Virginia Guinda se convertirá en la primera mujer en presidir la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) si gana las elecciones que se celebran el próximo miércoles. Todo un hito teniendo en cuenta que se trata de una organización tradicionalmente muy masculinizada. Se presenta como alternativa a Antonio Garamendi, el actual presidente, porque quiere construir una nueva CEOE más plural, en la que todas las voces tengan cabida, crítica, influyente y moderna, adaptada a los nuevos tiempos y realidades, en la que la transparencia sea un pilar fundamental.
¿Por qué ha decidido presentarse a la Presidencia de CEOE?
Mi motivación ha surgido de una honda preocupación por los cuatro años que vamos a encarar no solo los empresarios, sino toda la sociedad. Llevamos tres años de «aupa», en los que hemos tenido que adaptarnos a situaciones muy complejas, y en los que nos hemos tenido que acostumbrar a vivir con un grado de incertidumbre elevadísimo. Viendo que no había otra candidatura más que la del actual presidente, decidí dar un paso al frente porque pienso que CEOE debe jugar un papel mucho mas relevante, influyente y plural en esta nueva etapa, abordando muchos más temas de los que habitualmente trata.
A tenor del reparto de apoyos expresados por las distintas patronales, ¿su candidatura es más testimonial que real?
Es completamente real. Empecé la campaña la semana pasada, pero todas las sectoriales y territoriales con las que estoy hablando se han mostrado muy receptivas. Después de la sorpresa inicial, he detectado que hay un interés manifiesto por conocer cuál es la alternativa que yo represento.
¿Ha hablado con los grandes electores?
He hablado con muchos de ellos y todavía tengo que hablar con más.
¿Y espera que le apoyen?
Sí, eso espero.
¿Pero muchos ya han mostrado su apoyo a Antonio Garamendi?
Antes, había solo una candidatura. Está habiendo muy buena sintonía y creo que hay bastantes que me van a apoyar a mí.
¿En qué consiste su alternativa?
CEOE tiene que ser más ambiciosa y jugar un papel más relevante en la negociación de cualquier marco regulatorio que afecta a las empresas. Tiene que convertirse en un motor de generación de riqueza y de creación de empresa, y que ayude a las que ya tenemos a ganar dimensión. Eso es lo que me ilusiona y me motiva y lo que propongo construir con todas las organizaciones que me apoyen y quieran involucrarse en mi proyecto.
¿Y eso cómo se hace?
Trabajando mucho e implicando a las personas. En la gobernanza de CEOE tiene que haber mayor sentido de pertenencia de los asociados, que sienta que es su organización. Pero también tenemos que ir hacia una institución en la que la comunicación fluya eficazmente, estando todos en contacto y abordando los retos que se nos presentan, y haciendo un importante ejercicio de transparencia, que afecte a todos los acuerdos de la directiva y también a otros temas como los sueldos de los altos directivos y del propio presidente.
Hablando de sueldos, ¿qué le parece que el salario de Antonio Garamendi ascienda a 345.000 euros?
Me parece excesivo si se compara con los ingresos de los socios. Ojalá la mayoría de empresarios asociados a CEOE tuvieran el mismo sueldo que el actual presidente. Pero también pienso que es desproporcionado dado los tiempos que corren, de dificultad, en los que todos vamos a tener que hacer esfuerzos. Creo que estos salarios deberían estar fijados por la Junta Directiva.
¿Ahora no lo están?
Formo parte de la Junta Directiva y lo desconocía. Quizá, me lo perdí. Tampoco nunca lo he visto reflejado en la memoria de cuentas de la organización.
¿Qué salario cree que sería el adecuado para el presidente?
Eso lo tendrá que determinar la Junta Directiva. Hay ciertas cosas que tienen que ser conocidas y publicadas en la memoria como prevé la Ley.
¿Qué otras cosas ha detectado que no son transparentes?
Determinados acuerdos con ciertas sectoriales y territoriales.
¿Podría poner algún ejemplo?
No quiero entrar en la confrontación o en mirar excesivamente al pasado porque no es constructivo, pero todo el mundo en CEOE sabe de lo que estamos hablando. La ropa sucia es mejora lavarla en casa, y hablar fuera de las cosas que podemos hacer para que las empresas funcionen mejor.
Entonces, a su juicio, CEOE no es una organización transparente...
Desde mi punto de vista, debería ser mucho más transparente, algo que sería sano y positivo para el diálogo y para llegar a más y mejores acuerdos.
¿También se extendería esta transparencia a los asesores externos de la organización?
Ese sería un claro ejemplo de falta de transparencia. Creo que determinados cargos de responsabilidad y representatividad de CEOE deberían ser ocupados por miembros elegidos a propuesta de la Junta Directiva o de una comisión de nombramientos, que también estableciera si estos cargos perciben o no retribuciones, ya que hay asesores de determinadas patronales que no tienen ninguna contraprestación económica.
Se ha criticado mucho la tibieza de CEOE con algunas decisiones gubernamentales que impactan directamente en las empresas, ¿está de acuerdo con ello?
Lo que creo es que debería ser más participativa y trabajar a fondo en explicar mejor la importante labor que realizan los empresarios de nuestros país. Muchos de ellos son pequeños empresarios que, en realidad, son trabajadores apasionados de lo suyo.
Parece que el Gobierno ha estado muy contento con el actual presidente, ¿también lo estará con usted?
Los que tienen que estar contentos son mis socios, pero soy una persona que establece relaciones cordiales con todo el mundo.
Tras el giro a la izquierda del Gobierno, ¿no cree que se está demonizando la figura del empresario con la imposición de nuevas tasas a banca y energéticas?
Estos impuestos no son más que un mal parche, que lo que hacen es evitar una reforma fiscal en profundidad, que es lo que se debería hacer. Con ello, también se elude un debate serio sobre el reparto de los costes de la crisis, que debería hacerse entre todos los que tenemos que sostener el impacto de la misma, y que no solo deben ser los empresarios y los trabajadores, sino también los pensionistas, los funcionarios, la Administración Pública y el propio Gobierno.
¿Está hablando de un pacto de rentas?
Sí, porque no hemos hecho ese ejercicio y, sin duda, es necesario. Nos tenemos que sentar con Gobierno y sindicatos y hacer una reflexión seria y profunda en lugar de cuadrar los Presupuestos Generales del Estado con mucho optimismo sobre cómo va ir la economía y con poco ojo crítico en cómo se está gastando el dinero público. No se puede simplificar todo como se está haciendo e ir, como ahora, por capítulos, hablando un día del SMI, otro, de las pensiones..., sin que haya ninguna conexión entre ellos.
¿Cómo puede conseguir CEOE eso?
Primero, teniendo una propuesta clara sobre posibles pactos y, después, explicarlo convenientemente al Gobierno, ya que creo que es el primer interesado en que a las empresas nos vaya mejor. Esta forma de actuar, con parches, tiene muy poco recorrido. Si por ejemplo abordáramos la subida del SMI teniendo en cuenta las distintas actividades, el Gobierno podría pensar en deflactar el IRPF o en bajar determinadas cotizaciones sociales.
¿Está proponiendo entonces un SMI a la carta?
Sí, porque en España tenemos una gran complejidad, con distintos sectores y empresas de diferente tamaño.
¿Y eso es posible?
Claro, ¿por qué no? El tema del SMI se ha simplificado mucho porque se ha politizado, y las cosas cuando se simplifican en exceso pierden gran parte de su utilidad. El SMI es una referencia necesaria para la buena marcha de la economía y una herramienta para intentar resolver problemáticas importantes que tenemos, como es ese 40% de jóvenes que no puede acceder al mercado laboral.
¿Y eso se consigue con un SMI más bajo?
En algunos caso, sí, pero en otros, tendría que ser más alto. A las sectoriales con las que estoy hablando les gusta la idea.
¿Ser catalana puede levantar algunas suspicacia a la hora de ser elegida presidenta de CEOE?
Sinceramente, no lo noto. No me parece un condicionante que marque el resultado de las elecciones.