Opinión
¿Qué oculta el Gobierno con los datos reales del paro que muestra la EPA?
La auténtica realidad de nuestro mercado laboral una vez lo limpiamos de polvo y paja es un nivel de ocupación similar al de hace cuatro años
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, sacó pecho esta semana por buenos los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA): «Una buena noticia: por primera vez desde la crisis del 2008 hay más de 20 millones de personas ocupadas en nuestro país. El paro baja y se sitúa en el 14,57% según la EPA. Las medidas de protección de la gente y del empleo ponen las bases de una recuperación justa».
En efecto, por primera vez desde la crisis subprime, España ha recuperado la mágica cifra de los 20 millones de ocupados, lo cual parecería que constituye un éxito del actual Gobierno, un éxito que pondría de manifiesto la muy vigorosa recuperación económica que estamos experimentando. Y, ciertamente, la situación del mercado laboral es en estos momentos mucho mejor de lo que cualquiera hubiese podido imaginar hace apenas año y medio: no solo en España, sino en casi todos los países ricos. Los niveles de ocupación se han disparado en todas partes tan pronto como las restricciones se levantaron y la vida económica se normalizó. No es un éxito circunscrito a nuestro país.
Pero, además, sucede que los datos de la EPA no son en realidad tan positivos como pretende pintarlos la ministra de Trabajo. Esencialmente por dos motivos.
Primero, los trabajadores incluidos en un ERTE de suspensión de empleo (alrededor de 200.000) siguen contabilizándose como personas ocupadas a pesar de que se hallen económicamente desocupadas.
Segundo, desde finales de 2019, el empleo público se ha disparado en 230.000 personas hasta alcanzar su máximo histórico de 3,48 millones. No es que los empleados públicos no estén ocupados, claro, pero desde luego no constituyen un buen indicador del auténtico vigor del sector privado. Aunque la economía privada esté sufriendo, el gobierno puede endeudarse para aumentar la contratación pública y, a través de ella, maquillar las cifras de empleo.
Pues bien, si, en lugar de analizar el número total de trabajadores, prestamos atención al número total de trabajadores en el sector privado –incluyendo, por ahora, a aquéllos que están en ERTE–, nos ubicamos alrededor de los 16,6 millones de ocupados… todavía ligeramente por debajo de las cifras previas a la pandemia. Pero es que si, para más inri, tratamos de eliminar la influencia de los ERTE sobre las cifras de ocupados –el INE, por desgracia, no nos ofrece una estimación de los mismos–, comprobaremos que el dato es todavía peor. Durante el tercer trimestre de 2021, el número total de horas trabajadas a la semana dentro del sector privado fue de 490 millones: un 3% por debajo del tercer trimestre de 2019 y del tercer trimestre de 2018. En esta métrica, el sector privado apenas supera levemente los datos del tercer trimestre de 2017.
Ésa es, pues, la auténtica realidad de nuestro mercado laboral una vez lo limpiamos de polvo y paja: un nivel de ocupación similar al de hace cuatro años. Eso es lo que hemos perdido con la pandemia y lo que todavía no hemos recuperado. Puede que, como decíamos al comienzo, estemos mejor de lo que habríamos imaginado al comenzar la pandemia, pero sin duda también estamos peor de lo que proclama el Gobierno a los cuatro vientos.
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