Tenis

Djokovic gana la batalla con Zverev, se mete en la final del US Open y está a un partido de hacer historia

El número uno se impone en cinco sets (4-6, 6-2, 6-4, 4-6 y 6-2) y si gana a Medvedev habrá conquistado los cuatro “Grandes” de 2021 y sumará el récord de 21 Grand Slams

Novak Djokovic celebra con rabia su triunfo ante Zverev en las semifinales del US Open
Novak Djokovic celebra con rabia su triunfo ante Zverev en las semifinales del US OpenElise AmendolaAgencia AP

La cabeza de Novak Djokovic fue tan importante como su brazo y sus piernas para derrotar a Alexander Zverev en las semifinales del US Open (4-6, 6-2, 6-4, 4-6 y 6-2, en tres horas y 33 minutos). Es espectacular la capacidad que tiene el serbio para concentrarse y jugar mejor cuando la exigencia es mayor, sin importarle apenas que lucha contra su rival y contra la historia, pues si se impone en Nueva York habrá conquistado los cuatro torneos más importantes el mismo año, igualando la gesta de Rod Laver ¡en 1969!, el único hasta ahora que lo ha conseguido en la llamada “era Open”, desde que el tenis es más o menos como se conoce hoy en día. Pero es que además si levanta el título en la Arthur Ashe mañana domingo contra Medvedev (22:00, Eurosport), romperá el empate que tiene ahora mismo a 20 Grand Slams con Rafa Nadal y Roger Federer.

La pelea tenística se fue mezclando con la psicológica entre el número uno del mundo y el tenista del momento, el hombre que lo derrotó en los Juegos Olímpicos de Tokio y que llegaba a la cita tras 16 triunfos consecutivos. Y cuando el partido se pone así, al serbio no hay que perdonarlo. O se aprovecha el resquicio que deja, si es que lo hace, o es difícil que haya una segunda oportunidad. Nunca hay que dar por “muerto” a Nole porque su capacidad ante la adversidad es infinita. Comenzó el partido con mucho dominio de los servicios, pero Zverev tenía más sensación de poderío, imponiéndose, sorprendentemente, en los intercambios largos, y con una doble falta cedió el break Djokovic (4-5) y no lo dejó escapar su oponente, que estaba en disposición de dar la sorpresa. Pero los partidos a cinco sets son muy largos.

Le duró un momento la sensación de aturdimiento a Nole. Casi cede una nueva rotura al comienzo del segundo set. Estaba descolocado, lanzando dejadas pero no como táctica tras haber movido al rival, haciendo saque-red... No encontraba la manera. Sobrevivió y pese a esa sensación de agobio, al juego siguiente fue él quien logró el break. Se lo regaló un poco el alemán con un error incomprensible y una doble falta. En un momento, cuando parecía que estaba todo bajo control, el segundo parcial ya lo tenía Zverev en contra, y no logró remontarlo.

La igualdad se instaló de nuevo en el choque, como paso previo a que empezara el partido de verdad. Porque desde el décimo juego del tercer set el duelo voló y se convirtió en una auténtica exhibición. En ese juego sacaba Zverev e iba 5-4 abajo. Dos despistes, y 0-40. Tres pelotas para ceder el parcial. La primera la salvó fácil y la segunda, ay la segunda: se vio el que sin temor a decirlo es el punto del año. Un rally de 53 intercambios, eterno y agotador que también se llevó el germano. Acabó buscando aire literalmente. Tremendo. Pero no había terminado ahí el espectáculo porque en cuanto sacó, se vivió de nuevo otro puntazo que sí cayó del lado del número uno del mundo. Ya estaba 2-1 por delante Djokovic.

No había dicho su última palabra el alemán, que es ya el jugador que todos esperaban que fuera, lo que todos preveían desde hace años. Su calidad hace que desde adolescente le señalen como el futuro número uno, y hacía camino a trompicones durante las últimas temporadas, pero ya ha encontrado la madurez. Más sólido con su golpe de derecha, que a veces le fallaba, y sin perder la concentración, volvió a la carga con un tenis de muchos quilates. Puede estar orgulloso el ex pupilo de David Ferrer de haber jugado de tú a tú con el mejor jugador del mundo en una de sus mejores versiones. Le dominó, le llevó de lado a lado, le hizo sufrir y le igualó el partido.

Pero, dicho está, a Djokovic no hay que darle nunca por derrotado. Estaba contra las cuerdas y lejos de encogerse, creció. Lejos de jugar a lo loco, lo hizo con inteligencia, sólido, sin fallar pelotas, en plan pared, en modo roca. La primera vez que tuvo que sacar Zverev en este parcial definitivo, lo hizo siempre con segundos servicios. Y Nole le castigó. Break. La segunda, el serbio defendió pelotas increíbles y desesperando a su oponente, que le acabó regalando un par de puntos fáciles. Otro break. Y tomó una ventaja de 5-0. Se disparó en un tramo del partido en el que sólo cometió dos errores no forzados. Todavía se resistió el germano, ganó dos juegos seguidos, pero la distancia ya era demasiada. La sensación con la que se marchó de la pista puede ser doble: compitió bien, jugó una barbaridad... Pero ni así le dio para vencer.

Medvedev es el último obstáculo que separa a Djokovic de hacer (más) historia.