Finanzas

El lado oscuro de la banca en la sombra

«Puede trasladar riesgos al mercado de forma implacable, sin colchones de capital ni rescates»
«Puede trasladar riesgos al mercado de forma implacable, sin colchones de capital ni rescates»larazon

El sector teme que las entidades de crédito no reguladas acaben provocando la siguiente crisis financiera internacional.

¿Vientos huracanados o soplos de aire?, ¿es la banca en la sombra una amenaza para la estabilidad financiera global o se trata de una vacuna contra el virus de sobrebancarización que padece la economía española? La intermediación crediticia que está fuera de la banca tradicional ya supone, en el mundo, el 25% del total y el 200% del PIB estadounidense o de la eurozona. Pese a que inyecte dinero en la economía real para combatir la falta de crédito, tanto su creciente tamaño como el déficit regulatorio que existe sobre estas entidades abonan las incertidumbres. No obstante, en torno al 90% de la financiación empresarial en España procede de los bancos y el balón de oxígeno que proporcionan los canales alternativos permite a las compañías incrementar su respiración asistida en tiempos de asfixia económica.

Además de prestar a los acreedores que se mueven más allá de los controles de los reguladores bancarios, estas entidades buscan la rentabilidad de los inversores en un entorno de bajos tipos de interés. No son bancos, pero llevan a cabo funciones de alto riesgo sin ofrecer las garantías propias de la regulación bancaria y sin capacidad de acudir a un organismo central para recibir «manguerazos» de capital en momentos de emergencia.

Juan Fernando Robles, profesor de Banca y Finanzas del Centro de Estudios Financieros (CEF), considera que la regulación es una barrera de entrada y resulta limitativa de la competencia. «No sólo hay factores de riesgo, sino también de negocio». Y agrega que la banca en la sombra es, en definitiva, desintermediación. «Abarata costes financieros y genera oportunidades, aunque es evidente que puede trasladar riesgos al mercado de forma implacable, sin colchones de capital ni rescates». En este sentido, insta a analizar cuáles serían sus posibles daños sistémicos. «Un ejemplo de lo que puede suceder es Lehman Brothers, cuya actividad de banca de inversión es similar a la de fondos e instrumentales que operan como financiadores». Actualmente, la concesión de créditos no es una actividad reservada a los bancos. Así, «la banca en la sombra es inevitable y parte del fenómeno de la desintermediación, que resulta imparable», apostilla.

El peso de la banca en la sombra, o «shadow banking», en la zona euro ha igualado al de Estados Unidos, según algunos estudios. Y el sector bancario teme que estas entidades no reguladas acaben provocando la siguiente crisis financiera internacional. Máxime, teniendo en cuenta su tamaño creciente, su opacidad y su inestabilidad. Pero los brókers se han rebelado para defender que no es tan mala como pudiera parecer, y más que regulación, exigen transparencia.

Las empresas españolas disponen de unos 160.000 millones de euros para financiarse como alternativa a la banca, por lo que el «shadow banking» y los mercados de capitales pueden considerarse las nuevas vías de financiación para compañías sin puertas de acceso al crédito bancario tradicional. Aunque los analistas piensen que la banca en la sombra resultará esencial para el desarrollo de la economía, las pequeñas empresas continúan requiriendo el apoyo de las entidades tradicionales para financiarse.

Expertos del sector admiten la contribución a la recuperación económica que han tenido estas sociedades, pero reclaman una supervisión más estricta. Desde el punto de vista de la protección del inversor, el principio general debería ser que las mismas actividades estén reguladas de igual forma, de modo que ningún actor pudiera tener ventajas competitivas.

Francisco Uría, socio responsable del sector Financiero de KPMG en España, afirma que el arbitraje regulatorio constituye un riesgo permanente para la estabilidad del sistema financiero y que ha sido una de las causas de la crisis. Por ello, «es importante que la misma actividad esté regulada de la misma manera con independencia de quien la desarrolle». Asimismo, recuerda que el primer problema a la hora de abordar la regulación es delimitar el concepto y alcance de la banca en la sombra. De hecho, éste ha sido el obstáculo fundamental para afrontar iniciativas regulatorias internacionales en dicho ámbito.

Lejos de las dificultades que entraña predecir las causas de la próxima crisis financiera, Uría sostiene que gracias a la regulación aprobada durante los últimos años podemos estar seguros de tener una mejor preparación para gestionarla, si es que llega a producirse. Determinadas iniciativas internacionales pretenden regular la banca en la sombra, pero lo fundamental tiene que ver con su propia denominación: aumentar la transparencia y detectar los riesgos que puedan terminar afectando a la estabilidad de los mercados y de las entidades financieras.