Vivienda

¿Este verano es un buen momento para cambiar de casa?

La caída del turismo y la incertidumbre económica han provocado un aumento de la oferta y la estabilización de precios

Una pareja recibe las llaves de una vivienda
Una pareja recibe las llaves de una viviendalarazon

Hacer una mudanza en julio o agosto puede no ser el plan más apetecible. No obstante, cargar con muebles y cajas a 35 grados puede tener una grata recompensa. Los meses de confinamiento han hecho que muchos españoles se replanteen dónde quieren vivir los próximos años. Las terrazas, jardines, piscinas y espacios abiertos y amplios han ganado protagonismo, mientras que la cercanía a grandes capitales ha perdido importancia gracias al auge del teletrabajo. Los meses tradicionales para realizar una mudanza son septiembre, coincidiendo con el arranque del curso escolar y de proyectos empresariales, y mayo, en plena primavera, la época con mayor cifra de nacimientos. Pero esta temporada estival también se presenta como un buen momento para cambiar de casa gracias al aumento de la oferta y la estabilización de precios, señala Propify, la plataforma de servicios para alquileres de vivienda habitual. La plataforma expone cinco motivos para no dejar el cambio para más adelante.

1. Estabilización del precio

“El panorama actual de precios de los alquileres es muy favorable al inquilino ya que los precios se están estabilizando un 10% por debajo de la media que estaba establecida”, señala Propify. Por ello, es un buen momento para conseguir un buen inmueble a un precio más asequible. Hay que recordar que el sector sufre constantes repuntes de precios y una oportunidad así puede durar poco tiempo.

2. Más tiempo para todo

Uno de los quebraderos de cabeza del inquilino y que más estrés añade a la búsqueda de piso es la rapidez con la que se cierran los contratos. Más de uno se habrá enamorado de un piso que no llegó a ver o que tras visitarlo y llamar para confirmar la reserva ya no estaba disponible. La alta demanda de los últimos años ha hecho que las dinámicas se acelerarán y que los tiempos de decisión fueran mínimos e incluso, instantáneos. Actualmente los tiempos medios de alquiler se han triplicado, por lo que las casas están más tiempo en el mercado y puedes tomar una decisión más meditada. Y como bonus, la disponibilidad del tiempo en verano es mucho mayor, por lo que es posible hacer muchas visitas pero también organizar una mudanza con más calma.

3. Mucha más oferta

Pese a que el sector turístico intenta volver a la normalidad, las cifras son muy inferiores a las de años anteriores y esto también repercute en los alquileres vacacionales. Este tipo de arrendamientos muy populares en ciudades como Madrid y Barcelona habían acaparado la oferta. La alta rentabilidad del alquiler temporal había reducido el número de inmuebles en alquiler de residencia habitual disponibles ya que muchos propietarios optaron por esa opción. Sin embargo, “la circunstancia actual, con la consecuente reducción del turismo, hace que muchos de esos inmuebles vuelvan al mercado del alquiler de larga estancia por lo que encontramos más variedad y las opciones se multiplican”, subraya Propify.

4. El largo plazo gana puntos

La incertidumbre económica y social que ha generado la pandemia ha reforzado la necesidad de estabilidad por parte de los arrendadores. Quieren un perfil que alquile a largo plazo y con garantías de cobro para rentabilizar su vivienda en alquiler sin complicaciones. Por ello, “los inquilinos encuentran muchos más propietarios dispuestos a alquilar su piso por más tiempo, firmando contratos de mayor duración y con un compromiso de permanencia que para muchas personas es un valor muy importante de la propiedad a alquilar”, apunta la plataforma de servicios de alquileres.

5. Mudanza más sencilla y viable

Una mudanza nunca es sencilla, pero los horarios más relajados de verano y los días de vacaciones hacen que el proceso no sea tan caótico. Además, todo estará listo para la vuelta en septiembre, sin tener que hacer malabares para gestionar la vuelta al trabajo, las jornadas de trabajo asfixiantes, el curso escolar y encima una mudanza.