Opinión

Reducir la dependencia del coche por una ciudad más agradable y eficiente

Patines de la compañía Voi aparcados en la ciudad británica de Liverpool
Patines de la compañía Voi aparcados en la ciudad británica de LiverpoolPHIL NOBLEREUTERS

En las ciudades europeas, la distribución del espacio no es equitativa y la mayoría de los ciudadanos salimos perdiendo. Hemos priorizado el espacio destinado a los coches y la vida en las ciudades es, por ello, menos agradable y eficiente.

En cada ciudad a lo largo y ancho del continente, cientos de miles de kilómetros se han aplanado, cubierto de hormigón y presentado como una solución para la vida urbana. Y lo hemos aceptado. Hemos aceptado que se conceda una parte importante del espacio público al coche, de una manera sub-óptima y poco eficiente. Hemos sacrificado parques, espacios verdes, aceras y carriles de bicicleta más amplios y seguros… a favor de lugares de aparcamiento en su mayoría ineficientes.

Así es como muchos españoles, europeos y personas de todo el planeta viven en ciudades dominadas por el cemento, aceras demasiado pequeñas, creando riesgos de accidentes entre coches y peatones. Se suma a esto el impacto de las emisiones de los coches en las altas tasas de enfermedades respiratorias, afectando desde niños a personas mayores, y en consecuencia, en impactos negativos a nuestros sistemas de salud, así como a la economía en general. Pero. ¿qué pasaría si eligiéramos no aceptar que el coche y los aparcamientos son un requisito en cada núcleo urbano? ¿Qué pasaría si redujéramos nuestra dependencia del coche pulsando el interruptor de la movilidad multimodal?

Accionar el interruptor

Imagina un mundo en el que el coche privado no fuera el único medio de transporte y tampoco el principal. Imagina una ciudad en la que es posible moverse a todas partes en patinete eléctrico o bicicleta, combinados con un transporte público eficaz y ecológico.

Un patinete eléctrico ocupa 10 veces menos espacio que un coche cuando ambos están aparcados, y este potencial de ahorro de espacio sigue cuando los dos medios de transporte están en movimiento. Además, un patinete que forme parte de un plan de alquiler puede ser utilizado por 10 o 12 personas al día (¡o hasta más!), mientras que la mayoría de los coches solo tienen uno, a veces dos, usuarios al día. Un solo autobús puede transportar las mismas personas que 60 coches.

Espacio innecesario y desproporcionado

En Barcelona, una de las ciudades con más espacios peatones en el mundo, el 60% del espacio en la calle está destinado a los coches a pesar de que solo el 14% de la población lo utiliza regularmente. En Copenhague, la ciudad más apta para bicicletas del planeta, los coches todavía tienen el 66% de la carretera a pesar de que solo el 9% de los viajes se hacen en coche.

En Madrid, casi un millón de personas (532.000 vehículos) soportan a diario los atascos de acceso a la ciudad, según la RACC. Esto supone la pérdida de 329.000 horas diarias y un coste total de 3,4 millones de euros al día.

Teniendo en cuenta que la mitad del espacio en las ciudades se lo llevan los coches, liberar, aunque fuese una quinta parte del mismo, permitiría construir nuevas casas, lugares de trabajo y espacios verdes sin que ello impactase en la forma en la que la gente se desplaza cada día.

Todo esto se suma a los enormes beneficios medioambientales que conlleva el cambio a patinetes eléctricos y otras formas de micromovilidad y un mejor uso del transporte público.

Ya existe un precedente

Desde 1990, Filadelfia, en Estados Unidos, realiza inventarios de aparcamiento cada cinco años. Gracias al aumento de las opciones de transporte y al mayor espacio concedido a los desplazamientos a pie, la cantidad de aparcamiento fuera de la vía pública en el centro de Filadelfia se ha reducido en unas 3.000 plazas, es decir, un 7%. En lugar de provocar un descenso de la actividad económica, esto ha supuesto un aumento del empleo y del comercio minorista.

Otro ejemplo es el de Zúrich, que puso un límite al aparcamiento en 1996, estableciendo un sistema de intercambio que decreta que cualquier promotor que proponga nuevas plazas de aparcamiento tiene que eliminar el mismo espacio de tamaño equivalente de las calles de la ciudad y dedicarlo a una plaza pública en su lugar. El resultado ha sido un aumento de los desplazamientos a pie, en bicicleta y en transporte público por la ciudad. Otros ejemplos: Copenhague ha peatonalizado las calles y París ha eliminado 15.000 plazas de aparcamiento en la calle (y sigue en aumento).

Las pruebas demuestran que es posible dar un golpe de timón y cambiar nuestros hábitos y nuestras ciudades. No debemos limitarnos a aceptar el statu quo y, en 70 ciudades de toda Europa, la gente está cambiando su forma de desplazarse a diario cogiendo un patinete compartido de Voi, muchas veces para realizar la última milla después de usar el transporte público. También sabemos que los patinetes eléctricos son solo una parte de la solución. Al liberar el espacio que actualmente se concede a los coches, se ayuda a que otras formas de movilidad sostenible sean el centro de atención: caminaremos más, nos sentiremos más seguros cuando vayamos en bicicleta y el transporte público tendrá la oportunidad de ser utilizado en todo su potencial y, con ello, podremos recuperar nuestro espacio, nuestra calidad del aire y remodelar nuestras ciudades.