Agricultura

La sequía y la inflación hunden al campo, que ya pierde 10.000 millones

El Gobierno sigue sin convocar las «mesas del agua» para buscar soluciones y con los embalses por debajo del 40%. La subida de costes de luz, combustible, fertilizantes o piensos han dejan al agrícola sin margen de beneficio

Las pérdidas provocadas por la falta de agua y las altas temperaturas en el campo español se aproximarán a los 10.000 millones de euros, según los cálculos que manejan expertos del sector agrario. Mientras tanto, el Gobierno se ha marchado de vacaciones sin haber convocado reuniones, ni de la mesa de la sequía hidrológica en el Ministerio para la Transición Ecológica de Teresa Ribera, ni de la mesa de la sequía agraria en el de Agricultura, Pesca y Alimentación, con Luis Planas al frente, a pesar de la gravedad de la situación. Entre los subsectores más afectados destacan los de cereales, el olivar, tanto en su vertiente de producción de aceite como de aceituna de mesa, el viñedo, las frutas y hortalizas, el almendro, el de arroz y el de ganadería extensiva. Asaja ha hecho una primera valoración en la que estima que los daños directos provocados por la sequía, la falta de agua y las altas temperaturas superan a estas alturas los 8.000 millones de euros.

Uno de los subsectores más perjudicados por la climatología de los últimos meses es el del olivar. Las últimas estimaciones hechas por expertos del mismo prevén una producción de aceite de oliva durante la próxima campaña, que comenzará en octubre, de un millón de toneladas, aunque esta cifra se revisa a la baja cada día que pasa; esa cantidad supondría un descenso del 33% en relación con los 1,5 millones de toneladas que se han conseguido durante la campaña que está a punto de finalizar. Tomando como referencia los precios actuales, solo en esta producción habría unas pérdidas de 1.500 millones de euros. A esta cantidad habría que sumar otros 300 millones de euros en el caso de la aceituna de mesa, de los que 150 millones corresponderían a los olivareros por el descenso de la cosecha de aceituna y los otros 150 a la pérdida de valor del resto de la cadena. No obstante, se trata de cifras provisionales, a la espera de ver cómo evoluciona la situación en las próximas semanas. Si se mantienen altas temperaturas y la falta de lluvias los daños aumentarán de forma significativa.

La cosecha de cereales de otoño invierno se ha reducido este año más del 30% en relación con la de 2021, que fue muy elevada. Por otro lado, la falta de agua para regar ha provocado restricciones en las siembras de maíz, un perjuicio imputable también a la sequía. Las pérdidas en el conjunto de este subsector podrían llegar a los 3.000 millones de euros, dependiendo de cómo se hagan las cuentas, porque no es lo mismo utilizar los precios de los cereales que se daban el año pasado por estas fechas o los vigentes hoy, que son mucho más elevados. Según datos proporcionados por Asaja, a través de sus organizaciones provinciales y regionales, solo en Aragón las pérdidas en los cereales ascienden a 370 millones de euros. Este sindicato agrario señaló ayer que «las pérdidas y daños totales en el campo español podrán superar fácilmente los 8.000 millones de euros».

Sequía y pérdidas agrícolas
Sequía y pérdidas agrícolasTania Nieto

Entre los datos que aporta figuran los siguientes: 30% de reducción de la cosecha en los cultivos de invierno; entre un 40% y un 50% de recorte tanto en superficies como en producción en el caso del maíz; bajos rendimientos en girasol, que han neutralizado el aumento de la superficies; caída de hasta el 50% en la cosecha de aceituna, tanto para almazara como para mesa, y reducción asimismo del rendimiento en materia grasa en la molturación. La vendimia se ha adelantado en más de dos semanas en muchas zonas productoras y la bajada de la producción oscilará entre un 25% y un 30%. También caerá de forma significativa la cosecha de almendra. A estos datos, ya de por sí desalentadores, hay que sumar las restricciones que sufrirán los agricultores que tienen explotaciones en los casi cuatro millones de hectáreas que se dedican al regadío.

Mención aparte merece la ganadería extensiva. Primero, los titulares de las granjas han tenido que hacer frente durante los últimos meses a un incremento de costes como consecuencia de la falta de pastos y forrajes por la ausencia de precipitaciones. A esto se ha sumado en fechas más recientes la necesidad de abastecer con cubas y cisternas de agua a sus animales, porque se han secado las charcas y las fuentes del campo, lo que se ha traducido en un segundo incremento de costes imputables directamente a la sequía. Eso sin olvidar que, con anterioridad, sufrieron un aumento del precio de los cereales y del pienso.

Frente a esta situación tan crítica de una parte del campo español provocada por la sequía, ¿qué es lo que ha hecho el Gobierno? Pues, de momento, nada. Teresa Ribera, la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica no ha convocado la mesa para analizar la sequía hidrológica, a pesar de que los embalses se encuentran por debajo del 40% de su capacidad total. Luis Planas, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, se ha ido de vacaciones sin haber convocado tampoco la mesa de la sequía agraria, que tradicionalmente se reunía en este departamento en su doble vertiente: con las organizaciones agrarias y las cooperativas, por un lado, y con las comunidades, por otro. Desde Asaja se ha pedido al Gobierno que «se ponga al frente de la gestión de la crisis, como han hecho otros Gobiernos europeos y que presente medidas urgentes y eficaces, primero, para paliar esta crisis y, después, para ofrecer soluciones duraderas al sector agrario español, que padece graves problemas estructurales, entre los que destaca el acceso al agua para dar estabilidad a nuestras producciones».

Otra de las vertientes de esta crisis que mantiene al campo contra la pared es la inflación y la subida de costes, tanto de producción como de materias primas y suministros. Con una inflación del 10,8% en julio, cada vez se hace más complicado afrontar los gastos de explotación. La subida de la factura eléctrica en un 41,4% en el último año; sumado al incremento del combustible –que en el caso de gasóleo agrícola se ha triplicado– y al coste de los piensos y fertilizantes –con subidas de hasta el 70% por la alta demanda y la menor oferta– han dejado a agricultores y ganaderos sin margen de beneficio, ya que la supuesta subida de precios de producción no ha sido tan elevada como lo han sido los costes.

Esta difícil situación ha provocado que muchos agricultores y ganaderos ya se estén planteando cerrar explotaciones o reducir la superficie para cultivos herbáceos, cambiar a otras producciones, más baratas, con menos mantenimiento. como el girasol y que consuman menos recursos hídricos o, directamente no sembrar. Y los ganaderos sacrifican ya miles cerdos, corderos y vacas –tanto de leche como de carne– porque no pueden mantenerlas. «Así no perdemos dinero», sentencian.