Economía
El principio del fin del dinero barato
Tras siete años de políticas de estímulo, la Fed se prepara para una subida de tipos en su próxima reunión de diciembre. Una decisión que amenaza con enterrar a los países emergentes pero que, de demorarse más, pondría en grave riesgo la economía mundial.
Cuando se cumplen siete años de la quiebra de Lehman Brothers y del inicio de una de las peores crisis financieras desde la Gran Recesión, la economía mundial presenta todavía importantes riesgos que amenazan con hacerla descarrilar. El débil crecimiento de Europa, la desaceleración de China, el desplome de Rusia y América Latina, y el descenso de los precios del petróleo son, junto al fin de las políticas expansivas que los bancos centrales llevan aplicando desde el comienzo de la crisis, los grandes desafíos a los que tendrá que hacer frente la economía global en los próximos años. Y es que, según empiezan a alertar los economistas, perpetuar el entorno de tipos bajos de interés en el que está inmersa la política monetaria actual y no hacer la transición hacia unos tipos más normales podría tener importantes riesgos para las principales economías del planeta.
Para encontrar el origen de estas políticas expansionistas hay que remontarse a 2008. Por aquel entonces, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Ben Bernanke, decidió intervenir para salvar del colapso a un sistema financiero frágil y vulnerable. Para ello, Bernanke optó por rebajar los tipos de interés a una horquilla de entre el 0% y el 0,25%, su mínimo histórico. Siete años después de esta decisión, en los que la máxima autoridad monetaria de EE UU ha inundado de liquidez los mercados –la balanza de activos de la Fed ha pasado de 700.000 millones de dólares a 4,5 billones entre 2008 y 2014–, ha llegado el momento de preguntarse ¿hasta cuándo?
El encarecimiento del dinero no puede dilatarse mucho más. Ésta es la postura que, desde hace meses, lleva transmitiendo el banco central más poderoso del mundo a los mercados sin decidirse a actuar. En su última reunión, celebrada el pasado mes de octubre, Janet Yellen, actual presidenta de la institución, dejó la puerta abierta a comenzar a incrementar los tipos a partir del mes de diciembre. Una previsión que coincide con la planteada por Mads Koefoed, jefe de estrategia macroeconómica de Saxo Bank, para quien el principio del fin del dinero barato llegará antes de final de año: «Esperamos que se produzca la primera subida de tipos de la Fed en la reunión de diciembre y consideramos que el incremento será del 0,25%. Creo que cuando finalmente comience el ciclo de tasas, el número de subidas de alza de tipos será mucho más elevado de lo que el mercado espera».
Sin embargo, son muchos los que se muestran reacios a que la Fed pare la máquina de fabricar billetes, sobre todo, los países emergentes que han contraído abultadas deudas en dólares y que observan con temor una apreciación de la divisa. Y es que tras siete años con los tipos a cero, una presumible subida del precio del dinero hace temblar a medio mundo por el freno que puede suponer para el crédito y la economía. Prueba de ello es el llamamiento a la «responsabilidad global» que lanzó hace pocas semanas el ministro chino de Finanzas, Lou Jiwei, para reclamar que la Reserva Federal aguardara a darle al botón. «Una apreciación implicaría un encarecimiento de las exportaciones y en cambio un abaratamiento de las importaciones de EE UU, lo que sin duda beneficiaría al resto de las economías. Pero una subida de los tipos de interés puede causar una reducción de la inversión y del consumo estadounidense, lo que afectaría negativamente a la producción de otros países», explica Carlos Salvador, profesor del área de Economía e Historia de CUNEF.
Preocupa especialmente el caso del gigante asiático que ha bajado por sexta vez los tipos de interés en menos de un año, en la actualidad se encuentran en el entorno del 4,35%, con el objetivo de abaratar e incentivar el crédito en un momento en que su economía comienza a dar claras señales de desaceleración. Entre julio y septiembre el Producto Interior Bruto (PIB) de China creció un 6,9% interanual, la tasa más baja desde principios de 2009. Hay que remontarse hasta la irrupción de la crisis en 2008 para observar una intervención del banco central chino comparable a la del último año. Cabe recordar que hace sólo doce meses, los tipos de interés de referencia de la segunda economía del mundo seguían en el 6%.
Europa estancada
En el caso de Europa, la situación es completamente diferente. El Banco Central Europeo (BCE) decidió en septiembre del año pasado situar los tipos de interés en el mínimo histórico del 0,05% y, en la actualidad, se encuentra inmerso en un programa de estímulos sin precedentes, con compras masivas de deuda, para tratar de reactivar la economía y luchar contra el peligro de la deflación. Una batería de medidas que, sin embargo, no han conseguido que los países del euro crezcan a un ritmo que permita afianzar la recuperación económica, como sí ha ocurrido en Estados Unidos. Según los datos de Eurostat, la zona euro cerró 2014 con un exiguo crecimiento del 0,9%. En este sentido, los expertos coinciden en que Europa no está preparada todavía para encarar una subida de tipos que lastraría sus exportaciones y provocaría una caída del consumo y de la inversión.
«La zona euro se encuentra en una situación de crecimiento de los precios cercana al 0%, con un estancamiento del crecimiento de la producción. En este contexto, una subida de los tipos de interés apreciaría el euro, provocaría una mayor caída de la inflación, las exportaciones perderían competitividad, y la inversión y el consumo se reducirían», asegura Carlos Salvador. Una opinión compartida por el jefe de estrategia macroeconómica de Saxo Bank que descarta un alza de tipos en el corto plazo. «Creo que los tipos de interés en el mínimo histórico permanecerán con nosotros por un largo tiempo, al menos hasta 2017, y probablemente incluso hasta 2018», asegura Koefoed.
Nueva burbuja
De lo que no están exentos ni Europa ni Estados Unidos es, si continúa un entorno de tipos anormalmente bajos como el actual, de generar una burbuja de activos semejante a la que desencadenó la crisis inmobiliaria norteamericana en 2007. Un escenario bastante probable si se tiene en cuenta el exceso de liquidez de los bancos, las bajas rentabilidades en los mercados y el aumento del apetito inversor.
«El riesgo no es la aplicación de una política fiscal expansiva sino el de mantenerla de forma perpetua. Recordemos que precisamente los bajos tipos de interés aplicados por Greenspan en su mandato ayudaron a incubar la burbuja inmobiliaria que estalló en julio de 2007 en el país norteamericano», recuerda el profesor del área de Economía e Historia de CUNEF. «El escenario de tipos bajos y su impacto en el crecimiento del crédito y en la especulación con activos representa un riesgo significativo para la economía global», dice Koefed.
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