Grand Slam

Nadal, a la altura de su leyenda

Rafael Nadal celebra su victoria
Rafael Nadal celebra su victorialarazon

Los rescoldos de una ampolla en la mano izquierda y una versión disminuida de Roger Federer no fueron obstáculo para Nadal camino de su décimo cuarto «Grand Slam». Rafa ya está en la frontera que marca Pete Sampras como el segundo tenista de la historia que más «Grandes» ha ganado.

Los rescoldos de una ampolla en la mano izquierda y una versión disminuida de Roger Federer no fueron obstáculo para Nadal camino de su décimo cuarto «Grand Slam». Rafa ya está en la frontera que marca Pete Sampras como el segundo tenista de la historia que más «Grandes» ha ganado. El último obstáculo será mañana Stanislas Wawrinka, otro suizo. Y por delante ya sólo quedará Federer, que ante Nadal empequeñece, deja de ser el mejor de la historia y se convierte en un juguete en manos de un jugador que no deja de sorprender, y eso a estas alturas de la película resulta admirable. Porque eso es Rafa, un jugador diferente, de otro planeta, que no deja de sorprender. Con todos los problemas que ha pasado en Melbourne, con un torneo en el que no ha encontrado el ritmo, con once días en los que no ha podido estar a su mejor nivel... Está en la final otra vez. A un paso de convertirse en el primer jugador de la historia que gana todos los «Grandes» al menos dos veces en la «Era Open».

Federer parecía haberse quitado los complejos cada vez que tenía enfrente la imponente figura de Rafa. Las sensaciones en las semanas anteriores, el presunto buen «feeling» con Edberg, su tenis más agresivo que nunca y el cómo había alcanzado las semifinales son méritos que ante Nadal no le sirven de nada. Da igual que su raqueta sea más grande y le dé más seguridad, el problema está en su cabeza. Al único lugar que llegó fue a forzar el «tie-break» en la primera manga. Antes ya había recibido las primeras advertencias en forma de bolas de «break». Fue capaz de salvar tres, pero era la evidencia de que siempre estuvo contra las cuerdas. En cuanto Rafa apretase, Federer se iba a hundir. Y así fue en el desempate. Llegaron los errores no forzados, los fallos producto de la seguridad que transmite Rafael, que siempre estuvo en su sitio. Su partido fue tan serio como los constantes desequilibrios que mostró Roger Federer.

Los temores a la famosa ampolla de la mano izquierda y las incómodas sensaciones experimentadas ante Dimitrov se diluyeron en lo que Rafa tardó en calentar la muñeca. No necesitó grandes alardes para deshacerse del suizo. Y eso es lo que hace de la victoria algo todavía más admirable. Después de cada partido ante el número uno del mundo, Federer podría solicitar el ingreso en un psiquiátrico. Los desequilibrios en su juego le llevan a subir a la red sin sentido y eso ante el mejor pasador del planeta es un suicidio; su saque no funcionó; desde el fondo de la pista sólo Djokovic puede pelear con Nadal... Federer terminó perdiendo como un jugador menor.

Los ataques del suizo terminaron reflejando la desesperación que le invade cada vez que tiene a Rafa al otro lado. Por eso resulta tan extraña su reflexión posterior cuando el balance general entre ambos es 23/10 para el español, que no sufre una derrota en un «Grande» desde Wimbledon 2007. «Me encanta jugar contra él porque siempre va a ser en la pista central y el partido va a ser una gran historia. Para eso es para lo que uno se entrena duro», aseguró el suizo como si hubiera ofrecido gran resistencia.

Rafa se siente especialmente orgulloso de su rendimiento con todos los condicionantes con los que ha llegado a estas alturas del torneo. «Estoy jugando bien en los momentos importantes. Estoy aguantando bien la intensidad del partido y los peloteos largos porque siempre genero una bola más, y saco tiros de pelotas complicadas», reflexiona. Se siente rápido y con la velocidad suficiente como para ejecutar los golpes con los que los rivales no cuentan. Y ante ese panorama aparece Wawrinka, el segundo suizo en 48 horas. Fue su ¿adversario? en la final del año pasado en Madrid y persigue su primer «Grande». ¿Sus avales? Las victorias en cuartos ante Djokovic y ante Berdych en semifinales. No parecen argumentos suficientes para detener a Rafa e impedir que el español siga haciendo historia. En un torneo en el que nunca se ha sentido especialmente cómodo y en el que ha acusado siempre multitud de problemas físicos, Nadal vuelve a pelear por el título. La leyenda continúa.