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Perfil de Mario Conde: Ambicioso, imprudente

Mario Conde a su entrada a la prisión de Sevilla en 2009
Mario Conde a su entrada a la prisión de Sevilla en 2009larazon

No me alegro de que a nadie le detenga la Policía; al contrario. Me da pena por él, sus familiares, amigos y quienes han sido los destinatarios de la causa de esta detención. También me preocupa que, dada la lentitud de la Justicia española, se pueda tratar de un inocente que después de años de calvario se declara no culpable. Pero cuando se trata de alguien que ha sido condenado antes por el mismo suceso, mis escrúpulos se moderan. Mario Conde ha sido detenido nuevamente, esta vez dicen que por blanquear dinero procedente de Banesto, el mismo banco en el que fue presidente. Habrá que demostrarlo, pero si la sentencia lo penaliza otra vez, la circunstancia de reincidencia siempre es un agravante ¿Cómo ha llegado el brillante abogado del Estado a su actual situación?

Sólo lo he visto en persona una vez en vida, cuando aún era presidente de la entidad financiera Banesto. Aunque no creo que se acuerde de mí. Me pareció inteligente, dicharachero y brillante. Tenía la aureola de la operación Antibióticos, que realizó entonces con su socio Juan Abelló, y su ascenso en el banco. Pertenecía a un prestigioso cuerpo de funcionarios el Estado. Hay varias cosas que don Mario no calibró. Ser banquero es más difícil de lo que la gente cree. No sólo hay que ser un gran técnico, hay que ser prudente, discreto y honesto. Profesión envidiada por su prestigio y su poder. El mismo reconoce en alguna entrevista publicada, que era una persona fuera del «sistema», un intruso, y que afirma que pagó por ello. Al final llegó a ser de esa casta, pero cometió errores técnicos, imperdonables en una persona preparada, fallos de prudencia, discreción y, según el juzgado, de integridad.

Política y finanzas

Al «Conde» se le llegó a identificar como candidato político, de hecho quiso pilotar un partido. La Alta Dirección de la Banca y la candidatura a la presidencia de un país son difícilmente congeniables. Sus consejeros no fueron los adecuados, un banquero de los de siempre no se va de saraos después de un Consejo de Administración, como decían las crónicas del corazón de aquellos tiempos; se retira a meditar sobre el futuro, porque en sus manos está el dinero de todos sus clientes. Le hubiera faltado un asesor con los pies en tierra y la sabiduría de años en el oficio. Mario Conde tuvo una señal cuando Juan Abelló se separó de él. Los financieros de raza aprenden a oler el peligro desde la misma cuna.

El show del «Conde»

Su peripecia personal, sin embargo, no parece haber acabado aún. Cumplida la sentencia dictada por el juzgado, siguió ejerciendo de «hombre público». Escribió un libro, aparece en medios de comunicación e, incluso, su historia inspiró para realizar una serie de televisión, ¿querrá reivindicarse?, supongo que sí. Eso no es malo, si no tiene más cadaveres en su armario. Pero si esos esqueletos aún están, como hace tanto tiempo que los guardó, olerán.

Porque parece que su detención se debe a la sospecha de que en su peripecia económica bancaria sacó provecho dinerario y oculto. Todos pensamos que ya había purgado sus pecados con estancias en la carcel. Sin embargo hay algo que nos importa más a los contribuyentes que esas estancias y es que devuelvan el dinero. Si al final se demostrase que es inocente, «larga vida al Conde»; pero si no, a mí no me importa tanto si va a la cárcel o no, quiero que pague impuestos (por cierto, figura en la lista de morosos de la adiministración pública) y que devuelva lo que se llevó.

La vida de «Días de Gloria», como él mismo quiere calificarlos, se ha cobrado su coste. Desgraciadamente perdió a su esposa (desde aquí mi pésame) y sufrió prisión. En todo caso, si es verdad lo que se le acusa ahora, hay un desdoble de personalidad o un nivel de cinismo impresionante. Por una parte, se muestra como el «justiciero» de una sociedad que le persiguió injustamente. Por otra, mantiene su fortuna opaca. ¿Es posible compatibilizar ambas caras en una misma persona?, sería digno de un estudio clínico.

En fin, era brillante, ambiciosa e ¿imprudente?, que pudo llegar. Sin embargo, no se resigna a reconocer lo que la vida enseña. Aunque muchos, él entre ellos, no quieran aprender la lección y descubrir que la mayoría de las veces, como dice el refrán, «calladito se está más guapo».