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Thiem humilla a Djokovic y se medirá con Nadal en semifinales

El austríaco explotó físicamente gracias a entrenamientos con métodos militares que le convirtieron en el jugador que es ahora.

Dominic Thiem celebra el triunfo
Dominic Thiem celebra el triunfolarazon

El austríaco explotó físicamente gracias a entrenamientos con métodos militares que le convirtieron en el jugador que es ahora.

«Las sensaciones que tengo son buenas, pero ahora me tengo que enfrentar al rival más difícil», revelaba Nadal a Álex Corretja en Eurosport con la cabeza puesta en la semifinal ante Dominic Thiem. Todo lo que prometía el austríaco cuando era el número dos del mundo junior lo está cumpliendo en el último año y medio. Buen sacador, gran pegador, dominante en tierra batida como ningún otro jugador de su generación...

Pero hay un antes y un después de Thiem en 2012, dos años después de que Ivan Lendl recomendase a la marca Adidas que se fijase en un frágil joven que iba para estrella. Gunter Bresnik, su entrenador de toda la vida y con el que sigue hoy, no daba con la clave para que aquel adolescente diera el salto físicamente. La solución estaba cerca de casa. Y era un austríaco experto en ironman, ultra triatleta que había dado la vuelta al mundo en bicicleta y que había cruzado nadando el Estrecho de Gibraltar. Era Sepp Resnik, un tipo con la imagen de un luchador de wrestling y que sólo necesitó un entrenamiento para saber qué era lo que necesitaba Thiem. «Metas extraordinarias requieren medidas extraordinarias», era el lema de Resnik y eso se traducía en entrenamientos heterodoxos y prácticas poco menos que paramilitares.

Una de las primeras sesiones fue en marzo de 2012 en un bosque cerca de una pequeña ciudad austríaca, aunque para llegar había que cruzar un lago. Resnik le obligó a hacerlo nadando, luego llegó una carrera nocturna de 15 kilómetros. El excéntrico preparador asegura que se paró más de una vez por kilómetro, aunque la siguiente ocasión que lo hicieron apenas se detuvo dos veces. Thiem, reticente al principio, no entendía nada. En los entrenamientos con Resnik no se tocaba la raqueta, se portaban troncos de 25 kilos, se atravesaban ríos, se recorrían senderos... Los resultados llegaron pronto y lo que era un jugador al que el físico no le daba para competir en la élite se convirtió en proyecto de «top 10». Thiem, que aceptó la «colaboración» de Resnik por las presiones de su entorno y de su entrenador, calificó los tres años de peculiares entrenamientos como «grandiosos». No sólo le fortaleció físicamente, también a nivel mental porque al principio carecía de cualquier instinto asesino con la raqueta en la mano. Era un buenazo en la pista. «Le decía que cuando saltara al campo fuera un animal, que eso no era un juego, que era la guerra», le aconsejaba Resnik.

Thiem, ahora con 23 años, disputa hoy su segunda semifinal de Roland Garros. Es el único jugador que ha podido con Rafa en la temporada en tierra batida. Fue en los cuartos de Roma, aunque en los dos precedentes anteriores (finales de Barcelona y Madrid) se impuso el español. Carlos Moyá, técnico de Nadal, es optimista: «Si no está en el mejor nivel de su vida, está muy cerca. Puede que esté en un mejor nivel diferente al anterior. Hay características que con el paso del tiempo vas perdiendo, pero hay más experiencia y entendimiento del juego. Está en una versión muy buena, muy cerca de su cien por cien».