se planeaba o al leer noticias como que la bahía donde se va a disputar la vela era poco menos que una cloaca, o que del canal de remo tuvieron que limpiar toneladas de peces muertos. «Río hará unos grandes Juegos. Algunas instalaciones llevan retraso, pero al final estarán. Siempre pasa», explicó Alejandro Blanco. Pero las obras no son el único temor. Hay más. Por ejemplo, el transporte, que trasladarse de una sede a otra no se convierta en un ejercicio de paciencia, como sucedió en el Mundial de fútbol. «Se podían tardar 4 horas de Copacabana al IBC», explica Rafa Fernández. «Hemos estado hace poco allí y si algo nos aseguran es que va a funcionar», tranquiliza Blanco. También inquieta la seguridad en una ciudad considerada peligrosa. «Tomarán medidas. Por ejemplo, la zona de Copacabana va a estar muy vigilada», explica el presidente del COE. O los precios de los hoteles, multiplicados por mucho, algo que Blanco considera difícil de controlar: «Al presentar la candidatura se fijan unos precios, pero luego se disparan».

Demasiadas incertidumbres demasiado cerca de los Juegos como para preguntarse si en el COI se arrepienten de haber optado por Río. «Yo creo que el sistema para elegir la sede, con siete años, es el correcto. Las ciudades lo rentabilizan: son años en los que las empresas invierten más, en los que hay más congresos en ellas. Otra cosa es que a veces la realidad no corresponda al proyecto que se presenta», admite Blanco. «Hay que adaptar los Juegos a las ciudades, y no al revés, para que no te quedes colgado. Era la propuesta de Madrid 2020 en Buenos Aires y el propio Thomas Bach, presidente del COI, lo ha dicho. También adaptarse a la situación económica; si no, sólo podrían ser sede China, Japón, los países árabes... En el COI se han dado cuenta», continúa Alejandro Blanco. Se han dado cuenta un poco tarde para Madrid, porque en la capital de Argentina no sirvió de mucho. La sensación que queda en cada elección de una sede es que hay muchos otros intereses aparte del deportivo. «La votación debería ser más reducida para evitar que hubiera corruptelas, una especia de consejo de sabios», opina Juan Ignacio Gallardo. «Yo no lo veo así. La asamblea es variada (deportistas, presidentes de federaciones, ajenos...) y por eso no la puedes controlar. Lo que sí creo es que si la puntuación de la comisión de evaluación que va a las sedes (Madrid fue la más valorada para 2020) no sirve, que no puntúen: que digan quién pasa, sin notas», responde Blanco.

Blanco insiste en que ahora hay menos preocupación con respecto a Río. Lo que sí preocupa es la actuación que pueda tener España allí, dada la crisis económica de los últimos años, como expresó Juan Mora. «Las medallas cada vez son más caras», explica Blanco. «Me preocupa América. Están tomando conciencia de la importancia del deporte y están invirtiendo mucho. No digo ya Brasil o México, digo Colombia o Ecuador, que acaba de destinar 100 millones de dólares al deporte. Su problema es que les falta estructura», añade. «Ahora sacan medalla 84 países y antes lo hacían 30. Van como 10.500 atletas...», continúa Ricardo Leiva, esclarecedor. Todavía faltan muchos atletas españoles por clasificarse, estamos en plena época para ello, es pronto, pero en el COE calculan que la delegación nacional estará en Río en sus números habituales, sobre las 20 medallas. Los nombres propios toman la conversación. Primero, Rafa Nadal, al que Alejandro Blanco espera «tener como abanderado» después de que no pudiera serlo en 2012 por una lesión. Para que así sea, estudiarán «una revisión de las normas de elección del abanderado», adelanta. Antes, claro, tendrá que clasificarse, para lo que necesita disputar al menos una eliminatoria más de la Copa Davis. No será, seguramente, la próxima, en Rusia, para intentar volver al Grupo Mundial, en lo que supondrá el debut de Gala León en el banquillo. Esa eliminatoria coincide con la boda de Feliciano López. «Y están invitados Nadal, Granollers, Verdasco, Marc López y David Ferrer», adelanta Rafa Fernández. En el aire está la polémica entre los jugadores y la elección de la capitana. «Tienen que sentarse y hablar. Tenemos al deportista con mejor imagen del mundo y hay que arreglarlo», piensa Blanco. Juan Mora recuerda que el ex número uno se ha perdido varias eliminatorias y que sólo ha ido al 49 por ciento de ellas. «No se puede cuestionar la predisposición», opina Blanco. «Es una competición que se debe revisar porque los jugadores lo están pidiendo», completa. Siguiendo con los nombres, aparece Joel González, campeón olímpico en Londres y que acaba de ganar la plata en el Mundial. «Tras una lesión y después de haber subido de categoría. Tiene mucho mérito», se recuerda. El siguiente es el equipo de baloncesto, que todavía no tiene el billete sacado y que tendrá difícil hacerlo en el próximo Europeo por las bajas (Ricky, Calderón): «Hay mucho fondo de armario», interviene Alejandro Blanco. Y Pau y Marc seguramente sí estarán. Otra de las «estrellas» es Carolina Marín. «Se ha hecho una gran inversión y ella lo ha aprovechado», afirma el presidente del COE. «Y tiene mucho talento, porque las “cien” primeras son asiáticas y ha llegado una de Huelva y las ha ganado», continúa. «Hasta los JJ OO de Barcelona, en España se vivía de gestas», interviene Jesús Álvarez. Pero a esa capacidad innata hay que añadirle dinero, algo complicado hoy en día. «Río no me preocupa, pero sí Tokio 2020. Cuando bajan los presupuestos, las federaciones dedican los recursos sólo a la alta competición, y se rompe la cadena. Hay que cambiar la estructura del deporte español», dice, contundente, Blanco, cuya relación con Miguel Cardenal, presidente del CSD, es distante. «Que el Gobierno legisle, que dé el dinero público que pueda y controle su uso y que favorezca la llegada de la inversión privada, y que el comité olímpico planifique la distribución del dinero, sin que ni siquiera pase por sus manos, como en Alemania», piensa Blanco. «Las empresas quieren invertir en deporte, pero hay que darles algo, que desgraven», sigue.

«Los resultados en España están por encima de la inversión», continúa Blanco. «Italia suele estar sobre las 25-28 medallas, pero invierte 300 millones», prosigue. Eso es como diez veces más que España. Para que el futuro esté asegurado están saliendo proyectos como el «Podium», de Telefónica, para ayudar a los jóvenes. Incluso muchos campeones, como Mireia Belmonte, han tenido que pagar de su bolsillo ir a alguna competición. «Algunas competiciones son muy caras. Las Federaciones Internacionales están estirando la cuerda y se va a romper», advierte Natalia Arriaga.