Sector clave

La recuperación turística no llegará, al menos, hasta 2024

España pierde 12 millones de viajeros internacionales en 2022 al recibir 71,5 millones de visitantes, lejos de los 83,7 de prepandemia

El duro golpe que asestó la Covid-19 a la industria turística nacional todavía deja huella en el sector y las heridas no han logrado curarse del todo. De hecho, tardarán en cicatrizar, hasta el punto de que el sector augura que «la recuperación real en cuanto a llegada de viajeros y rentabilidad económica no llegará hasta bien entrado el año 2024, e incluso habrá segmentos, como el de eventos y negocios, que tardarán incluso más tiempo en volver a sus cifras prepandemia», avanza a LA RAZÓN Carlos Abella, secretario general de la Mesa del Turismo.

Ejemplo de ese ralentí con el que se ha cerrado el año 2022 es que entre enero y noviembre España recibió más de 67,4 millones de visitantes internacionales, según confirmó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE), una buena cifra si se compara con el mismo periodo del año anterior, cuando se recibieron 28,2 millones de turistas extranjeros. Sin embargo, si se coteja con la misma etapa de 2019, antes de que el coronavirus paralizase el mundo, el dato resulta amargo, ya que confirma que España ha perdido cerca de 12 millones de viajeros por culpa de la pandemia, pues por aquel entonces se rozaron los 79,4 millones de visitantes entre enero y noviembre.

A pesar de ello, para la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, «2022 será recordado como el año de la recuperación del turismo tras el impacto de la pandemia. Según nuestras previsiones, durante 2022 los turistas internacionales que habrán visitado España superarán los 71,5 millones y el gasto acumulado alcanzará los 87.100 millones de euros». Estas cifras, sin embargo, no logran alcanzar el verdadero renacimiento que ansía el sector, ya que en todo el acumulado de 2019 España recibió la friolera de 83,7 millones de turistas internacionales, su máximo valor de toda la historia, lo que se traduce en la pérdida de algo más de 12 millones de visitantes extranjeros.

Aunque el sector turístico también hace un balance positivo del año que acaba de terminar, pone sobre la mesa las innumerables piedras en el camino con las que ha tenido que lidiar en 2022, lo que ha mermado la rentabilidad y, por tanto, ha echado por tierra la anhelada recuperación. «Ha sido un ejercicio de luces y sombras», reconoce Abella, quien explica que «entre lo bueno destaca que se ha conseguido consolidar la demanda internacional de forma muy rápida, confirmando que la imagen de España como destino turístico de primer nivel no se ha visto afectado por la pandemia».

Rentabilidad mermada

Esa sólida, pero tímida, recuperación de la llegada de visitantes extranjeros «no está sucediendo a la par de los buenos resultados económicos de las compañías, que se han visto lastrados por la incertidumbre provocada por la guerra, por el brutal incremento de los costes de suministros y por la fuerte inflación y el encarecimiento de los precios. Es urgente recuperar cuanto antes esos buenos datos económicos porque venimos de dos años en los que las empresas turísticas apenas han facturado, pero sí se han endeudado muchísimo, por lo que hay que recuperar la rentabilidad cuanto antes y desde luego eso todavía no se ha alcanzado en 2022», lamenta el secretario general de la Mesa del Turismo.

Las perspectivas para 2023 no son del todo halagüeñas, aunque el sector mira al futuro con un «optimismo moderado», según avanza Abella, quien reconoce que «esperamos que este nuevo año se mantenga la recuperación de las llegadas internacionales de los mercados tradicionales, pero somos conscientes de que no se volverá a hablar de cifras récord de turistas extranjeros hasta, al menos, 2024. De hecho, el impacto de la guerra de Rusia y la explosión de contagios de Covid-19 en China volverá a mermar este año también la llegada de estos mercados, que aunque no son mayoritarios, sí son importantes para el balance global de nuestro país».

A esa incertidumbre se suma, además, el impacto que tiene la amenaza de crisis económica, algo que ya se deja sentir en el sector: «Vemos que las ganas de viajar se mantienen, pero sí estamos notando desde diciembre y en estos primeros días de enero una ralentización en el ritmo de las reservas, lo que nos hace encender todas las alertas, ya que es una consecuencia de la elevada inflación que se vive en Europa y el elevado coste de la vida, lo que hace que la gente empiece a retraerse a la hora de viajar. Esto nos puede penalizar mucho durante este 2023», vaticina Abella. Una sensación que contrasta con los augurios oficiales, ya que Maroto aseguró ayer que «la contención de la inflación en los últimos meses y el incremento del gasto y estancia media de los viajeros, nos hace ser optimistas de cara al año 2023».