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Estoy la edad en la que debe pensarse en vivir de la pensión pública en pocos años. La perspectiva no es halagüeña. Por muchos números que hago, las cuentas no me salen con las cantidades que, según mis cotizaciones en cantidad y años, me corresponden por la regulación actual. Y creo que será de las altas. Pero aún hay algo que me preocupa más.

Alejandro Macarrón ha estudiado el invierno demográfico español (vean su página web). Las cifras son aterradoras. Incluso con una economía recuperada, el número de trabajadores cotizantes disminuye día a día en proporción a los jubilados. La pirámide de población es cabezona y cada vez más. Se corrigió ligeramente con la llegada de inmigrantes. Pero estos trabajadores (bienvenidos sean) en su gran mayoría cotiza en bases inferiores. Así que mi preocupación es saber si cuando cobre la pensión pública será del nivel que ahora calculo. Es probable que no. En el sistema de reparto que tenemos será con sus aportaciones con las que nos pagará el Estado a los jubilados.

Con esta expectativa, en el mejor de los casos, año tras año, los gobiernos se verán obligados a congelar las pensiones; que crezcan menos que el coste de la vida. Con ello muchos de los que cotizaron se encontrarán en condiciones precarias para vivir en los últimos años de su vida. Por tanto, lo mejor que se puede hacer con esas generaciones, que ayudaron a desarrollar el país, es protegerlas corrigiendo los errores que contiene el actual sistema ¿Cómo?

En primer lugar, alargando la edad de jubilación. Adelantando la entrada de los 67 años como edad común de retiro cuanto antes. Las condiciones de salud y el tipo de trabajos actuales lo permiten. No en todos los casos; pero para eso puede haber excepciones según condiciones médicas o de esfuerzo requerido en la profesión. Si no se hace así, dado el aumento constante de la esperanza de vida, condenaremos a nuestros mayores a la precariedad en años en que su capacidad de defensa es limitada. Es un deber de solidaridad.

Hay otras medidas complementarias. Pero son más complejas de explicar y menos solidarias.