El desafío independentista

Linde aboga por desligar las pensiones del IPC y subir el IVA

El Banco de España apuesta por un sistema que vincule las subidas a la situación financiera y cuente con el factor de sostenibilidad. Critica que se haya ganado competitividad vía salarios.

Un rebrote de las tensiones incidirá negativamente en la confianza de los agentes económicos/Alberto R. Roldan
Un rebrote de las tensiones incidirá negativamente en la confianza de los agentes económicos/Alberto R. Roldanlarazon

El Banco de España apuesta por un sistema que vincule las subidas a la situación financiera y cuente con el factor de sostenibilidad. Critica que se haya ganado competitividad vía salarios.

Luis María Linde dejará de ser gobernador del Banco de España en junio. Y su «testamento», si así se puede denominar al último informe anual de la entidad confeccionado bajo su dirección, el de 2017, está plagado de ácidas críticas a casi todo. Pensiones, impuestos, competitividad, banca... Linde tiene reproches para todo lo habido y por haber. Algunos, como el dirigido al sistema público de pensiones, más sutiles que otros. Sin pronunciarse abiertamente en contra de ligarlas al IPC, el Banco de España sí que defiende la reforma introducida en 2013. «La aplicación del factor de sostenibilidad, que vincula la pensión inicial al incremento de la esperanza de vida; y sobre todo, la del índice de revalorización anual de las pensiones, que liga su incremento al equilibrio entre los ingresos y los gastos del sistema, lograrían, en contextos favorables, reducir de forma gradual el actual déficit del sistema», dice el informe. El supervisor aboga porque cualquier reforma incluya un «mecanismo de ajuste automático» y advierte de que, o los ingresos crecen significativamente, o será imposible mantener las tasas de sustitución actuales –el importe de la pensión respecto al último salario–.

Aunque el Banco de España reconoce los avances logrados por la economía en los últimos años, también insiste en el riesgo que comporta el elevado endeudamiento del país y el déficit de las cuentas públicas. Lo primero está íntimamente ligado a lo segundo, por cuanto el déficit obliga a pedir dinero y engorda la deuda. Pero el supervisor considera que hay margen para equilibrar las cuentas. En su opinión, en el lado del gasto hay posibilidad de reorientar su composición «hacia aquellas partidas con mayor incidencia positiva sobre la productividad». En el de los ingresos, el Banco de España insiste en que hay margen para subir tanto el IVA como los impuestos especiales. Según los datos que aporta, España cuenta con un menor peso sobre el PIB de la imposición al consumo que la media europea, lo que se manifiesta tanto en los ingresos por IVA como por los impuestos especiales. El supervisor pone también el foco en los beneficios fiscales. Considera que el sistema español concede demasiados, lo que deriva en la existencia de numerosas exenciones, deducciones y tipos especiales reducidos que tienden a generar pérdida de recaudación. Además, advierte de que podrían introducir «posibles distorsiones sobre la eficiencia y la equidad».

Los mandobles de Linde no se dirigen sólo al sector público. Las empresas en general y la banca en particular también tienen su ración de crítica en el informe. El Banco de España reprocha que las ganancias de productividad de las compañías hayan venido de la mano de los sueldos y no de sus márgenes. En los primeros estadios de la crisis, por la fuerte destrucción de empleo y en todo el periodo posterior, por la moderación salarial.

A las entidades financieras, Linde les pide que aceleren la venta de activos inmobiliarios, reduzcan la morosidad y aumenten su rentabilidad, para lo que anima a buscar fuentes alternativas de mejora de ingresos. Aunque reconoce los avances realizados desde la crisis, recuerda que los activos adjudicados rondan aún los 58.000 millones de euros y los préstamos dudosos casi 100.000 millones.

En cuanto a los riesgos, además del que supondría no seguir profundizando en las reformas, el Banco de España apunta al más «clásico» de los últimos meses, Cataluña. La entidad lo coloca como «uno de los principales elementos de riesgo doméstico». No obstante, su incidencia final «dependerá de la magnitud y de la persistencia que acabe teniendo este episodio. El alivio del grado de tensión podría conducir a un escenario de mayor crecimiento. Por el contrario, un rebrote de las tensiones podría incidir negativamente en la confianza de los agentes», dice.