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Firmes con Marruecos

España es el primer inversor en Marruecos. Más de 600 empresas nuestras operan allí, creando empleos, generando vínculos y ayudando al país. Además, el gobierno Sánchez aprueba generosas ayudas para que Rabat forme a su gendarmería, invierta en desarrollo y mantenga cerrada la frontera. Medidas todas necesarias, como necesario es tener mano izquierda diplomática, habilidad que desconoce la ministra González Laya. Errores innecesarios como el retraso de Sánchez en visitar a Mohamed, la soflama pro-saharaui de Iglesias, las idas de Marlaska a Argelia o la acogida del líder Polisario en Logroño, no hacen sino dotar de razones a quienes poco necesitan para zaherir a España.

Marruecos es un vecino difícil con el que no se deben cometer errores de primaria. A Sánchez le ha fallado el CNI, a su ministra la soberbia, a Iglesias la soflama y a Marlaska la ingenuidad. Con Marruecos solo es eficaz la política de la zanahoria y el palo. Más o menos como hacen los ingleses con nosotros en Gibraltar. Solo Aznar supo interpretar eso, dejando como huella para la historia la acción militar de Perejil, islote cercano a Ceuta del que tuvieron que salir los soldados marroquíes con las orejas gachas.

Hay que cultivar la amistad con Marruecos, pero no solo. También hay que ser firmes. Es un error desaparecer de Ceuta y Melilla porque lo quiere el monarca alauí. No hay que entregarse al Polisario, como pretende Iglesias. Pero mientras exista el Polisario, Rabat se ocupará menos de Ceuta y más del Sahara, territorio que nos arrebató por la fuerza, como intentará hacer con Ceuta y Melilla en cuanto tenga oportunidad.