Baloncesto
Sara Revuelta, jugadora de baloncesto en silla de ruedas: "Me gustaría trabajar en la NASA"
Tuvo una lesión medular a los tres años y desde entonces no ha dejado de luchar. Estudia física y gana Champions con el CD Ilunion, un equipo en el que es la única chica
Tuvo una lesión medular a los tres años y desde entonces no ha dejado de luchar. Estudia física y gana Champions con el CD Ilunion, un equipo en el que es la única chica
Sin saber qué es un bloqueo y con dificultades para tirar a canasta, Sara Revuelta (Madrid, 21 años) se enamoró del baloncesto. "A veces pienso ¿y si me lesionase de por vida y tuviese que dejarlo? Tendría que buscar otro deporte con la mano derecha. Ping pong, por ejemplo", comenta Sara entre risas.
Un amor por el deporte de la canasta que comenzó hace siete años de la mano de su compañera de vida: la silla de ruedas. "Tuve una leucemia a los dos años y medio. La quimioterapia intrantecal provocó una lesión medular en mi cuerpo a los tres años. No sé si tuve la suerte o la mala suerte de que como fue de muy chiquitita me acostumbré a vivir en una silla de ruedas", cuenta con fortaleza Sara, a quien las ruedas no le han frenado para conseguir su sueño. Hoy es una de las jugadoras más destacadas del panorama nacional y con un palmarés envidiable la madrileña, con acento andaluz, porque tiene familia sevillana, disputará en el mes de mayo en Polonia la "Final Four"de la Champions League de baloncesto en silla de ruedas con su club, el CD Ilunion.
"Cuando empecé en la escuela sociodeportiva en Alcobendas, que no sabía ni como era el balón (risas), en ningún momento llegué a pensar que iba a dedicarme profesionalmente al baloncesto ni que iba a llegar a la selección. Todo pasó muy rápido y no me dio tiempo a soñarlo", confiesa Sara.
Con el dorsal 26 a la espalda, Revuelta es la única chica del equipo. No es una situación que le incomode, es más, lo prefiere porque no quiere dejar de ser la princesa del grupo. "Al principio es muy difícil hacerte un hueco como mujer en un mundo de hombres. Ellos te empiezan a ver como la niña del equipo, a la que hay que cuidar y tener cuidado con no darle un golpe, se puede caer..., pero al final con trabajo y esfuerzo te ganas su respeto", cuenta Sari, como la llaman cariñosamente sus compañeros. "Les adoro soy una más y la única diferencia es que yo tengo mi vestuario y ellos tienen el suyo".
Unos compañeros que al igual que ella han pasado por situaciones difíciles, pero dentro de la pista ocurre algo mágico. "Cuando nos metemos a jugar se nos olvida que estamos en una silla de ruedas. Te olvidas de todo lo que ha pasado en tu vida"confiesa la estudiante de física que aparte de anotar tiros, sueña con trabajar en la NASA. "Cuando me retire de las pistas, que espero que sea dentro de mucho, me encantaría trabajar para la NASA", dice Sara que actualmente cursa el tercer año de física. Una carrera que estuvo cerca de hacer al otro lado del charco. "Me ofrecieron una beca para estudiar y jugar en Alabama. Fue el año que habíamos ganado por segunda temporada consecutiva el triplete y pensé "a dónde me voy a ir yo si aquí estoy disfrutando y consiguiendo títulos", reconoce Sara, que no paró de escuchar que estaba renunciando a la oportunidad de su vida, pero para ella su oportunidad pasaba por quedarse en su casa, el CD Ilunion. "Estaba jugando treinta minutos por partido y ganando Copas de Europa con el mejor equipo del mundo. Creo que esto también es lo que todo el mundo quiere", añade la madrileña.
Aficionada a todo tipo de deportes, a Sara no le atrae uno en especial. "El baloncesto a pie me parece muy aburrido. Veo basket a pie y digo "si sólo corren". No hay bloqueos, no se cruzan... al final es muy aburrido. Aquí puedes correr y meterte por los huecos. En basket en silla no puedes saltar, tiene que haber muchos bloqueos, muchos cruces, mucha intensidad", afirma con una sonrisa la dorsal "26". Una sonrisa que pese a todo, nunca ha dejado de brillar en su rostro.
Con el "carpe diem"como estilo de vida, Sara siempre saca el lado positivo de las cosas y en este duro camino que le ha tocado vivir se queda con el descubrimiento del que será su amor para todo la vida. "El baloncesto es mi vida. Lo encontré y me enamoré", señala con brillo en sus ojos.
Revuelta que quiere seguir haciendo historia encima de su silla, anima a todo aquel que pasa por una situación similar a que se lance al mundo del deporte porque, como bien dice, "en la vida siempre va a haber cosas que nos den miedo".
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