Ciclismo
Sangre y cocaína: no mezclar
Fuentes ha basado su defensa en el desprestigio a Jesús Manzano
Eufemiano Fuentes y sus «socios» son conscientes de que sólo tienen que responder de un delito contra la sanidad pública. Por eso no es preocupante que planee la sombra del dopaje sobre el proceso.
Eufemiano Fuentes y sus «socios» son conscientes de que sólo tienen que responder de un delito contra la sanidad pública. Por eso no es preocupante que planee la sombra del dopaje sobre el proceso. Las autotransfusiones que efectuaban los doctores Fuentes y Merino Batres estaban prohibidas por la UCI, que las considera positivo. La práctica habitual era extraer sangre «limpia» para infundirla después y enmascarar el dopaje en los controles sanguíneos. Lo importante para Eufemiano es aparecer como un médico preocupado por la salud de sus pacientes y la seguridad de los métodos.
Eufemiano, inteligente y didáctico, no tuvo problemas el pasado martes en dar un curso sobre la congelación de la sangre y la centrifugación previa necesaria. Según sus explicaciones, las extracciones de sangre se hacían «para rebajar el hematocrito» y esas bolsas de sangre se «devolvían» al propietario cuando los niveles de hematocrito eran anormalmente bajos. La UCI permitía un límite del 50 por ciento de hematocrito en sangre. Niveles superiores se consideraban perjudiciales para la salud. «No sé por qué no ponen también un límite por debajo», se preguntaba el doctor Fuentes, siempre velando por la salud de los ciclistas. «El deporte de alta competición es dañino. Me baso en lo que estudié y en la tesis doctoral que leí basada en la cuantificación del daño que a un deportista le ocasionaban las carreras por etapas, que hacían que los ciclistas las acabaran con anemia», explica. Todo por el bienestar de sus «clientes». «Nunca se le añadía nada a la sangre salvo los conservantes legalmente permitidos para su congelación», argumenta. Aunque a veces descuida algunos detalles, como el de la identificación de las bolsas de sangre. El martes aseguró que eran los ciclistas los que identificaban con su letra, «para que les fuera más reconocible», la sangre que les extraían. El miércoles negó que esa identificación la hiciera cualquier persona diferente a él o a Merino Batres. Eufemiano ha insistido ante la jueza en que, a día de hoy, sería capaz de identificar a cada uno de sus clientes de 2006 con el código numérico que les correspondía. Pero no lo hizo y Su Señoría tampoco le solicitó que lo hiciera, como le pidió el abogado del CONI (Comité Olímpico Italiano), personado como acusación particular. Eufemiano conoce sus derechos: «No puedo identificarlas porque sería revelar el secreto profesional. Sólo me podría obligar la jueza, si considerara que esos datos son fundamentales para el desarrollo del juicio», explica. Pero a ella no le parece imprescindible la identificación de los clientes del doctor.
Fuentes tiene un enemigo mayor que la Prensa. Su defensa, que comparte con Belda e Ignacio Labarta, ha buscado desde que comenzaron las declaraciones desprestigiar a Jesús Manzano, el ex ciclista que destapó en 2004 en el diario «As» cómo funcionaba el dopaje en el pelotón español. «No he tratado nunca a Jesús Manzano», le responde a su abogado defensor, Julián Pérez Templado, cuando le pregunta por el ex corredor del Kelme. «Me lo pidió, pero me parecía demasiado peligroso el consumo de cocaína para un deportista de alta competición. Sabía, por él y por su madre, que me llamaba, que él consumía cocaína. Puede provocar daños cardiovasculares serios. Por eso no acepté incluirlo entre mis clientes», afirma. El abogado de Manzano, personado como acusación particular, solicitó a la jueza el testimonio del acusado para reservarse el derecho a querellarse. Manzano, que pide 180.000 euros de indemnización a los imputados, excepto a Manolo Saiz, contra el que retiró los cargos, es el enemigo. Por eso, Vicente Belda insistió el viernes en su desprestigio. No necesitó que nadie le preguntara para justificar el despido de Manzano del equipo Kelme por «indisciplinado». «El señor Manzano tuvo un desfallecimiento en el Tour de 2003. Se le hicieron en el hospital las analíticas y los electrocardiogramas correspondientes y a las 6 o las 7 de la tarde estaba en el hotel de risas con sus compañeros. En Portugal tuvo otro desfallecimiento parecido y cuando llegué al hotel estaba tomando cervezas. No quería competir y una de sus opciones era dejarse caer», acusa el pequeño director deportivo. Vicente continúa su relato y asegura que el equipo no quería renovarle el contrato, que terminaba en 2002. «Pero pasan cosas, se muere su padre y a raíz de las peticiones reiteradas de la madre se le renueva», sigue. «Sabíamos que no iba a entrenar, pero como director no puedo estar 24 horas detrás de un corredor que es muy indisciplinado. Le pido a la madre que me informe de sus quehaceres y la mujer me llamaba prácticamente todas las semanas. Sobre todo llamaba los viernes: "Ay, Vicente, que ha venido su amigo –el difunto Chava– y se lo ha llevado". Volvía el lunes y la madre me llamaba llorando: "Vicente, haced algo"», recuerda Belda. «Pero necesitábamos un hecho para poderlo expulsar y lo expulsamos durante la Vuelta a España. En la penúltima etapa le pillamos a altas horas en la habitación con una señorita que no era su compañera habitual y lo expulsamos». El abogado de Jesús Manzano ya se ha reservado el derecho a querellarse también contra Vicente Belda.
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