F. C. Barcelona
Y Rakitic se hizo un hueco
El croata, suplente en los primeros partidos importantes del curso, es ahora el escudero del tridente.
Si hay un jugador que representa el equilibrio en el Barcelona ése es Rakitic. El centrocampista no lidera ninguna de las estadísticas de su equipo, pero figura en lo más alto en casi todas ellas. Si quienes más marcan son los delanteros (Messi [32], Neymar [17], Suárez [7] y Pedro [5]), detrás figura el croata (4). Lo mismo sucede con los remates o en las asistencias, donde va un par de pasos adelante: es tercero con 7, por detrás de las 9 de Suárez y las 14 de Messi. Pero cuando se trata de correr en la otra dirección del campo sucede lo mismo: los que más balones recuperan son Busquets (144), el medio defensivo; y los defensas con más minutos: Alba (127), Alves (119) y Piqué (118). Detrás de ellos.... Rakitic (100). Tan silencioso como sus números, el «4» ha conseguido ganarse un puesto en el equipo en una temporada con muchos vaivenes, un reflejo de lo que le ha sucedido al grupo.
Sorprendió al principio por su facilidad para adaptarse a un club tan complejo como el azulgrana, pero en el primer partido «grande» del curso, el del Bernabéu, se quedó en el banquillo. Entró en la segunda parte y nada más salir, sacó mal un córner que dio origen al contragolpe del tercer tanto del Real Madrid. También le tocó quedarse fuera, por ejemplo, en Mestalla y fue el primer jugador sustituido en París cuando el Barcelona buscaba remontar al PSG. Las rotaciones siguen, pero ahora pocos dudan de su presencia en el clásico de mañana, igual que ha estado en los dos partidos de octavos de final de la Liga de Campeones contra el Manchester City, con protagonismo en la vuelta al anotar el gol del triunfo. «No me gusta estar en el banquillo, pero ahí está el entrenador. Hay decisiones que no hay que entenderlas, hay que aceptarlas, y yo lo hago», admitió el futbolista hace poco en conferencia de prensa. Rakitic se ha convertido en el complemento perfecto para el tridente ofensivo y en el escudero de Messi, al que no duda en señalar como «el mejor del mundo». Cuando Leo pasa a ocupar posiciones de interior, el croata se abre a la banda derecha. Cuando el «10» se queda en el costado, el balcánico es el interior y cuando Leo se lanza al ataque, le cubre las espaldas.
Llegó al Sevilla en el invierno de 2011, y fue presentado junto a Medel. El día y la noche. El chileno era un torbellino dentro y fuera del campo y el jugador rubio era la tranquilidad. Vino procedente de la Bundesliga, de donde parece haber heredado el ordenado carácter alemán. Nació en Suiza y llegó a jugar en la selección helvética sub’17, pero se decantó por actuar para el país de sus padres. Su paso por Sevilla le dejó huella en todos los sentidos. Primero, en lo profesional: felicitó de forma efusiva a los hispalenses por su clasificación para los cuartos de la Liga Europa. Y, por supuesto, en lo personal: allí encontró a su mujer, con la que se casó dos días antes de un derbi con el Betis; tuvo a su hija y heredó un llamativo acento andaluz. «Los seguiré tirando –contestó tras una mala racha en los lanzamientos de penalti con el Sevilla–, pero me ha dicho mi suegra que como falle otro me mata», soltó en una ocasión. Aún no quiere hacer balance de su año en Barcelona. «Estoy contento, pero hablamos al final. Quiero acabar con algo (un torneo) en las manos».
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