Economía
El cajero automático, el loco invento del que se burlaron los banqueros, cumple 50 años
Donald Wetzel recuerda cómo los banqueros le tachaban de loco cuando les presentó su invento
Un viernes de 1968 Wetzel necesitaba dinero para viajar pero la larga fila de clientes salía del banco. El reloj marcaba las cinco de la tarde. "La mayoría habían ido a sacar dinero y no entendía cómo no había una máquina que hiciera ese trabajo".
Hoy en día es impensable caminar por la calle y no encontrarse casi un cajero automático en cada esquina (bueno, en los últimos años han descendido con la proliferación del uso de tarjetas de crédito y de la banca y aplicaciones de pago online). Pero hace 50 años, era un invento que todos los banqueros rechazaron porque no lo veían útil. Con esto tuvo que lidiar Donald Wetzel, al que tacharon de loco.
Con 40 años Wetzel tuvo la idea, era un viernes de 1968. Necesitaba dinero para viajar pero la larga fila de clientes salía del banco. El reloj casi marcaba las cinco de la tarde y estaba a punto de cerrar. "La mayoría de los que estaban esperando habían ido a sacar dinero y no entendía cómo no había una máquina que hiciera ese trabajo. Además los clientes podrían unsarlo las 24 horas del día, los siete días de la semana. Pensó que era una buena manera de hacer negocio y se puso a trabajar.
Ese fue el inicio de los cajeros automáticos, que cambiarían la manera en la que los clientes se interrelacionaban con el banco. Wetzel tardó casi un año en poner en marcha el primero y se presentó el 2 de septiembre de 1969 con la primera "caja de efectivo"en una sucursal del Chemical Bank en Rockville Centre, en Long Island.
"Quería algo que se usara con una tarjeta transportable, algo que pudiéramos guardar en nuestros bolsillos". Para eso necesitaba un mecanismo que fuera lo suficientemente seguro para realizar las transacciones. Y el éxito fue la creación de la banda magnética. "Si vas a tener esta máquina fuera de un banco con cientos de dólares dentro, teníamos que convencer al banco de que nadie iba a poder entrar”, dijo a Fox News.
Wetzel, que anteriormente había trabajado para IBM y Docutel, desarrolló la banda magnética para mantener el número de Número de identificación personal (PIN). "Eso nos dio la seguridad que necesitábamos", dijo. "Luego vino el desarrollo de una impresora y un dispositivo que sacarían el efectivo y un pequeño instrumento que daría instrucciones al usuario. Pero la banda magnética fue la verdadera clave del éxito del cajero automático”, recuerda.
No obstante, comercializar su invento no fue nada fácil. Durante los primeros años, Wetzel asumió el papel de comercial. Tuvo que ir llamando puerta a puerta para presentar el producto. Casi todos los banqueros se rieron de su revolucionario invento: "Pensaban que estaba loco. Decían, ¿Te refieres a un cajero automático al que cualquiera podría acercarse y usar? No lo vemos. Tenemos cajeros que hacen eso".
En pocos años, las funciones del cajero automático se fueron ampliando para que los clientes pudieran consultar el saldo de sus cuentas y a medida que se desarrolló la tecnología, los cajeros automáticos se conectaron entre ellos. Hoy en día, hay unos 3,5 millones de cajeros automáticos instalados en todo el mundo.
Pero a pesar de que Wetzel inventó el cajero, su esposa nunca ha usado uno: "Me da vergüenza decir que mi mujer nunca ha usado un cajero automático. Eleanor estaba ocupada siendo madre y tenía miedo de poner su tarjeta en la máquina y no recuperarla. Nunca tuvo el deseo de usar uno y nunca cambió de opinión”, reconoció Wetzel que todavía es copropietario de la patente del cajero automático, que se archiva con el Museo Smithsonian.
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