Entrevista

Jorge Sendagorta: «La sociedad cada vez necesita más ingenieros»

El presidente de honor de Sener ha sido nombrado recientemente académico de número de la Real Academia del Mar

Sener ha detectado un déficit de ingenieros. Sendagorta anima a los jóvenes a optar por estos estudios
Sener ha detectado un déficit de ingenieros. Sendagorta anima a los jóvenes a optar por estos estudiosGonzalo Pérez MataLa Razón

Hace dos años que Jorge Sendagorta abandonó la máxima responsabilidad de Sener, que ocupó durante dos décadas, pasando a asumir la Presidencia de Honor. Un cargo, este, que ya ostentó su padre, Enrique Sendagorta, fundador en 1956 de la compañía, en la que ya la tercera generación se está abriendo paso. Su hijo, Jorge Sendagorta Cudós, es el actual el CEO, al que le ofrece sus reflexiones así como memoria histórica, pero al que nunca –asegura– le dice lo que tiene que hacer.

Aunque ya retirado de la primera línea, el tiempo libre tampoco le sobra, ya que, además de asesorar a dos empresas siderúrgicas, continúa manteniendo una estrecha relación con Sener, una de las compañías de ingeniería más punteras de España, ya que, como el mismo dice, «la vinculación con las empresas familiares empieza siendo solo un niño y no acaba nunca». Cuando sus obligaciones se lo permiten, le gusta leer, escuchar música, viajar, practicar golf y navegación y disfrutar de sus diez nietos.

Doctor en Ingeniería Naval, recientemente, ha ingresado como académico de número de la Real Academia del Mar, una organización que tiene como misión poner en valor la tradición marítima en España, un nombramiento que le ha hecho especial ilusión, ya que, sin duda, su gran vocación es el mar. Sin embargo, no es el único reconocimiento que ha recibido a lo largo de su vida. Modesto, afirma sentirse orgulloso de ellos en tanto en cuanto los ha percibido por formar parte del equipo de Sener. «Tengo un libro, “La vida lograda”, de Alejandro Llano, y es de esa manera como me gustaría terminar, con una vida lograda. Los reconocimientos son solo pequeños hitos en el camino», señala.

Recuerda sus inicios en la compañía, a la que llegó con 34 años, fueron complicados. Y es que la moratoria nuclear de 1986, obligó a suspender proyectos relacionados con centrales, particularmente en la de Lemóniz, en la que estaban muy volcados. «El trabajo en aquella época era incierto, nos vimos obligados a prescindir a mucha gente. Sin embargo, en Sener, siempre hemos tenido un estilo particular, que es el de buscar áreas de negocio lo suficientemente novedosas para que no haya mucha competencia. Por ello, nos recompusimos y colaboramos con la primera fase del Avión de Combate Europeo, Eurofigther, un proyecto que sería el germen de la Industria de Turbopropulsores (ITP) y de nuestra posterior asociación con Rolls Royce», relata. Y es que si hay un proyecto le ha ilusionado por encima de los demás ha sido, sin duda, el de comenzar desde cero una fábrica de motores de avión y verlo crecer hasta convertirse en un referente en la industria. Una «criatura» que Sener vendió en 2016 y que, tal y como confiesa, fue «una de las decisiones más difíciles de su vida». «Vendimos ITP porque ya habíamos hecho todo lo que teníamos que hacer. Corríamos el riesgo de morir de éxito, porque cada vez estábamos más vinculados con Rolls Royce, hasta el punto de que, pese a que Sener era el accionista mayoritario de la compañía, con un 53%, se nos identificaba como una división de Rolls», rememora.

Sendagorta afirma que en los últimos años están teniendo problemas en fichar ingenieros, ya que, en la actualidad, hay un déficit de estudiantes de esta disciplina. «Ingeniería es una carrera dura y muy vocacional y, a veces, no está tan reconocida económicamente como otras. Sin embargo, la sociedad cada vez necesita más ingenieros, ya que crecen las inversiones en transporte, energía o logística, y eso requiere de este tipo de profesionales. Lo que buscamos los ingenieros es resolver los problemas con los menores medios posible, algo que es indispensable en un mundo que tiende a circularizase y a reducir los recursos que se utilizan», señala. Por ello, anima a los jóvenes a que opten por este tipo de estudios. «Es una carrera muy bonita, que sirve para prestar un gran servicio a la sociedad. Esa contribución es muy gratificante. Por ser una carrera dura, es de las que deja huella, produce un cambio en las personas, y otorga un rigor en el análisis que, después, se puede aplicar a todos los ámbitos de la vida», destaca.

Asimismo, asevera que trabajar con la familia es unas veces mejor y otras peor, pero que en la suya han tenido la fortuna de recibir unos valores que les hace coincidir en que la empresa es lo más importante. «Hay mucho miles de personas que dependen de que no se hagan tonterías. Es una gran responsabilidad, algo que todos entendemos, y eso es lo que hace que estemos juntos desde 1956. La empresa no es un activo que es propiedad de los accionistas que pueden disponer de la misma a su antojo. Es una persona que tiene su propia vida. En España somo muy ignorantes de lo que sucede con nuestras empresas y de la contribución que hacen al país», concluye