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La literatura e internet: dos mundos obligados a entenderse

La literatura e internet: dos mundos obligados a entenderse
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Pasada ya más de una década desde la llegada más o menos masiva a nuestras vidas de los libros electrónicos o e-books, así como de los años inmediatamente posteriores en los que la industria literaria se preguntaba cómo afectarían internet y las nuevas tecnologías a su sector, hay cuestiones que, todavía, siguen sin resolverse en el mundo del libro. Otras, sin embargo, parecen haber llegado a un punto estable, una especie de equilibrio que les permite afrontar con cierta seguridad el futuro inmediato.

El libro en papel, por ejemplo, parece haber superado una de las mayores, sino la mayor, crisis a la que se había enfrentado en su historia, una novedad que amenazó por completo su existencia: la aparición del libro electrónico.

En contra de lo que se auguraba hace una década, el e-book no ha enterrado al libro en papel. Es más, parece que, a estas alturas, el libro electrónico se encuentra en un retroceso en ventas frente al formato clásico impreso. Entre las razones que se suelen esgrimir para el descenso de la euforia sobre el libro electrónico está el precio de las versiones digitales, que en países como el Reino Unido hasta supera al de las ediciones en papel, el mayor cansancio que provocan en la vista los e-books y, también, una especie de saturación por parte de nuestra generación con unas pantallas que ocupan gran parte de nuestra vida social y laboral.

Además, tal y como se ha puesto de relieve desde hace años, el libro en papel ofrece unas cualidades propias, quizás intangibles pero muy particulares, que son inalcanzables para el e-book: el pasar las páginas, el olor, o la sensación de tener el libro entre las manos. Sensaciones que no se pueden medir pero que, en parte, probablemente ayuden al libro en papel a sobrevivir la llegada de su versión electrónica.

Sin embargo, el mundo de la literatura no ha seguido la corriente imperante en la sociedad en general. Más bien, parece ser un auténtico oasis en el sector de las industrias culturales. Y es que, tanto en un espacio similar como el de la prensa como en el caso de las producciones musicales y audiovisuales, la llegada de internet y las nuevas tecnologías ha producido un cambio radical en las formas de consumo.

La prensa escrita, para empezar, sigue en medio de una crisis muy importante, incapaz de crear un nuevo modelo que concilie las versiones en papel y web de forma que genere beneficios. Por su parte, en las industrias musicales y audiovisuales el panorama ha cambiado por completo. En ellas, el mercado ha pasado a estar dominado por plataformas tipo Netflix, HBO o Spotify, que se han convertido en los auténticos reyes del mercado.

Por su parte, en la industria literaria caben destacar proyectos como el de The Short StoryProject, una web de pago para la distribución de cuentos cortos disponibles en español, inglés, hebreo y alemán, y que ya cuenta entre su catálogo de autores con reputadas firmas actuales e históricas. Un proyecto muy interesante que, pese a todo, sigue siendo una excepción en el sector, al contrario de lo que ocurre con el mundo de la música o el cine y las series.

El método de The Short Story Project es similar al de una antología de cuentos, solo que en su mayor parte se tratan de los relatos menos conocidos de cada autor. Además, la web también cuenta con un método de recomendación de relatos según lo que cada uno vaya consumiendo, al más puro estilo de plataformas digitales como Spotify y Netflix, así como con unos estándares de calidad muy altos, implantados por otros escritores. Por si fuera poco, el proyecto de The Short Story Project se apoya en una enorme base de audiocuentos, tanto originales como traducidos al español.

No se puede abandonar un repaso al impacto de internet y las nuevas tecnologías en el mundo de la literatura sin analizar la ampliar variedad de medios que se han puesto a disposición de los escritores noveles para la promoción de sus obras. Por ejemplo, la historia publicada tweet a tweet por Manuel Bartual ha sido un claro ejemplo de cómo las redes sociales pueden ser una plataforma óptima para la difusión de literatura y, también, de cómo han afectado a la hora de estructurar un relato.

Por otra parte, también han aparecido en los últimos años numerosas webs enfocadas total o parcialmente al mundo de la literatura que permiten publicar relatos a escritores aficionados, Tales, Drugstore, Falsaria, etc, así como portales que ofrecen la posibilidad de autoeditar novelas.

Sin embargo, el principal problema aquí es el latente en muchos otros ámbitos culturales hoy en día. Aunque estas plataformas ofrecen mayor o menor visibilidad al autor, en muchos casos no cuentan con un método de remuneración económica que les permita dedicarse siquiera semiprofesionalmente a la literatura, salvo contadas excepciones. Así pues, éste sí sigue siendo un verdadero quebradero de cabeza para el escritor, un interrogante que internet y las nuevas tecnologías no han resuelto en absoluto: ¿es posible vivir de la literatura?