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El hombre valiente de Cibeles y el Gobierno

El gobernador el Banco de España, como hizo en primavera, ha dicho las verdades del barquero en el Congreso. Entonces concitó un respaldo casi unánime, pero ahora ­sus observaciones a los Presupuestos escuecen a algunos

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en su comparecencia ante el Congreso esta semana
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en su comparecencia ante el Congreso esta semanaServicio Ilustrado (Automático)CONGRESO

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España y, sobre todo, miembro influyente del Banco Central Europeo (BCE) que allana la financiación de España, cercano a Christine Lagarde, es un hombre valiente y joven (Madrid, 1971, aunque presume de asturiano) que arriesga y también se juega su futuro. Lo negará, pero figura en las quinielas a muy largo plazo para el BCE, aunque necesitaría el respaldo de su Gobierno.

En la primavera pasada, en medio del confinamiento dictado –y aceptado con buena cara por la mayoría de la población– por Pedro Sánchez, acudió a la Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Congreso de los Diputados y protagonizó el hecho insólito de que todos los grupos políticos –incluidos los representantes de Unidas Podemos– aceptaron «su diagnóstico económico». Abogó entonces, incluso, por un pacto económico que abarcara varias legislaturas. Aquello fue todo poco más que un espejismo, una tregua que nadie deseaba que se prolongara.

El jueves pasado, el gobernador del Banco de España volvió al Congreso de los Diputados desde su despacho en la plaza de la Cibeles, como es preceptivo, para aportar el análisis técnico de la institución que encabeza sobre el proyecto de Presupuestos, alumbrado por el equipo de la ministra María Jesús Montero, que sustituirán a los todavía vigentes de Cristóbal Montoro, los más longevos de la democracia. El gobernador habló con la misma libertad e independencia que en la primavera, pero ahora las cañas de sus interlocutores parlamentarios se volvieron lanzas. El discurso de Hernández de Cos está calcado del tan aplaudido de la primavera, aunque ahora incluye una serie de objeciones a los Presupuestos que irritan al Gobierno y a los «indepes».

El gobernador, que apoya sin embargo el enorme aumento del gasto público, no se cree las previsiones del Gobierno –lo que invalida buena parte de los Presupuestos– y, sobre todo, reclama que se diseñen ya los planes para atajar el desmadre del déficit y la deuda cuando pase lo peor. Todo, en el fondo, es bastante simple. El Gobierno, como recomienda hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) que dirige Kristalina Georgieva, opta por una especie de orgía de gasto. El problema es si ese gasto, como sueñan Pablo Iglesias y los suyos, se consolida para siempre, al margen de cómo se utilice.

Al fin y al cabo, es una opción política, pero lo que de verdad preocupa a Hernández de Cos es cómo se paga, cómo se financia. Las cuentas del Gobierno para 2021 –también lo dice la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF) que encabeza Cristina Herrero, sucesora del ahora ministro –de lo más sensato del Gobierno– José Luis Escrivá, es que tienen más agujeros que un queso de Gruyere o, dicho de otra manera, parecen la carta a los Reyes Magos de un niño en plena apoteosis de ilusión e inocencia.

La Comisión Europea que preside la alemana Ursula Von der Leyen, que todavía alucina tras asistir a una reunión virtual de presidentes autonómicos, soflama «indepe» de Aragonés incluida, también pone en solfa los números del Gobierno. Las cifras, sin embargo, están ahí y hay dudas más que razonables sobre el crecimiento económico en 2021 y sobre los ingresos del Estado, es decir, de su capacidad de financiar todo ese gasto público.

Hernández de Cos, no sin correr riesgos –porque también es su función–, ha dicho las verdades del barquero que, claro, no han gustado en las filas de Unidas Podemos ni tampoco en un Gobierno para el que, ahora mismo, mañana es largo plazo y pasado mañana un tiempo tan lejano como inimaginable. El ministro Escrivá, que fue elegido por el ex ministro Álvaro Nadal del PP para dirigir la AIREF y que también soñó con gobernar el Banco de España, ha sido el encargado –de alto funcionario a alto funcionario– de arremeter contra el gobernador que, ¡ojo!, no critica el gasto sino los problemas para financiarlo.

Eso sí, y ahí demuestra su valor y se juega mucho, no tiene empacho en mostrar su asombro por el plan de un aumento generalizado –le parece correcto, por ejemplo, para los sanitarios– del salario de los funcionarios, mientras millones de españoles pierden sus empleos o tienen que apretarse el cinturón. El hombre valiente de Cibeles.

El hundimiento de la economía balear puede superar el 30%

La Comunidad Autónoma de Baleares, que preside Francina Armengol, es la que más sufre las consecuencias de la pandemia por la importancia del sector turístico en su economía. Todas las previsiones apuntan a una caída del PIB balear superior al 25%, y las de FEDEA que dirige Ángel de la Fuente la sitúan entre un 27,3%, en la hipótesis más optimista, y un 30,8%, aunque en el último trimestre el hundimiento podría rozar incluso el 35%.

Los millones europeos que podrían haberse multiplicado casi por diez

Los Presupuestos Generales prevén 2.945 millones de los fondos europeos para gasto sanitario del Estado. La cifra, importante, pero mínima con respecto a los más de 70.000 millones de gasto sanitario de todas las administraciones, podría haberse multiplicado casi por diez, si el Gobierno –todavía estaría a tiempo– hubiera decidido pedir prestados, a un tipo de interés cercano a cero, los 26.000 millones que ponía a su disposición la Unión Europea, a través del llamado mecanismo MEDE y siempre que tuvieran un destino específico, como podía ser, en este caso, el gasto sanitario, ya fuera para personal como para compra o renovación de distintos equipos técnicos. El problema es que Sánchez y su equipo descartaron utilizar esa vía por la connotación que lleva implícita de rescate a un país en dificultades.