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Nadal mira hacia arriba

Vence con contundencia a Wawrinka y se las verá en semifinales de Montecarlo con Murray. Monfils acaba con la aventura de Granollers.

El tenista español Rafael Nadal celebra tras ganar al suizo Stan Wawrinka en su partido de cuartos de final del torneo Masters 1000 de Montecarlo disputado en la localidad de Roquebrune Cap Martin (Francia)
El tenista español Rafael Nadal celebra tras ganar al suizo Stan Wawrinka en su partido de cuartos de final del torneo Masters 1000 de Montecarlo disputado en la localidad de Roquebrune Cap Martin (Francia)larazon

Vence con contundencia a Wawrinka y se las verá en semifinales de Montecarlo con Murray. Monfils acaba con la aventura de Granollers.

Rafa Nadal, a semifinales del Masters 1.000 de Montecarlo, y aspirante a ganarlo. Lo que durante tanto tiempo se consideraba una noticia normal, ahora es fantástica, y más cuando el ex número uno del mundo deja por el camino a jugadores «top 10». Bien es cierto que ayer Wawrinka no lo puso excesivamente complicado (6-1 y 6-4). El suizo es así. Puede ser capaz de ganar a Djokovic la final de Roland Garros, como el año pasado, o puede sufrir desconexiones absolutas que demuestra con una actitud apática, parado en la pista y lanzando fuera una bola tras otra. Ayer Stan, «The Man», como le gusta que le llamen, tuvo uno de esos días. Amenazó con reengancharse al partido en el segundo set al hacer un «break» a Nadal, pero rápidamente lo perdió y siguió con su recital, que había empezado partiendo una raqueta por la mitad con la rodilla.

A todo esto, Rafa a lo suyo. Montecarlo es uno de los torneos en los que mejor juego ha desplegado en su carrera; de hecho, ha triunfado allí en ocho ocasiones, y poco malo se puede decir de su actuación ante Wawrinka. «Me defendí bien y me moví bien, y cuando tuve oportunidad, intenté llevar el control del punto con la derecha», argumentó el zurdo de Manacor. Todo eso hizo, pues llegó a alguna pelota complicada y no dudó en tirar cuando hizo falta. Minimizó los errores no forzados y ganó confianza. Rápido de pies, sus golpes eran profundos desde el primer juego, y quizá por eso su rival no tardó en desesperarse. Si ante Thiem, en la ronda anterior, dejó dudas con el servicio, al conceder diecisiete pelotas de ruptura (sólo le ganaron dos), ayer estuvo más sólido en esa suerte y sólo tuvo ese momento de desatención en el segundo set.

Ahora a Rafa le espera Murray, que está viviendo un año irregular. Empezó siendo finalista en el Abierto de Australia, pero en los Masters 1.000 de Indian Wells y Miami se ha despedido antes de tiempo y contra rivales inferiores, especialmente Delbonis, porque del búlgaro Dimitrov, su otro verdugo, se puede esperar cualquier cosa. En esos torneos Rafa tuvo una semifinal y una retirada por el golpe de calor. «Voy paso a paso. Lo bueno es que en los dos últimos Masters 1.000 que he podido disputar he llegado a semifinales. Eso me da confianza. Llevaba tiempo persiguiéndolo», opinó el manacorense. Murray creció jugando en pistas de tierra batida en Barcelona, en la academia Sánchez-Casal, pero nunca ha sido su superficie preferida. Sólo tiene dos títulos sobre arcilla, el último, el Mutua Madrid Open en 2015, precisamente ante Nadal. Llega en forma tras abusar de Raonic (6-2 y 6-0).

La otra semifinal vivirá un duelo francés. Monfils acabó con la aventura de Granollers (6-2 y 6-4) y Tsonga superó a Federer (3-6, 6-2 y 7-5). Montecarlo seguirá siendo uno de los pocos torneos que le falta al helvético.